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Escenarios
Mario Gas repite "suicidio" 22 años después
El actor regresa con el monólogo de Henri Roorda cuando se cumplen cien años del fallecimiento del humanista suizo

Terminarán las funciones de «El pesimismo alegre (Mi suicidio)» en la sala pequeña del Teatro Español (la Margarita Xirgu), y cinco días después (el 7 de noviembre) se cumplirán cien años exactos de la muerte de Henri Roorda tras un disparo en el corazón. Una circunstancia que el profesor de Matemáticas, sociólogo, autor, humanista, pedagogo... relató de la manera más honesta en «Mi suicidio».
Para el director de la pieza, Fernando Bernués, estamos ante un texto «clarividente, crítico, tierno y muy humanista». Resumiendo: «Una clase magistral sobre la vida». Por su parte, Mario Gas, quien repite 22 años después en la piel de Roorda, se refiere a él como un hombre «sin acritud y que escribe desde la lucidez» sobre los temas que pasaban hace un siglo y que todavía hoy «nos tocan la fibra». «Nadie imagina que es un texto escrito hace cien años», puntualiza Bernués sobre su «vigencia»: «Pasa por muchos sitios y todos son certeros. Incluso hay un momento en el que pasa por la eutanasia y en el que dice que si las leyes las promulgaran hombres de bien se facilitarían las cosas».
Será por esa actualidad por la que el montaje apenas ha cambiado: «Solo en la puesta en escena», que, como dictan los tiempos, «ha ido hacia lo mínimo», añaden.
Mentir por obligación
Aun sin los motivos claros de por qué el autor actuó así, el intérprete –y responsable de la dramaturgia junto a Bernués y Vicky Peña– intuye «que se siente culpable de que una hija, mujer o amante esté en una situación desesperada; o que tiene muchas deudas»; pero, sobre todo, su muerte es «una decisión filosófica», sentencia Gas.
Desde luego que Roorda se mostraba contundente el 6 de noviembre de 1925: «Querido amigo, ayer te mentí. Tenía la obligación de ser prudente, pues no quiero que nada me impida suicidarme. Cuando recibas esta nota, estaré muerto (a menos que haya fallado). He abusado mucho, de lo mío y de lo de los demás, y eso es irreparable. Adiós». Es la nota que dejó escrita el profesor y que Bernués y Gas recuperan por segunda ocasión.
«Hay que verbalizar el suicidio, es algo que se oculta, entonces y ahora», señala el intérprete sobre una pieza en la que el protagonista es un hedonista «al que le gusta la vida gozosa» y donde se desgranan las paradojas de la vida moderna de la Viena de principios del XX, pero también hoy, «como el dinero, el individuo que se dedica a especular, el capitalismo, el placer, el matrimonio, la rutina, la vejez, el amor, la educación, el Estado...», enumera Gas. Será él quien dé la visión de aquel hombre «vitalista» –defiende– sobre su entorno y su propia vida momentos.
Un poco de izquierdas
Roorda se suicidó tras el libro, sin embargo, su adiós no hizo más que cargar cada línea de su discurso con ironía para pasar «revista al sometimiento del hombre al Estado con sutilidad y ternura, alejado de la pedantería», sostiene un actor que muestra su felicidad por que este texto sea «un poco de izquierdas, libertario, anarquista en el mejor sentido de la palabra».
Gas afirma que pese a las guerras, a Trump, a la situación decepcionante de España y de Europa, el cambio climático..., «hay que tener esperanza en el ser humano, en que pueda levantarse y deje de ser tan depredador y se acabe esa sociedad tan elitista, de ahí la mención al pesimismo alegre».
- Dónde: Teatro Español, Madrid. Cuándo: hasta el 3 de noviembre. Cuánto: 18 euros.
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