Teatro
Crítica de 'Un tranvía llamado deseo': La ilusión desvanecida ★★★☆☆
Se está representando estos días una de las obras señeras de la dramaturgia estadounidense del segundo tercio del siglo XX
Autoría: Tennesse Williams. Dirección y adaptación: David Serrano. Interpretación: Nathalie Poza, Pablo Derqui, María Vázquez, Jorge Usón, Carmen Barrantes... Teatro Español (Sala Principal), Madrid. Hasta el 27 de julio.
Incluso ya metidos en estas fechas veraniegas de final de temporada -las peores en Madrid para conseguir que el público se desplace hasta una sala desafiando la canícula vespertina-, el Teatro Español sigue estando sorprendentemente abarrotado cada tarde. Se agotan las localidades de ‘El barbero de Picasso’, programada en la Sala Margarita Xirgu, y se agotan también, y no son pocas las que salen a la venta, en el espacio principal del histórico coliseo municipal, donde se está representando estos días una de las obras señeras de la dramaturgia estadounidense del segundo tercio del siglo XX: ‘Un tranvía llamado deseo’.
El conocido texto de Tennessee Williams, escrito en 1947 y llevado con gran éxito al cine cuatro años después por Elia Kazan, cobra ahora nueva vida en un montaje -afortunadamente en los tiempos que corren, nada maniqueo- que dirige David Serrano y que cuenta con un formidable reparto encabezado por Natalie Poza (Blanche Dubois), Pablo Derqui (Stanley Kowalski) y María Vázquez (Stella Kowalski). Jorge Usón, Carmen Barrantes, Rómulo Assereto, Mario Alonso y Carlos Carracedo acompañan al trío protagonista de esta historia sobre vidas fracasadas, sobre la manipulación y la violencia que podemos ejercer cuando nos sabemos impunes y sobre la obstinada fantasía queriendo abrirse paso en una realidad hostil.
Como es habitual en sus trabajos, Serrano trata ante todo de escuchar el texto y de favorecer que sea este, en sí mismo, el que guíe de manera clara y directa a los actores en el curso de la acción, sin proponer pretenciosas “originalidades” ni incómodas disonancias ni tediosos barroquismos. Acostumbrado como está al público del teatro comercial y los musicales, que busca puro entretenimiento más que cualquier otra cosa, y apoyado en un gran equipo artístico, el director traslada con pragmatismo al lenguaje escénico -explotando incluso la comicidad soterrada que cabría hallar en algunas escenas- este intenso y descarnado drama de perdedores en el que todos sobreviven, algunos mejor que otros, parapetados en el autoengaño. En cuanto a las interpretaciones, a pesar de que Pablo Derqui y Natalie Poza son dos actores como la como la copa de un pino, se echa en falta la pulsión sexual que uno presume que hay entre sus respectivos personajes. Por otra parte, hubiera sido conveniente explorar otros caminos y evitar que algunas composiciones de personajes parezcan remedos de otras anteriores ya conocidas.
- Lo mejor: El drama sigue siendo potente y crudo, y el montaje cuenta con muy buenos profesionales para que eso no se desbarate. Además, destaca la interpretación de María Vázquez.
- Lo peor: La excesiva duración de algunas escenas y esa arraigada costumbre de interpretar siempre a Blanche, por bien que se haga, con el mismo tono de voz y la misma cadencia en el habla.