Tomás Rufo viene a ganar y se va va a hombros (con lote) de Fallas

Volvíamos a Valencia y regresaba Roca 24 horas después de haber salido por la Puerta Grande y cuajado a «Frenoso», el excepcional toro de Victoriano del Río. Esta vez la corrida de Jandilla tuvo un remiendo con dos de El Parralejo. El primero era un señor ejemplar que de salida pegó un topetazo a Manzanares en la pierna de los que te funden. Quitó Roca para que no perdiéramos la continuidad visual del día anterior. Había curiosidad por ver cómo se desenvolvía ese toro después. Colocó la cara muy abajo con repetición y ese punto de costarle irse de las telas. La faena de Manzanares tuvo más reunión de lo habitual y buscó las coordenadas del toro, con algunos pasajes de belleza. Fue más resuelto que efectivo. La espada hizo el resto y paseó un trofeo.

Movilidad con menos clase, pero sí transmisión tuvo el cuarto. A Manzanares le costó hacer faena porque el toro pesaba por dentro y era (posiblemente) agradecido pero había que lanzar la moneda y estaba mucho en juego. De hecho, en un momento estuvo a punto de levantarle los pies del suelo. Fue por ahí cuando decidió cambiar la espada.

El segundo para Roca ya fue de Jandilla, el hierro titular. A la franqueza del viaje le faltó ímpetu por lo que la faena del peruano quedó en la armonía y temple, en esa embestida al paso y sin emoción que impuso el toro. El fallo con el descabello dilató el final.

Caían gotas de agua cuando Roca salió a saludar al quinto que era de El Parralejo. Al público brindó y ya se quedó ahí para pegarle un pase cambiado por la espalda. Lo interesante vino después porque volvió a tomar mucha distancia y dar al toro esa ventaja sabiendo que era la suya también. Poco le quedaba al animal detrás de la inercia. Quiso Andrés sacar todo lo que tenía al toro porque cuando llegaba la hora de empujar arrastraba poco fuste y sosería. Resuelta la estructura de la faena se metió entre los pitones y logró los fuegos artificiales que la gente había venido a ver. El público enloqueció. Se tiró derecho a matar y la estocada fue buena. Se pidió el doble trofeo, pero la presidenta dio una; le cayó la mundial.

Tomás Rufo ya había quitado en el toro de Roca por gaoneras y salió rápido a saludar al tercero, como si le urgiera. Se desmonteraron Fernando Sánchez y Sergio Blasco. Mientras El Soro se marcaba su particular solo en el atril de música Rufo desafiaba al toro ya de rodillas en el centro del ruedo. Así toda la primera tanda. Iba el animal ligero. Se amarró después costándole emplearse hasta el final por el derecho. La faena tuvo su trabajo, coserle a los vuelos para tirar de él. Muy abajo colocaba la cara por el zurdo y por ahí vinieron los momentos con mas poso, porque el Jandilla tenía mucha calidad. Se fue detrás de la espada y necesitó un descabello. El trofeo tuvo su peso y los naturales, como la seda, también. A portagayola se fue Rufo con el sexto. La larga le salió limpia pero se quedó sin capote. Recuperó Tomás para seguir de rodillas y a la verónica. El lío estaba montado. Fue toro bueno: franco, repetidor, con codicia y humillador. Lo supo Tomás que lo exprimió con más prisas que en el anterior y menos suavidad en los toques, pero ambición máxima. Cuando sintió que perdía el hilo lo recuperó en una tanda buena de derechazos y el estoconazo. Abría así la Puerta Grande. A eso había venido.

Ficha del festejo

Valencia. Séptima de Fallas. Se lidiaron toros de Jandilla y El Parralejo, 1º y 5º. Lleno de «No hay billetes». El 1º, con calidad y repetición; 2º, al paso y sin empuje; 3º, con el empuje justo pero coloca bien la cara, mucha calidad; 4º, movilidad sin entrega; 5º, sosote; 6º, bueno. 

José María Manzanares, de azul pavo y oro, estocada (oreja); casi entera (saludos).

Roca Rey, de verde y oro, estocada caída, tres descabellos, aviso (silencio); buena estocada (oreja con petición de la segunda).

Tomás Rufo, de rioja y oro, estocada (oreja); casi entera, aviso (oreja).