La RAE denuncia el atropello educativo en España
La Real Academia Española (RAE) planteó este jueves la necesidad de articular un pacto de Estado en materia educativa que permita salvaguardar el buen uso, el conocimiento y el aprendizaje del español y la enseñanza de la lengua y la literatura.
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La Real Academia Española (RAE) planteó este jueves la necesidad de articular un pacto de Estado en materia educativa que permita salvaguardar el buen uso, el conocimiento y el aprendizaje del español y la enseñanza de la lengua y la literatura. Así lo puso de manifiesto su director, Santiago Muñoz Machado, en la rueda de prensa de presentación del informe "La enseñanza de la lengua y la literatura en España, con especial al uso, el conocimiento y el aprendizaje del español", un acto que tuvo lugar en la sede de la Docta Casa en Madrid en el que también estuvieron presentes los académicos Carme Riera, Ignacio Bosque, Salvador Gutiérrez, José Antonio Pascual y Pedro Álvarez de Miranda.
En su intervención, Muñoz Machado dejó claro que este trabajo constituye “una opinión de la RAE”, que se apoya en estudios elaborados por la propia institución, en textos ajenos a ella, como el Informe PISA, y en la valoración de “un buen número de profesores” de enseñanza media en España. Apuntó que espera que las autoridades, los partidos políticos y la comunidad educativa entiendan este informe como “un gesto de buena voluntad para mejorar el sistema educativo” y aseveró que la RAE no busca “enmendar la plana” a nadie ni “sustituir a ninguna autoridad pública o educativa”. Esto le sirvió para proclamar que la Docta Casa pretende que este trabajo sea el “germen” de un debate que concluya con la concreción de un pacto de Estado de educación, que “es algo que interesa, dado los fallos que el sistema presenta”.
Muñoz Machado subrayó que la RAE ha decidido elaborar este documento tras constatar las “carencias objetivas en la comprensión lectora y fluidez verbal en los jóvenes”; las “carencias en el conocimiento de las lenguas cooficiales y lenguas extranjeras”; la “marginación de las lenguas clásicas” en los currículos; las “dificultades” existentes para despertar en los chavales el interés por la literatura y para que adquieran el hábito de la lectura; la “renovación de modelos didácticos en nuestro entorno”; los “progresos de la tecnología digital”, con el desarrollo de rudimentos apoyados en la inteligencia artificial, con ChatGPT como mascarón de proa; el “desconcierto de los profesores” ante la proliferación de los antedichos nuevos modelos didácticos; el “multiculturalismo y diversidad en las aulas”; y los “cambios legislativos sobre educación y lenguas de España”. El director de la RAE avanzó que este trabajo se presentará a las autoridades competentes en materia educativa, con la esperanza de “agitar conciencias”, puesto que “estamos ante un problema serio”.
Salvador Gutiérrez subrayó que actualmente se asiste a un “tránsito entre dos paradigmas educativos”: uno basado en la memorización y otro centrado en la adquisición de competencias, lo que, a su juicio, se presenta como la ocasión propicia para “pensar en lo que está fallando” y “proponer soluciones”. Tras apostar por un equilibrio entre los modelos supradichos, deslizó que “la enseñanza de la lengua no compete sólo a los profesores de Lengua" Española, sino que es responsabilidad de “todo el profesorado". También consideró necesario que “haya más horas” de enseñanza de lengua, ya que ésta es la única vía para “la adquisición de conocimiento” y para lograr que los estudiantes sean capaces de “escribir y expresarse bien”.
Reseñó que “si un alumno no sabe resumir, no entiende un texto a los 14 años, fracasará no sólo en Lengua, sino en Historia, Matemáticas, Ciencias”, lo que le sirvió para animar a “los polos maniqueos contrarios en la política” a ponerse “de acuerdo” y a desarrollar una “ley educativa estable, consensuada y con una proyección futura y fecunda”.
