Escaso brillo y ninguna casta con la de Dolores Aguirre en Bilbao
Deslucido juego de la corrida para la segunda del abono de las Corridas Generales
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El segundo festejo de la feria de Bilbao resultó de principio a fin un opaco espectáculo a causa de la nula casta de los voluminosos astados de la ganadería de Dolores Aguirre, lidiados ante una paupérrima entrada de público en los tendidos del reformado coso de Vista Alegre.
No fueron muchas más de 1.500 personas, en tarde de fútbol en el cercano San Mamés, las que tuvieron que soportar un festejo anodino y condenado al fracaso por unos toros de tanto volumen como ayunos del más mínimo fondo de raza, por mucho que los benévolos -con los astados- militantes del torismo les aplaudieran en el arrastre.
La modesta terna de matadores, que tampoco contribuyó al tirón del cartel en las taquillas, bastante hizo con darles pasaporte de la manera más digna y breve posible, y con aprovechar, en muy escasos instantes, las menguadas opciones de un par de tan aparatosos ejemplares.
Damián Castaño, por ejemplo, tuvo la suficiente fibra y habilidad técnica para empalmarle al segundo, como si fueran muletazos ligados, un puñado de sus medias arrancadas hasta que el manso se rajó y buscó las tablas.
Y, del mismo modo, también supo aprovechar la cálida ovación que le tributaron tras pincharlo para marcarse una vuelta al ruedo por su cuenta, que sería la única de la tarde, una vez que el quinto se paró para soltar solo secos cabezazos a las telas del salmantino.
Román tuvo igualmente su mínimo opción de lucimiento con las primeras y prontas embestidas del tercero, al que llamó y toreó directamente en los medios, aunque todo quedó en un espejismo porque esa aparente bravura era solo la inercia de la poca energía que le restaba al alto toro colorado y que desapareció pronto pues ya no pasó ni una vez más allá de la figura del valenciano.
Quiso buscar Román la complicidad de los escasos “toristas” que se dieron cita en Bilbao al reclamo de una de sus divisas fetiche, y por eso dejó de largo ante el caballo hasta tres veces a un sexto toro salpicado que en la muleta se reservó todo con un peligro sordo que el diestro no le dejó desarrollar.
Por su parte, el colombiano Luis Bolívar cumplió sin demasiado afán el trámite de dejar para las mulillas a dos astados que se rebrincaron y que toparon más que embistieron a lo largo de dos trasteos absolutamente anodinos.
FICHA DEL FESTEJO:
Seis toros de Dolores Aguirre, con mucho volumen y alzada pero de desiguales y poco armónicas hechuras, que dieron un juego totalmente descastado, sin fondo alguno de bravura en sus escasas y defensivas arrancadas.
Luis Bolívar, de negro y oro: pinchazo y estocada desprendida (silencio); pinchazo y estocada caida (silencio).
Damián Castaño, de marfil y oro con remates negros: dos pinchazos y estocada delantera (vuelta al ruedo por su cuenta); media estocada perpendicular atravesada y descabello (ovación).
Román, de tórtola y plata: estocada delantera y descabello (ovación); estocada atravesada que asoma (silencio).
Segundo festejo de abono de las Corridas Generales, con apenas unos 1.500 espectadores en los tendidos, en tarde agradable.