En el tramo final de San Fermín, cuando el pulso de Pamplona se mueve entre la nostalgia de lo vivido y el anhelo por el cierre, La Palmosilla ha protagonizado el encierro del 13 de julio con una manada de fuerte presencia, bien hecha, que ha ofrecido momentos de intensidad, emoción... y lo inesperado: el encierro más sangriento de todo lo que llevamos de sanfermines.

Con una media de 560 kilos y un conjunto de capas dominadas por el negro —salvo un castaño y un colorado chorreado—, los toros han salido con brío desde los corrales de Santo Domingo, donde un toro ha liderado el encierro y ha herido desde la salida de corrales.

Un encierro vibrante

Nada más salir de los corrales uno de los toros ha tomado el liderazgo de la manada y cogido a un corredor de manera brutal y, al parecer, herido de cornada. Una carrera tan emocionante como inverosímil que ha dado carreras y escenas tremendas con un parte de heridos mucho más abultado que ningún otro día.

Parte médico provisional

• Herida por asta de toro en pierna
• Contusión con deformidad en brazo
• Cornada en la espalda
• Cornada en zona genital
• Herida penetrante en cuello
• Contusión torácica con disnea

Un encierro que nos ha dejado sin palabras y con el impacto. Caídas, velocidad, emoción, el toro en estado puro. Y esta tarde la verdad del toreo.

Por la tarde, el ruedo espera

Tras el rugido de la calle, el silencio del albero. Saúl Jiménez Fortes, Fernando Adrián y Ginés Marín lidiarán esta corrida en la plaza. Una terna que mezcla autenticidad, hambre y poder, frente a una corrida que ya ha demostrado que tiene fondo, carácter… y mucho que decir.

La expectación está servida: La Palmosilla ha entrado por la puerta del encierro. Queda por ver si por la tarde sale por la del triunfo.