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¿Y si el teatro soluciona la situación de Taiwán?

Rimini Protokoll se reunió con numerosos artistas, industriales y diplomáticos para pintar un retrato de una región muy particular
La compañía alemana ha partido de encuentros reales para levantar esta ficción
La compañía alemana ha partido de encuentros reales para levantar esta ficciónClaudia Ndebele

Madrid Creada:

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En 1945, Taiwán se convirtió en miembro original de las Naciones Unidas e incluso en miembro de pleno derecho del Consejo de Seguridad como "República
de China". Pero en 1971 Nixon restableció relaciones armónicas entre Estados Unidos y China continental, y Taiwán tuvo que abandonar la ONU. Desde entonces, esta región ha luchado por su reconocimiento diplomático (recordemos que está excluido de organizaciones internacionales como la OMS o la UNESCO). Tan solo catorce de sus misiones diplomáticas tienen estatus de embajadas y, ahora que todavía resuenan los ecos de los Juegos de París, sus atletas corren bajo la bandera de "Chinese Taipei".
Así, China ha dejado claro una y otra vez en la escena internacional que Taiwán no es un país independiente y que bajo ninguna circunstancia debería ser considerado como tal, ni siquiera representado así en un mapa. Pese a contar con aliados y socios comerciales en el panorama internacional, nadie puede darse el lujo de enemistarse con la segunda economía más grande del mundo. "Por lo tanto, Taiwán es solo la parte más visible de un dilema global", resumen los chicos de Rimini Protokoll. Un territorio único que ha ido perdiendo casi toda su representación diplomática oficial.
De la mano de Stefan Kaegi, los alemanes vuelven a España (al Centro Dramático Nacional), en esta ocasión, con "This is not an embassy [made in Taiwan]", una pieza que nace de una residencia artística de Kaegi en Taipéi: se reunió con numerosos artistas, industriales y diplomáticos para pintar un retrato de Taiwán. Y ahora, a través de las historias de una activista digital, un ex diplomático y una música y heredera de una empresa de té de burbujas se cuentan distintos puntos de vista sobre la situación de Taiwán mediante modelos, simulaciones y proyecciones de vídeo. Juntos, crearán el sueño de una embajada efímera, donde la ficción teatral se entrelaza con la historia cultural y política de esta región poco conocida al tiempo que se pretende formar un retrato a modo de espejo de las democracias europeas.
Kaegi conoció a Chiayo Kuo, Debby Szu-Ya Wang y David Chienkuo Wu cuando estaba en Taipéi, la mayor ciudad de Taiwán. Chiayo Kuo se describe a sí misma
como "activista digital" y organiza actos en todo el mundo cuyo objetivo es aumentar los lazos con la isla; Debby Szu-Ya Wang es música y heredera de una empresa de té de burbujas; y David Wu es diplomático jubilado que hasta hace poco trabajaba en oficinas y delegaciones taiwanesas de todo el mundo. Los tres están profundamente apegados a sus raíces taiwanesas. Un apego que, visto desde Europa, junto a sus historias, pueden sorprender, "pero está estrechamente ligado a la singular situación geopolítica de Taiwán", apunta la compañía.
Sin embargo, los tres no perciben su historia de la misma manera. Al igual que la República de China de Chiang Kai-shek, David Chienkuo Wu está integrado en la cultura china y ve en Taiwán su encarnación perfecta; Chiayo Kuo adopta una postura más crítica y busca activamente abrir nuevas perspectivas libres del flujo
histórico del último medio siglo, que comenzó con la autoridad marcial del líder nacionalista; y Debby Szu-Ya Wang, tanto a través de la música como de los
negocios, defiende otra visión no política que permita a los artistas circular libremente y a las empresas desarrollarse.
Sus diferencias se convierten en debates en torno a la posible apertura de una embajada ficticia, colectiva y temporal sobre el escenario del teatro. Como portavoces de un territorio, pueden contar mejor su historia al público, la historia de un territorio a la vez lejano y cercano, tan parecido y tan diferente, donde se pueden explorar formas de practicar la democracia, en un contexto de herencias múltiples y étnicamente diversas: "El teatro es el lugar de la representación. En el teatro nos identificamos y empatizamos con protagonistas que defienden algo más grande que ellos mismos. ¿Y si el teatro construyera la muestra portátil de un país que parece a la vez una versión antigua y futurista de China, un reflejo precomunista y postotalitario de ella? ¿Y si el teatro organizara la representación temporal y nómada de este territorio que, aunque no pudiera existir oficialmente como nación, existiera sin embargo en escena en cada representación?", se pregunta Kaegi.
Junto con el videoartista Mikko Gaestel, Stefan Kaegi y el escenógrafo Dominic Huber construyen un modelo arquitectónico transformable de un edificio complejo. Utilizando esta maqueta como plató de cine en miniatura, antiguos y futuros embajadores de Taiwán, jóvenes y mayores, simulan la fundación de una embajada prohibida de Taiwán.
Con pequeñas cámaras en la mano, se inclinan sobre el tejado abierto del edificio y filman marionetas de sí mismos participando en recepciones, reuniones políticas o en el departamento consular. En este espacio ficticio, reconstruyen momentos en los que sus vidas privadas se encontraron con puntos de inflexión de la historia mundial. Con la ayuda de una pantalla verde, pueden incluso «encogerse» y proyectarse en la maqueta. Escena tras escena, el edificio se va convirtiendo en una versión en miniatura de su ya pequeño país.
  • Dónde: Teatro Valle-Inclán, Madrid. Cuándo: del 20 al 22 de septiembre. Cuánto: 20 y 25 euros.