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Calixto Bieito baja a Shakespeare a los infiernos del Teatro Real con "Lear"

Se estrena en España la ópera de Aribert Reimann inspirada en el texto del Bardo; una producción con dirección musical de Asher Fisch y con el barítono Bo Skovhus en el papel principal
Bo Skovhus (sin camiseta), en la piel de "El rey Lear"
Bo Skovhus (sin camiseta), en la piel de "El rey Lear"Elisa Haberer / Opéra national de Paris

Madrid Creada:

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Berlioz sólo escribió una obertura de «El rey Lear», Debussy no fue más allá de los dos primeros números de la música que había acordado escribir para la producción de André Antoine, y Verdi, que postergó sin cesar esta tragedia «vasta y tortuosa» que lo había perseguido desde 1843, confesó al final de su vida que la escena de Lear en el páramo lo había aterrorizado. Ninguno de estos compositores que lo intentaron fue capaz de culminar con éxito su visión del envejecido monarca de William Shakespeare. Fue la perseverancia del legendario barítono Dietrich Fischer-Dieskau quien convenció a Aribert Reimann (Berlín, 1936) para escribir una ópera a partir de «El rey Lear», que se lo pensó durante cinco años antes de atacar un proyecto que vivió «como una espada de Damocles colgando sobre mi cabeza» –según confesó–, pero eso no impidió que se lanzase a vivir el proceso compositivo como una verdadera obsesión. Reimann acordó con su libretista Claus Hennberg mantener la esencia del texto original, reduciéndolo sustancialmente para dejar espacio a la música como verdadero germen del drama. Finalmente, «Lear» fue estrenada como drama en dos partes el 9 de julio de 1978 en Múnich con gran repercusión en el mundo lírico, y es considerada hoy una de las más importantes partituras operísticas del siglo XX, hasta el punto de llevar más de 20 producciones tras su estreno, algo poco habitual en la actualidad.
Esta de Calixto Bieito, concebida para la Ópera de París en 2016, llega a España por primera vez y es una de las obras damnificadas de la pandemia, que poco a poco van viendo la luz, y una muestra más de la apuesta del Real por programar las grandes óperas del siglo XX. Con dirección musical de Asher Fisch, que vuelve al Real tras su éxito en «Capriccio», de Richard Strauss, en 2019, el Real ofrecerá seis funciones de «Lear» del 26 de enero al 7 de febrero. Fisch estará al frente de un reparto coral con 12 solistas, encabezado por el barítono Bo Skovhus (El rey Lear), la soprano Susanne Elmark (Cordelia), Ángeles Blancas (Goneril) y Erika Sunnegårdh (Regan), junto al Coro y Orquesta del Teatro Real. En palabras del maestro, «se trata de una partitura de lo más moderna, el excelente libreto de Hennberg recoge un 20% del texto poético de Shakespeare, pero logra captar su esencia ahondando profundamente en los temas que aborda»: la ceguera del poder, la ingratitud filial, la salud mental, el paso del tiempo, la ambición desmedida, las relaciones tóxicas, el egoísmo, la locura o la vejez. «Convencido de que al despojarse de su corona su autoridad va a continuar inamovible, en un ataque de narcisismo delirante y de orgullo ciego, Lear decide repartir su reino entre sus hijas según la adulación que estén dispuestas a pregonarle», escribe Joan Matabosch. Dos de ellas, Goneril y Regan, se deshacen en halagos hacia su padre mientras que la menor, Cordelia, dice quererlo solo como padre, algo que no pareció suficiente al rey y la castigó, pero el tiempo demostró que Cordelia era la única hija digna del trono.
En un intento de verbalizar la magnitud y profundidad de la tragedia, Calixto Bieito califica «Lear» como «una Capilla Sixtina. Es una obra inabarcable, el rey toma una decisión que provoca el silencio y la destrucción de la familia. La violencia es un componente importante en Shakespeare, pero en esta es diferente, la utilizo de forma contenida, con un tempo muy lento –explica–, pero todo está ahí, las malas energías o los malos pensamientos que producen enfermedades, la vanidad y la codicia, motores que mueven el mundo». Para el director escénico, «de todas las obras de Shakespeare que he hecho, “Lear” es la más complicada porque necesitas que todos sean solistas, y es muy difícil armonizar esa galaxia».
Para la escenografía, Bieito se ha apoyado en Rebecca Ringst y la iluminación de Franck Evin, que muestran un mundo oscuro y sombrío que se va desmoronando. «Hemos creado un espacio quemado de maderas, que puede ser un teatro, un palacio o un espacio abierto, lleno de iconografía de pintura barroca española y del expresionismo alemán, de histeria contemporánea, de neurosis, de la necesidad de compasión y de consuelo».
Yves Lenoir, responsable de la reposición, se pregunta por qué esta obra provoca vértigo en el espectador: «Porque es como si te pusiera delante de ti mismo», responde. Cuenta que Bieito le hablaba en París de su relación personal con Lear para explicar su enfoque. «La utilización del cuerpo, y especialmente de la piel, le viene de la experiencia de la muerte de su padre, de joven durmió con él hasta que murió, estuvo en su cabecera viendo ese abandono progresivo del cuerpo que va perdiendo el aliento y el vínculo con el mundo, y ese recuerdo quedó anclado en su memoria. Otra imagen de Bieito es la de pelar una cebolla, donde vamos quitando capas y al final no queda nada, este “nothing” que Shakespeare repite 29 veces en la obra y él quiere interpretar en qué consiste».
[[H2:Un personaje «imposible»]]
De tantas veces como ha representado al rey Lear, el barítono danés Bo Skovhus es ya un icono y una referencia del personaje, y cuenta que cada vez que abre la partitura se dice «esto es imposible» y la tira a un rincón, pero luego, «poco a poco uno va entrando en el papel, aprendiendo qué quiere decir Reimann, qué quiere representar con tantas pequeñas notas delante de las notas, que expresan su absoluta dificultad desde el punto de vista musical. Pero para mí –explica Skovhus–, lo fundamental en esta obra es el interrogante, ¿qué hacemos con las personas mayores? ¿No forman parte ya de la sociedad, nos molestan, las encerramos en residencias? Antes no era así, permanecían con las familias, que los cuidaban. Este rey es lo suficientemente insensato como para repartir el poder entre las personas que más quiere y se encuentra expulsado de su casa y de sí mismo, desamparado y algo perdido en una situación que refleja gran inhumanidad y su pregunta para mí es vital: ¿Alguien me conoce? ¿Quién puede decirme quién soy tras repartir mi reino? Todos nos hacemos mayores y recorremos ese camino. ¿Cómo envejecemos, ya no servimos para nada? Lear lucha contra esta realidad, quiere que alguien le diga que sigue valiendo para algo, y esto para mí es esencial», concluye.
COMO IR AL PRADO
►Calixto Bieito desarrolla su puesta en escena en un espacio conceptual delimitado por estacas de madera chamuscadas y una iconografía simbólica que va del Barroco español al Expresionismo centroeuropeo, «imágenes de cuadros reconocibles que nos interpelan y generan un vértigo interior –explica Yves Lenoir–. Lear, consciente de su decadencia, de anciano enfermo ya cerca de la muerte, se tumba sobre un lienzo blanco que recuerda a «Lamentación sobre Cristo muerto», de Mantegna, o «La pietá», de Miguel Ángel, con Cordelia atendiendo a su padre, que después se invierte, con Lear llevando en brazos el cuerpo exangüe de su hija».Bieito hace de Lear una figura poética de la Pasión donde cada escena pictórica evoca una estación en su descenso hacia la muerte.