Rebecca Solnit: «Gran parte de la desesperación viene de la amnesia»
En «¿De quién es esta historia?» reflexiona sobre el feminismo y otros temas candentes
Madrid Creada:
Última actualización:
Recordar el pasado es un perfecto impulso para sobrevivir en el presente. Aunque nos obstaculicen cada vez más al mirar hacia atrás, el mero hecho de intentarlo, y aún más de conseguirlo, permite afianzar un futuro, sí, incierto, pero también esperanzador. Dice Rebecca Solnit que «contar historias del pasado, y celebrarlo incluso, es algo muy importante», tanto para situarnos como para entendernos en nuestro presente. Y no existe actitud más valiente y repleta de personalidad que la de ser conscientes de los cambios que continuamente se producen en el mundo. La pensadora, historiadora, activista y ensayista publica «¿De quién es esta historia?» (Lumen), una obra que repasa los temas más candentes de nuestra sociedad desde una renovada perspectiva. El feminismo, el clima, la sexualidad, el género o la raza son algunos de los aspectos que Solnit recoge en estas páginas, con el objetivo de poner negro sobre blanco «la actividad sísmica provocada por los movimientos en defensa de los derechos humanos, por los cambios que experimenta el paisaje público», escribe en la obra.
Dice Solnit que «creemos que la desesperación viene de lo incierto del futuro, pero gran parte de ella viene de la amnesia». No hay mayor peligro que el que acarrea el olvido, pues «el mundo cambia de formas complejas y sorprendentes», asegura, y ello hay que tenerlo en cuenta por mucho que pasen los años. Por ello, justifica que gran parte de mi trabajo se ha centrado en reivindicar «que estoy a favor de la voz, del albedrío, la democracia, de la igualdad entre individuos. Hemos avanzado drásticamente a mejor en muchos de estos aspectos, pero aún veo que nos queda mucho camino por recorrer». Por ello, recuerda que «la solidaridad significa luchar por gente como nosotros, pero también por aquellos diferentes a nosotros».
En «¿De quién es esta historia?» Solnit plantea que nos encontramos en medio de una batalla por el dominio de la narrativa, en la cual los poderosos intentan aferrrarse a sus antiguos privilegios, pudiendo justificar la violencia para defenderlos, y otras voces minoritarias –de mujeres o personas racializadas– luchan por hacerse hueco en el elenco de la verdad. En este sentido, analiza movimientos como el #MeToo o el Black Lives Matter, así como casos como el de Harvey Weinstein. Todo ello, siguiendo la filosofía de George Orwell, cuando «planteaba que hay que defender nuestra propia capacidad de recuerdo. Hay que aprender a confiar y a desarrollar nuestra propia habilidad de decidir y observar, porque muchas veces lo que sucede es que la gente permite que se les dicte la realidad», explica la autora de «Los hombres me explican las cosas» o «Las rosas de Orwell». Plantea, por tanto, un ejercicio individual, pero que no tendría sentido sin vivirlo de manera colectiva, pues «la democracia depende de que tengamos ese concepto de conexión con los extraños, si no salimos y nos movemos nos perdemos», zanja.