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Los secretos de "la mejor película de la historia"

La productora y directora Marilyn Watelet visitará Tui para homenajear a Chantal Akerman en el marco del Festival Play-Doc, que se celebrará entre el 26 de abril y el 1 de mayo
Los secretos de "la mejor película de la historia" / «Jeanne Dielman, 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles», la mejor película de la historia para la revista «Sight & Sound»
Los secretos de "la mejor película de la historia" / «Jeanne Dielman, 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles», la mejor película de la historia para la revista «Sight & Sound»JANUS FILMS / CHANTAL AKERMAN FONDATION
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

París Creada:

Última actualización:

Con polémica, pero abrazando casi la justicia poética, la película «Jeanne Dielman 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles» (1975), de la directora belga Chantal Akerman, fue coronada a finales del año pasado como «la mejor de la historia», por la prestigiosa publicación británica «Sight & Sound». La elección, ni mucho menos exenta de polémica por cómo modifica el canon cinéfilo contemporáneo, provenía desde un argumento de autoridad, puesto que la lista elaborada por la revista respondía a la votación directa de los nombres más relevantes del séptimo arte: Martin Scorsese, Wes Anderson, Guillermo del Toro, Sofia Coppola, Alejandro G. Iñárritu, Paul Schrader u Oliver Stone eran parte del cuerpo de hasta 1.600 votantes que acabó coronando a la película independiente, de casi tres horas y media y desconocida para el gran público, como la mejor.
«Creo que para entender la relevancia de la película, lo que significó y sigue significando, hace falta contexto. Vista hoy en día, lo entiendo, puede hasta resultar aburrida a las nuevas generaciones. Pero, ¿qué sería del cine sin el cómo, sin entender el camino?», explica a LA RAZÓN, desde el lugar más sincero posible, la productora y realizadora Marilyn Watelet, amiga desde la infancia de Akerman y pieza clave en el proyecto original del filme. Ya con las aguas calmadas tras el revuelo por la elección de «Jeanne Dielman...», que vino a sustituir y a superar a clásicos incontestables como «Vértigo», de Hitchcock, o «Ciudadano Kane», de Welles, Watelet se abre acerca de aquella presentación de la película al mundo entero, en el Festival de Cannes de 1975: «No fue nada bonito. Muchas veces, se cita al crítico que la alabó como la primera gran obra maestra de una mujer en el cine, y me parece una cita increíblemente condescendiente. No solo por obviar todos los trabajos anteriores, sino porque la opinión general, en ese tiempo, fue que la película era mala. La sorpresa ha sido una victoria», ríe la cineasta.
Watelet, a la izquierda, produjo "Jeanne Dielman..." gracias a Paradise Films y una subvención del Gobierno belga
Watelet, a la izquierda, produjo "Jeanne Dielman..." gracias a Paradise Films y una subvención del Gobierno belgaJANUS FILMS / FONDATION CHANTAL AKERMAN
¿Y qué es, entonces, «Jeanne Dielman 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles»? ¿Por qué se reivindica hoy entonces como una gran película? El cambio, además de social y contextual olas de feminismo mediante, bien puede pasar por lo referencial. Watelet, explica, ha perdido la cuenta de las nuevas directoras que le han agradecido sacar el proyecto adelante, inspirar de un modo u otro sus carreras. No es tanto que el filme de Akerman sea grande por sí mismo, que también, sino que su impacto debe medirse por su capacidad de réplica, de homenaje y hasta de imitación. «Sabíamos que la película iba a subir en el ranquin respecto al último, hace diez años, pero no esperábamos sinceramente que se colocara la primera. Una siempre tiene la esperanza de que así la película pueda ser descubierta por generaciones nuevas, pero tampoco soy una ilusa», completa una Watelet que siguió produciendo a Akerman hasta su último filme.
Y continúa, sobre una película que, en los círculos más cinéfilos, se ha debatido siempre desde un prisma femenino y feminista, puesto que la gran mayoría de su elenco estaba formado por mujeres. Dicho proceso, se puede comprobar en "Autour de Jeanne Dielman" que, como el propio filme, está disponible en Filmin. «Fue un mal rodaje, porque valía con ser mujer para entrar», recordó, incluso, con sorna Akerman en una entrevista. «Se me pregunta muchas veces por cómo recuerdo aquello y siempre es con felicidad. Chantal (Akerman) se rodeó, al menos en el rodaje, de amigas y conocidas. Y, de hecho, así es como levantamos la producción. Necesitábamos al menos a siete personas que pudieran aportar el mínimo para acceder a las ayudas del gobierno belga, así que montamos una cooperativa a lo que ahora serían unos 25 euros por cabeza. Presentamos un guion, del que luego nos desentendimos, y con la subvención ya nos pusimos a trabajar», cuenta Watelet, acreditada originalmente como guionista en los diarios de rodaje.
«Me emociona haber conocido a la Chantal amiga, antes que a la cineasta. Era una persona mucho más dubitativa, más vulnerable que esa imagen que luego se construyó como directora cerebral», confiesa la productora, que visitará España esta semana en el marco del Festival Play-Doc de Tui, que celebra su XIX.ª Edición entre el 26 de abril y el 1 de mayo. Además de «Jeanne Dielman...», la localidad gallega acogerá los pases de cuatro obras inéditas de Akerman, de la mano de Céline Brouwez, directora de la fundación que lleva su nombre. «A veces tengo la sensación de que Chantal se construyó una autobiografía llena de fantasía para proteger su propio espacio personal», añade Watelet.
Y se despide, de nuevo sobre los precarios orígenes de una Paradise Films que, sin saberlo, acabaría siendo la matriz y productora de «la mejor película de la historia»: «Fue mucho más fácil levantar la compañía de lo que me gustaría contar, para darle épica. Incluso siendo mujeres, incluso siendo jóvenes. Los setenta en Europa fueron un tiempo extraño, menos libre que el actual, claro, pero lleno de posibilidades que ahora no existen. El cine se ha profesionalizado hasta el punto de no dejar entrar a la gente de los márgenes que, seguro, tiene cosas interesantes que contar», se despide, no sin antes reivindicar, además de la «News From Home» (1976) de Akerman, trabajos casi olvidados en nuestra era, como el de Claire Clouzot.