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Congreso de la Lengua

La RAE culmina su Diccionario Histórico tras 112 años: así es la vida de las palabras

Para la elaboración de los 10 tomos y más de 20.000 páginas, las academias dieron forma a una red panhispánica de investigadores que han logrado "hacer la biografía de las palabras"

Santiago Muñoz Machado, durante la presentación en Arequipa del Diccionario Histórico Real Academia Española (RAE)EFE

Hay que remontarse mucho en el tiempo para encontrar el origen de esta aventura. La idea de configurar un Diccionario Histórico de la Lengua Española es un viejo anhelo y una frustración que viene de antiguo. Todos los intentos acometidos por la Real Academia Española para estudiar y documentar el origen de las palabras y su historia particular a lo largo de los tiempos, desembocaban en fracaso, al contrario de otros proyectos en inglés o alemán. El último intento sólido metodológicamente se llevó a cabo hace más de un siglo, pero apenas se pudieron culminar los tres primeros volúmenes de una obra ingente, apenas un tercio de los vocablos en español. Sin embargo, la RAE se volcó con la elaboración de esta obra en 2019 y, de manera fulgurante, tras un intenso y profundo trabajo, el director de esta institución presentó en Arequipa (Perú), en el marco del Congreso Internacional de la Lengua Española el resultado de esta descomunal labor: diez tomos y más de 20.000 páginas conforman el primer Diccionario Histórico de la Lengua Española, una obra que solo recoge una parte –"la mitad", dijo Muñoz Machado– de la información que ha sido recabada en estos años. La gigantesca labor fue definida por el presidente de la RAE como "una labor de Estado".

Como recordó Santiago Muñoz Machado, presidente de la RAE, la idea se remonta hasta 1789, cuando la Academia ya se considera la misión de acometer una obra que se remontase a los orígenes de las palabras. Sin embargo, todos los sucesivos intentos a lo largo de las décadas desembocaban en una frustración tras otra. Pero desde que se fijó el objetivo y la metodología hace seis años, todo cambió.

Respuesta a todo

La academia estableció una estructuras de equipos periféricos que estaban adiestrados de acuerdo con el mismo método. A distancia, con 10.000 kilómetros entre ellos, se formó la red Redacta, que además daba respuesta a la inclusión de palabras de todos los lugares de habla hispana. Quedaron integrados en la red, según reveló, 40 instituciones y 18 equipos de redacción activos que estaban formados por expertos y otros 27 redactores individuales con un objetivo: estudiar cada palabra hasta averiguar el momento en que estaban documentadas por primera vez en castellano y seguir la evolución de cada palabra a lo largo del tiempo hasta, a veces incluso, certificar su muerte.

"Hemos conseguido, desde 2019 hasta acá, más que en toda la historia de la Real Academia", recordó su director. Se trata de siete volúmenes que se suman a los tres existentes que se desarrollaron en el periodo 1960-1996. Sin embargo, tal y como explicaba Muñoz Machado, el Diccionario Histórico, tal y como está concebido, va mucho más allá de la edición en papel, "un hito editorial, por otra parte". La versión digital de esta obra se compone de una "base de datos descomunal" que seguirá siendo completada siempre que sea posible y documentado. "Hemos hecho casi el doble de lo que se presenta impreso en papel, porque hemos tenido que prescindir de mucha información para dar forma a un diccionario", explicó.

Así que el diccionario seguirá avanzando, con los lexicógrafos que sucedan a quienes han arrancado esta inmensa obra, quienes seguirán incorporando información y hallazgos a lo ya acreditado. "Pero yo creo que ya nunca más habrá un diccionario en papel, porque cuando tengamos que hacerlo puede que ya sean treinta tomos y no merezca la pena porque la consulta digital es más cómoda y ágil –explicó el director de la RAE–. Pero queríamos dejar marcado un hito de la historia de las academias".

Un orgullo para el avance científico

Junto al director de la RAE estaba la filóloga María José Rico una de las integrantes de la red Redacta, quien explicó que trabajaron con las grandes bases de datos digitales para trazar el origen de las palabras. "Este es un hito parcial del trabajo que estamos haciendo. Para nosotros supone un orgullo en el avance científico del conocimiento de la lengua". Rico puso un ejemplo de la palabra "cazabe" o "casabe", que tiene una significación especial en la República Dominicana (a cuya academia pertenece esta investigadora) y que fue una de los primeros términos de las lenguas originarias de América que se incorpora al español. Con esa palabra explicó el trabajo de los lexicógrafos, que consiste en seguir "la biografía de la palabra". "Documentar la primera vez que hay registros del uso de esa palabra en español. De esa forma seguimos los pasos de la evolución gráfica de la palabra y también de la semántica a lo largo del tiempo. Las palabras a veces son reticentes a dejarnos ver sus secretos, pero van desplegando esos secretos, esa vida, esas miserias y esa grandeza. Y el resultado de la investigación es conocerlo", explicó. "Nuestro equipo está formado por un grupo de lexicógrafos de una pasión inagotable en esa función de investigación".

Explicaciones filológicas

No se trata solo de recapitular dónde aparece la palabra, sino de llegar a explicaciones filológicas de cada término, que están relacionadas con la historia. Por ejemplo, en el caso de "cazabe", la primera vez que aparece recogida es en el primer viaje de Colón, bajo la fórmula de "cazabí" como voz indígena de ese pan. "Por lo que el primer testimonio indudablemente español de la palabra, una vez que se considera que la palabra ha sido incorporada al léxico español se atestigua en el ''Nuevo memorial de los agravios sin razones'' de Bartolomé de las Casas", dijo la experta. Ahí existe la primera documentación en lengua española y cuándo y por qué. "Es mucho más de un resumen de los datos. Es una explicación filológica para que comprendamos los datos", asegura esta experta.

"Mientras redactamos, convivimos muchas horas de nuestra vida con las palabras. Durante semanas, a veces incluso meses, cada uno de los redactores tenemos nuestra palabra y pasa a ser casi de nuestra propiedad. La vemos nacer, la vemos desarrollarse y estamos casi seguros de que nos esconde algo. Siempre nos guarda un secreto al que no podemos acceder. Lo que es importante es que como redactores del diccionario tenemos el privilegio de darle nuestros ojos, de darle la vida de la palabra. Que la lengua tiene vida es algo que vemos desarrollarse ante nuestros ojos. Eso lo hace tan apasionante", explicó María José Rico, que terminó su intervención con un ejemplo de Pedro Álvarez de Miranda sobre lo que suponía un diccionario histórico, que comparaba con una catedral de la lengua "y decía que las catedrales existen y no por milagro, sino por el trabajo y la fe de los pueblos que las construyen. En lexicografía no hay milagros, lo que cuenta es la determinación, la aptitud y la perseverancia".