"Abre el ojo": La incorrección de los clásicos
Vasco ha querido mostrarnos cómo en otros tiempos mucho más restrictivos los buenos autores, sin abanderar nada, seguían subvirtiendo una y otra vez la realidad social con sus obras
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Autor: Francisco de Rojas Zorrilla. Director: Eduardo Vasco (también responsable de la adaptación). Intérpretes: Rafael Ortiz, Elena Rayos, Alberto Gómez Taboada, Manuel Pico, Jesús Calvo, Celia Pérez, Mar Calvo, Anna Nácher, Daniel Santos. Teatro Fernán Gómez, Madrid. Hasta el 29 de octubre.
Saltando de textos más conocidos a otros más olvidados aunque igualmente valiosos dentro del inagotable patrimonio del Siglo de Oro, y después de haber montado recientemente Amo y criado, el director Eduardo Vasco ha decidido detenerse más tiempo en Rojas Zorrilla y poner en pie ahora otra obra del autor toledano: Abre el ojo (o Abrir el ojo, como aparece titulada originalmente en la primera edición de la Segunda parte de comedias de Rojas Zorrilla). Se trata de una desenfadada función que sorprenderá a más de uno por su irreverencia y que llega a la cartelera, por tanto, en el momento más oportuno. Ahora que el puritanismo se está metiendo a tantos creadores en el bolsillo con su corrección simplista, parece que Vasco ha querido mostrarnos cómo en otros tiempos mucho más restrictivos los buenos autores, sin abanderar nada, pero lejos de doblegarse, seguían subvirtiendo una y otra vez la realidad social con sus obras. Una de las originalidades de Abre el ojo con respecto a otras comedias de enredo de su misma época es que en ella las argucias de los personajes no tienen un fin ético que las justifique. Todos se mueven de principio a fin por un interés egoísta que no hace sino poner de manifiesto lo poco fiables que pueden ser las personas en sus relaciones sociales y amorosas, sin diferencia de sexo ni clase social, y lo patéticas que llegan a ser para alcanzar sus objetivos.
Fiel a su estilo artístico, el director ha concebido, con la ayuda de Carolina González como responsable de la escenografía, un espacio austero y funcional -marcando sin excesivos adornos el interior de la casa de dos de los personajes- para que la acción pueda discurrir sin trabas de acuerdo al ritmo que demanda el propio enredo que la sostiene. A la hora de situar con claridad esa acción, es cierto que el movimiento de los personajes genera cierta confusión; pero la trama se entiende y se sigue con absoluta claridad. Eso se debe también al más que correcto trabajo de los actores, algunos de los cuales tienen ya un notable bagaje con el verso y han coincidido anteriormente con el director, si bien es verdad que, en el juego dramático, la excelente comicidad que brindan las situaciones no termina de emerger a veces en todas las interpretaciones. Dentro del elenco, cabe mencionar en esta ocasión a la poco conocida Mar Calvo, no tanto porque brille más, en un papel en verdad bastante secundario, sino porque se adivina en ella un fantástico potencial al aprovechar tan bien cada una de sus intervenciones.
Hay que destacar por último, como es habitual en los montajes de Noviembre Teatro, el vestuario de Lorenzo Caprile y el simpático uso de la música, que suena siempre sencilla y pegadiza acompañando esta vez una letra tan irónica y gamberra como lo es la propia obra.
- Lo mejor: Es una gran comedia, transgresora en muchos aspectos, bien leída y bien contada.
- Lo peor: Falta algún que otro estallido de comicidad interpretativa en algunas situaciones que lo piden.