Segunda República: los muertos olvidados entre la euforia del 14 de abril
Pacó Cerdà reconstruye los hechos de ese día en un libro donde narra cómo lo vivieron las personas corrientes y da cuenta del elevado número de fallecidos que hubo
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Durante los dos últimos años, Pacó Cerdà vivió en un único día: el 14 de abril de 1931. El escritor, rodeado por los diarios de ese martes, deseaba conocer, no lo que consignaban las grandes monografías, ensayos y estudios, la Historia denominada en mayúsculas, sino el torrente de acontecimientos y hechos minúsculos que trabaron las horas en las que se proclamó la Segunda República. «Aquella jornada fue más tensa de lo que creemos o de lo que describe el relato que ha llegado a nosotros. Sin duda, estuvo marcada por la esperanza y las ilusiones, que inundaron las plazas y calles de España, pero, también, en cierto modo, se ha perdido por el camino la tensión que se palpaba en las cárceles, en las últimas cargas violentas de la Guardia Civil o en el entorno del Palacio Real. Fue nuestra revolución, aunque no se haya leído nunca así, porque los republicanos tomaron el poder con audacia y saltándose la legalidad... aunque fue una revolución necesaria». El resultado es «14 de abril», Premio de No Ficción de la editorial Libros del Asteroide, que también ha obtenido el Premio de los Libreros navarros. Una obra que conjuga la lente del periodismo con una una prosa de enorme estilo literario y que profundiza con audacia en todo lo que no se cuenta de esa emblemática fecha.
Hubo muchos 14 de abril, no uno solo.
Es un error dividir ese día entre dos españas. Es un maniqueísmo simplista. Hubo muchos 14 de abril. Apostaría que había muchas españas entonces. Estaban los monárquicos; los republicanos, que eran una conjunción diversa de sensibilidades; los anarquistas, que recelaban de esa república burguesa; los nacionalistas catalanes y una España rural, ignorada, que no contaba su opinión, porque todo se decidía en las ciudades. El reduccionismo es la moneda corriente con la que se ha tratado aquella jornada.
"Nos hemos emborrachado de himnos y banderas sobre el 14 abril"Paco Cerdà
¿Qué te ha sorprendido más?
La violencia. Leí todos diarios del 14, 15 y 16 de abril. Lo hice sin leer antes cualquier libro sobre esos momentos de la República, aprovechar la ignorancia inicial para ver qué impresión sacaba y lo que me impresionó fue que hubiera tantos muertos. No están en el relato oficial esas personas minúsculas, que han quedado al margen de la gran historia. Esos muertos son un símbolo, y a la vez un gran presagio de la intensidad que marcó la jornada. No fue una revolución plácida, aunque cuál la es. Por otro presagiaba el emponzoñamiento de odio que iba a imperar en los años 30 en España. Eran los años pasados de revoluciones en toda Europa. Ese 14 de abril hubo violencia simbólica y no simbólica, por eso he destacado a esos anónimos. La República acabó para ellos ese 14 de abril. Para mí, eso es lo importante. Creo que nos hemos emborrachado de himnos y banderas sobre el 14 abril. Hay pocos rostros de ese día.
¿Qué nos dicen esos muertos?
Nos dicen que nunca se avanza de manera gratuita, que la historia no se construye sin los sufrimientos de algunos, nos dice que todo cuesta mucho, que la espiral de caciquismos, desigualdades y analfabetismo de la España de 1931 exigía más que un esfuerzo. La pregunta que siempre me hago es: ¿Compensa individualmente? Colectivamente, sí, son pasos adelante, pero hubo muchos que lo pagaron con el exilio o la muerte. El nacimiento de la Segunda República no se explica sin los sufrimientos previos. Esas muertes, aparte de subrayar el lado más humano de la jornada, prefiguran el fin de una determinada España. La muerte de Alfonso XIII como rey, la desaparición de un país caduco en su concepción, la España de la Restauración, que no da para más. Esa España anterior ha llegado a su fin y se abre a una España moderna, con voluntad democrática y más parecida a Europa. Pero claro, tantas expectativas también contribuyeron para que después la República no contentara a todos y no colmara los ideales de las plazas y las calles.
¿Con quién tienes más empatía o quién te despierta menos lástima?
He intentado quitarme toda venda de prejuicios ideológicos y mirar esas vidas como si fueran las de un hermano. Hay una cámara del Rey, que le hacía las maletas, que había dedicado toda su vida a cumplir con su deber... O la reina. Cualquiera puede tener preferencias como forma de Estado, pero ella tenía ese día a su hijo en la cama enfermo y, a la vez, una masa vociferando alrededor del Palacio. Es complicado no tener compasión en esa clase de situaciones... pero también sientes lástima del encuadernador o la pescadera que son abatidos... pero ver ese día con la perspectiva de noventa años, no deja de evocar en mí esta empatía por lo que podía haber sido y lo que fue para ellos.
"El 14 de abril fue una utopía necesaria, pero, por desgracia, acabó en distopía"Paco Cerdà
¿Cómo ve ese brote de alegría sabiendo lo que ocurrirá luego?
El sentimiento sería de «saudade». Una triste alegría. El libro lo escribo con una premisa: el narrador que escribe no sabe lo que va a pasar el 15 de abril. Pero cuando pienso en eso... lo que te queda es el sinsabor... Después de una explosión de esperanza, una explosión de horror. A pesar de ello es interesante ver como se activan los botones de la utopía y ver qué pasa cuando un pueblo se une y genera esa capacidad de ilusión colectiva.
¿La Segunda República fue una utopía?
Hay como dos almas en las utopías. Hay que poner de relieve varias cosas. Las utopías han devenido en auténticos horrores y por eso ha caído sobre ellas un manto de prejuicios y prevenciones que son injustas, porque, en el fondo, necesitamos la utopía como motor de progreso. Muchos avances que ayer fueron utopías, hoy son realidades, como la igualdad, el derecho al voto... sin utopías no hay progreso, pero prometer paraísos también suele acabar mal. El 14 de abril fue una utopía necesaria. Por desgracia acabó en distopía, aunque también acabó por un golpe de Estado después de años de enconos y con un enfrentamiento creciente. Todo es más complejo de lo que se suele subrayar. Pero renunciar a las utopías sería renunciar a la fe en el progreso y el futuro, y si nos roban el futuro poco nos queda.
"La idealización en exceso nos aparta de lo que fue en realidad aquella jornada"Paco Cerdà
La Segunda República ilusionó y después decepcionó. Salvando las distancias, vivimos un proceso parecido en nuestra democracia.
Para que haya un desencanto tiene que haber una condición previa: una gran expectativa. Las expectativas generan desencantos, pero también es cierto que aquello que no despierta ilusión, no. La Transición y la Segunda República despertaron esperanzas. En ambos casos salíamos de una dictadura. El 14 de abril se convirtió en mito. Para mí es un riesgo acabar en la retrotopía. Situar en el pasado una utopía sería faltar al espíritu de transformación que abanderaba la República, que creía en un futuro mejor. Es necesario cultivar la memoria en la democracia, pero no puede ser el motor para mejorar el futuro. Existe el riesgo de ubicar en el pasado el mejor escenario posible, esa idealización en exceso nos aparta de lo que fue en realidad aquella jornada y nos separa de mirar el futuro.