Obituario
Adiós a Fabra
Fue uno de los toreros más destacados que ha dado Valencia
Sin más antecedentes familiares que un hermano de su madre, que sólo toreo en festejos sin caballos, la vocación taurina de Ricardo de Fabra, si acaso larvada en él durante mucho tiempo, se manifestó mientras veía torear de salón a los toreríllos que a principios de los años 60 del pasado siglo luchaban en Valencia por abrirse camino.
Luis Flores, el que fuera durante mucho tiempo peón de confianza de Vicente Barrera Cambra, era quien les entrenaba y quien se fijó en aquel chaval que con tanta atención les observaba día tras día. Fue el también quien le puso por primera vez delante de una vaquilla y quien le llevó a curtirse en las duras capeas de la Sierra de Teruel y en las muchas que por entonces se daban en los pueblos de Valencia.
En 1965 debutó vestido de luces en Valencia, en lo que fue también su primera novillada sin picadores, acompañado por Niño de la Puerta, un maletilla que pedía una oportunidad a las puertas de la plaza de toros, Joaquín Lara “Larita" y Julián García. Dos orejas cortó aquella tarde, lo que le valió que su nombre comenzase a sonar con fuerza.
40 novillada sin picadores toreó aquel año y en la campaña siguiente debutó con picadores en la feria de Fallas junto a Chanito y Fuentes Bejarano, con quienes lidió un encierro de Romero Hermanos. En junio se presentó en Las Ventas y en La Maestranza, cortando dos orejas en Madrid y otra en Sevilla.
50 novilladas sumó aquella temporada y otras 50 en 1967, cifras que le valieron, el 10 de marzo de 1968, tomar la alternativa en Valencia, en la inauguración del remodelado coso de Monleón, lidiando toros de Galache, siendo su padrino Julio Aparicio y el testigo Diego Puerta. A su primer toro “Rondeño” le cortó una oreja y acabó saliendo a hombros. Confirmó esa alternativa ese mismo año, en la feria de San Isidro, el 12 de mayo de 1968, con José Manuel Inchausti “Tinín” de padrino y Paquirri de testigo, siendo el toro de la ceremonia “Araño”, de Benítez Cubero.
Durante varios años gozó de un notable cartel, toreando mucho y estando en la parte alta del escalafón, pero a partir de 1973 vio decaer su carrera, actuando por última vez en 1983, en Valencia, el 15 de mayo, en la corrida del Día de la Virgen, acompañado por El Soro y Emilio Muñoz, que le cortó la coleta.
Fue un torero de corte clásico y de gran valentía que, además, supo aunar el valor a sus buenas maneras. Según él, la existencia de una mano negra que movía en la sombra los hilos del tinglado taurino en su contra fue clave y decisiva para que su carrera no alcanzase mayores cotas. No se explicaba los vetos habidos en las plazas que llevaban los Chopera, con quienes nunca tuvo el más mínimo roce, ni cómo en plazas en las que triunfó rotundamente, caso de Granada, Almería, Albacete o Alicante, no volviese luego a torear nunca más.
Quiso el destino, o la casualidad, que falleciese el mismo día que Francisco Rivera “Paquirri”, a quien la fatídica tarde del 26 de septiembre de 1984 llevó en brazos a la enfermería de la plaza de Pozoblanco tras aquella cornada que le costó la vida.
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