Por su parte, Pedro Álvarez Miranda adujo que “para usar bien la lengua, hay que conocerla bien” y coincidió con Salvador Gutiérrez en encontrar la armonía entre el modelo competencial y el basado en la memorización. A su juicio, el declive del dominio del español entre los jóvenes responde a dos motivos: "La relajación de los niveles de exigencia” para asumir la condición de profesor, ya que en las oposiciones para serlo “se baja la nota por las faltas de ortografía y de acentuación”, a pesar de que debería estar asumido que “si un profesor comete faltas de ortografía, no puede ser profesor hasta que deje de cometerlas”; y la “relajación en el nivel de especialización del profesorado”, una rémora que se remonta al momento en que se crearon las asignaturas afines, aquellas que pueden ser impartidas por un profesor que no está especializado en ellas.
También conminó a auspiciar la “dignificación del profesorado”, máxime cuando “la retribución de los profesores es baja y la carga lectiva es elevada”. “Esto es una barbaridad para la calidad de la enseñanza”, apostilló.
A su vez, Carme Riera deploró que en la década de 1990 la Logse unificara en una misma asignatura Lengua Española y Literatura Española, lo que ha provocado que los profesores se vuelquen en la primera, dejando a la segunda “desamparada”. Afirmó que en el primer tercio del siglo XX existía una suerte de orgullo patrio por el hecho de que “el español era la lengua de Cervantes; la cohesión nacional la aportaba la lengua”, lo que le permitió comparar esa situación con la actual en el que el pegamento del país “lo aporta La Roja”, en referencia la selección española de fútbol.
Carme Riera defendió el modelo educativo basado en la memoria y la importancia de incentivar la enseñanza de literatura parafraseando a Manuel Azaña (1880-1939) al manifestar que “aquel que no ha leído ‘El Quijote’ está mermado moralmente”, para, a continuación, recordar la siguiente cita del escritor mexicano Octavio Paz (1914-1990): “La literatura sirve para recordar lo que somos”. Ignacio Bosque pidió la concreción de un “pacto político” en materia educativa, algo que “se ha intentado muchas veces, pero que parece que está cada vez más lejano”. Por ello, advirtió de que “los problemas de la educación no se miden por legislatura, sino por generaciones”.
Lamentó que en los documentos oficiales se soslaye un problema que afecta a “muchos jóvenes”: que son capaces de entender el significado de las palabras de forma aislada, pero son incapaces de “comprender el significado del conjunto de un texto”.
Ante este diagnóstico, el informe de la RAE plantea una serie de vías de solución: la exigencia de una expresión cuidada en profesores y alumnos en todas las asignaturas; el incremento de prácticas de escritura, redacción y expresión oral; uso de recursos inductivos en la enseñanza de conceptos lingüísticos; empleo de ejemplos cotidianos y cercanos en las explicaciones; fomentar los procesos argumentativos y de pensamiento crítico con recursos, como los debates en las aulas tan de la tradición inglesa; y separar las clases de expresión oral y escrita de aquellas otras en las que se enseñarían nociones elementales de gramática y de léxico y otros contenidos orientados a la reflexión de los estudiantes sobre el sistema lingüístico.
Asimismo propone técnicas de motivación de los alumnos; usar las nuevas tecnologías como herramientas, y no sustitutos, de aprendizaje; reconsiderar las fórmulas de evaluación de los estudiantes; no considerar el conocimiento de las unidades de análisis y terminología como un análisis final; la intervención de la Administración para salvar los problemas que los docentes encuentran en el ámbito de la investigación y que ésta favorezca la investigación empírica sobre cuestiones específicas a la enseñanza; extensión de los currículos y los programas; mejorar la preparación profesional de los profesores; remodelar las enseñanzas lingüísticas y literarias con participación de todos los implicados; y mayor implicación de las autoridades educativas en las competencias de los docentes.
También aboga por incluir la enseñanza de las lenguas clásicas en los planes de todos los alumnos, no sólo en los del Bachillerato de Humanidades; encontrar iniciativas para solucionar el problema de nivel en lenguas extranjeras (subtitular en lugar de doblar, cursos de inmersión en el extranjero, renovación métodos docentes o aumento de horas dedicadas en ESO y Bachillerato); y posibilitar que los alumnos de Bachillerato de todas las comunidades autónomas adquieran nociones elementales de todas las lenguas cooficiales, desde la máxima de que “un bilingüismo equilibrado haría que éste fuese tomado como riqueza y no como problema”.