Toros

Triunfo de lo despacio

Juan Ortega corta dos orejas y Pablo Aguado, cuatro, en el mano a mano disputado en la plaza madrileña de Torrejón después de una buena tormenta

Ortega
OrtegaLa Razón

No es que lloviera en este junio loco, es que minutos antes de que sonara el clarín del miedo (o tuviera que hacerlo) granizó en Torrejón. Era inadmisible. Después de casi un mes ininterrumpido de viento y aguas esto ya era una tocada de pelotas nivel premium. Ya no más. Que viva la lluvia, pero es que está sincronizada con las benditas horas del toreo. En esta ocasión eran más benditas que otras porque íbamos en busca de eso, el toreo en estado puro, no había anhelo de triunfo sonado, éramos depredadores de sueños, huérfanos reales de la intensidad de la Tauromaquia 25 días después de muchos toros. Una verónica, un quite, una media arrebujada, la lentitud del toreo que se detiene en un más difícil todavía teletransportándonos en el tiempo. Es imposible hasta que uno llega y lo hace, ese es Juan Ortega. No hay otra. A cada uno lo suyo. Hubo que esperar un tiempo a que pasara la lluvia, arreglaran el piso y ya sí se abrió el portón para que saliera un primero de Rehuelga de bajonazo, porque no estaba bien presentado. Tiempos jodidos estos poscovid. Estrechón y en miniatura. El animal fue desentendido de principio a fin y no humilló ni una sola vez. Ortega se acomodó a sus tiempos y en su despaciosidad quiso inventarse el toreo. Era un imposible. Arriesgó con la espada, porque, como se preveía, hizo lo mismo en la suerte suprema y tuvo mérito meterle la mano.

Aguado

El de Murube nos dio la alegría y justificó el motivo por el que habíamos venido aquí. Fue una chicuelina de Aguado. Una que de pronto nada tiene que ver a las demás, ¿Cómo es eso? ¿Qué ocurre? Exactamente el misterio del toreo. Una prende la llama que no fue capaz las demás. Y la media. El calor de Ortega por delantales, qué bonito lo hace, y la media a la cadera como un secuestro del pasado, calentó la ambición de Pablo que buscó de nuevo al toro por verónicas. Beeeeeeellas. Fue lo mejor. Después, el toro llegó a la muleta con nobleza y repetición. Perfecto. Y la faena de Pablo dio continuidad a esas virtudes, pero sin acabar de romperse. Sin ajuste. Y así la belleza no cruzó la barrera de la emoción.

El tercero de El Pilar puso la cara en el lugar exacto donde se depositan las ilusiones del toreo: abajo. Con ritmo y clase embistió a la muleta de Ortega, que tiene el temple y la despaciosidad metida en las yemas. Lo hizo todo con un gusto tremendo y suplió la falta de transmisión del animal. Cómplices con sentido. Se tiró a matar en la rectitud y con todo y así fue la estocada. El cuarto de Rehuelga iba y venía sin entrega, pero dejaba estar porque no hizo un extraño y a Aguado se le vio disfrutar. Relajado, a gusto, buscándose en ese tiempo y espacio con el toro, que aunque no llevaba humillación en el viaje, pasaba de largo con nobleza y acudía muy despacio.

Más informal fue el quinto, que tenía claridad pero llegó a la muleta de Ortega con las arrancadas más desordenadas. Buscando el orden anduvo Juan en la faena. Una puesta en escena que había comenzado con una larga cambiada en el tercio de rodillas y acabó con poco tino con la espada. Soberbio fue el comienzo de faena de Aguado al sexto de El Pilar. El toro tuvo movilidad, repetición y duración. La faena de Pablo no tuvo esa contundencia inicial, a pesar de que se alargó mucho el toreo fue dispar. El animal salía del encuentro desentendido mientras caía la noche. Lo mejor volvió a ser el cierre de faena. Dos Puertas Grandes y elevadas dosis de torería.

Ficha del festejo

Torrejón (Madrid). Se lidiaron toros de Rehuelga, 1º y 4º ; Murube, 2ºy 5º; y El Pilar, 3º y 6º. El 1º, desentendido y descastado; 2º, noble y repetidor; 3º, noble, de buena condición, clase y punto soso ; 4º, noble y sin humillar; 5º, noble pero informal; 6º, con movilidad y repetición. Tres cuartos largos de entrada.

Juan Ortega, de tabaco y oro, estocada delantera, descabello (palmas); estocada buena (dos orejas); pinchazo, estocada corta, descabello, aviso (silencio).

Pablo Aguado, de malva y oro, estocada defectuosa, estocada contraria (saludos); estocada (dos orejas); estocada (dos orejas).