
San Isidro
Misterio resuelto: Aarón Palacio cuaja la faena de la tarde en Madrid
El novillero corta un trofeo en una labor que falla a espadas y en una tarde larga y de varios sobreros en la cuarta de San Isidro de Las Ventas

Aarón Palacio lo tenía todo en contra, porque la tarde no podía ir peor. Se nos habían disparado los relojes, el tiempo y los sobreros. Todo menos las emociones. Y eso que era el día de los novilleros y eso en Madrid son palabras mayores, porque aquí las novilladas son corridas de la mayoría de los lugares del país, porque Madrid es hierro que quema por donde pasa, porque es cruel, es ilógica, irracional e incomprensible y porque además la corrida de Alcurrucén fue un auténtico e inesperado caos, que acabó con dos sobreros, cada cual peor. Como si hubiera una maldición sobre los novilleros que venían a la Monumental a presentarse. Casi nada. Fecha que quedará para la historia. Un martes y trece para los supersticiosos. Un martes y trece que Aarón Palacio cruzó, con casi todo vencido, la plaza entera, la arena de Madrid, el ruedo de lado a lado para ir al peor lugar del mundo, al minuto más largo, al pánico absoluto, a la boca del terror, y ahí en la puerta de toriles esperar a que saliera el quinto. «Burlón», de 504 kilos. Y «Burlón» fue el novillo, con aspecto, seriedad y astifino de toro, que quiso embestir en la muleta de Aarón. Repetir, con ese punto de hacerlo por dentro, de que no fuera fácil, pero sí importante. Y Palacio quiso demostrar que quiere ser torero y que quiere hacerlo con los vuelos y llevar el toro hasta el final, a la cadera, a ese lugar recóndito donde el muletazo es una explosión. Y entonces el toreo fluyó con la magia de cambiar el momento y poder cambiar el mundo. Y su mundo fue otro y el nuestro también. Los naturales, preciosísimos, tanto como para olvidar que llegar hasta ahí nos había costado dos infumables horas. La cadencia de su toreo, fuera el toro hasta el final o pesara por dentro, llenó la escena. Se fue un poquito larga la faena, pero Madrid estaba con él. Debió entrar la espada. Era de justicia, pero a veces el destino tiene otros caminos. Paseó un trofeo con mucha fuerza, pero el misterio estaba resuelto.
El resto de la tarde
La cosa no acabó de romper con el segundo, que había sido bis, después de que el titular no se tuviera en pie. El otro tenía su casta, pero la faena no acabó de cuajarse. Lo bueno tuvo que esperar. Ocurre en la vida.
El lote de Zulueta
Con una pelota de 535 kilos se las vio Zulueta en tercer lugar, era también sobrero de Montealto. Quería más que podía al no apoyar bien los cuartos delanteros. Total que Zulueta se puso por aquí y por allí y quiso hacer las cosas bien, pero había poco que defender y los ánimos del revés. El sexto, iba y venía sin más, y eso condicionó la labor del sevillano, que dejó su sello en los quites y en la manera de estar por la plaza. Tendremos que esperar para más.
Lote de Sergio Sánchez
Apretó el primero a Sergio Sánchez, además de por su presencia por las ideas. Requería llevarlo muy cosido y orden en la faena. En cuanto eso no ocurría se ponía bruto. Anduvo voluntarioso Sánchez. El cuarto llevaba consigo una ristra de arrancadas de escasa transmisión, que lo único que hizo fue ahondarnos en el caos/ aburrimiento de la tarde.
Menos mal que Aarón se fue a portagayola, menos que se entendió con ese quinto que vino a ponerle en su sitio y a sacarnos a del abismo. Menos mal que resolvió el misterio y cuajó al novillo.
Ficha del festejo
Las Ventas. Cuarta de feria. Novillos de Alcurrucén, desiguales. El 1º, movilidad y repetición sin entrega; el 2º, bis, exigente 3º, bis, de Montealto, deslucido; 4º,sosote; 5º, encastado, repetidor y punto por dentro; 6º, paradote. Tres cuartos de entrada.
Sergio Sánchez, de de malva y oro, estocada muy baja (silencio); dos pinchazos, media, decabello (silencio).
Aarón Palacio, de canela y oro, pinchazo, estocada, aviso (silencio); pinchazo, media, descabello (oreja).
Javier Zulueta, de verde botella y azabache, estocada corta (silencio); estocada (silencio).
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