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San Isidro

Solo un «Gestor» para un Rufo que se queda a las puertas

Fuerte petición no concedida para el toledano tras faltar tino con los aceros en el sexto de la tarde en la Feria de San Isidro

El torero Tomás Rufo, durante la corrida de toros con reses de El Parralejo en la que encabeza el cartel junto a Miguel Ángel Perera y Fernando Adrián. Alfredo ArévaloPlaza 1

TauroCromos puso por la mañana el pie oficial en Madrid. La gran colección de cromos de toros que estábamos esperando y que ha revolucionado el mundo del toro en apenas 20 días. En su puesta de largo venteña acudió Víctor Hernández, que también nos dejó sin palabras y oxígeno en los primeros días de San Isidro y no se nos ha olvidado. No debe. Tampoco a los empresarios. Víctor es uno de esos toreros que ilusiona no por ser flor de un día. Tiene fondo y valor para hacer varios toreros y hay que verlo. De estos, no nos sobran. El ganadero de El Parralejo también estaba por la mañana con los nervios de lidiar horas después. «Levítico» no fue toro para recordar más allá de que fue el animal que abrió plaza. A la defensiva, sin entrega y fuerza en la faena de Perera, que se justificó y se fue a por la espada. No había otra.

Insistió en la labor del cuarto, que fue ejemplar noble, repetidor y falto de empuje. Una ecuación a la contra por una lado con el impoluto toreo de Perera, pero que no llega a los tendidos con facilidad y tampoco con los ánimos de Madrid tras cuatro para la desidia. La tarde pesaba.

Calidad tuvo un segundo que pedía que lo trataran bien, que le hicieran las cosas con los vuelos y despacio. Cuando así era la embestida del toro, contenida de fuerza, era humillada y hasta el final. Pero Adrián lo consintió solo de vez en cuando, solo en algunos momentos y entonces la falta de fuerza prevaleció a las virtudes.

El quinto era de tirar la moneda, incierto, sin verlo nunca metido en la muleta y pegando un derrote a mitad de camino. No era trago fácil de digerir. También era uno de esos toros que en Madrid se agradece el esfuerzo, porque se sabe que en cada muletazo pueden pasar muchas cosas. Estar ahí abajo no era tarea fácil. Adrián quiso, pero la estructura de faena, no elevó el conjunto y la cosa quedó en nada. Sencillo no era. El trago sí amargo.

En el tercero

Tardó poco el tercero en ponerse asquerosote y cortar y recortar la arrancada. La evolución fue a mironcete sin demasiada opción a salir fortalecido del trance. Tomás Rufo, en su tercera y última comparecencia, lo intentó pero no salieron las cuentas. Tampoco con la espada.

Descontrol hubo con el playero sexto hasta que empezó a torear Tomás y el contador de la tarde se puso a cero. De rodillas los comienzos y accidentados. Y afortunados, con lo que tenía el toro de cara se lo podía haber llevado por delante en un suspiro. O en el suspiro siguiente cuando lo dejó sin muleta. Se centró después con la diestra y el toro se hartó a embestir. Le apretó Rufo y respondía el de El Parralejo. Una maravilla. Y aguantó, que era la duda. Fue por ese pitón por donde Rufo le cogió más la medida. Al natural no hubo entendimiento, finura. Fue otra cosa. Tuvo que retomar la dulzura diestra y el remate a dos manos en el que el toro viajaba hasta el final. Es más, si me apuras el toro fue de menos a más. Una media precedió a la estocada entera y a pesar de que hubo petición mayoritaria no se le concedió. De nuevo, Rufo se había quedado a las puertas.

Ficha del festejo

LAS VENTAS (MADRID). Toros de El Parralejo. El 1º, flojo y a la defensiva; 2, de calidad y bajo de raza; 3, descastado y mirón; 4, noblón; 5º, geniudo, sin entrega y transmisor; 6º, bravo. Lleno de «No hay billetes».

Miguel Ángel Perera, de de gris plomo y azabache, estocada caída, descabello (silencio); estocada baja y trasera (silencio).

Fernando Adrián, de azul pavo y oro, media honda (saludos); estocada caída (silencio).

Tomás Rufo, de burdeos y oro, tres pinchazos, media, descabello (silencio); media estocada, estocada (saludos tras petición).