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Teatro

Unamuno vuelve a echar fuego

José Luis Gómez se mete en la piel del escritor y pensador del 98 con un monólogo que aúna buena parte de sus textos

Como ya hiciera en el cine en 2015, José Luis Gómez vuelve a la piel de Unamuno
Como ya hiciera en el cine en 2015, José Luis Gómez vuelve a la piel de Unamunolarazon

José Luis Gómez se mete en la piel del escritor y pensador del 98 con un monólogo que aúna buena parte de sus textos.

El 12 de octubre del 36 se conmemoraba en Salamanca el «Día de la Raza» con un acto en el Paraninfo de la Universidad en el que don Miguel de Unamuno pronunció su célebre: «Venceréis, pero no convenceréis». Un discurso histórico que le costó el puesto de rector y casi la vida, pues el 31 de diciembre moría es su casa de Salamanca «de mal de España», como diagnosticaría Ortega. Con él como centro, sus cartas, poemas y distintos textos suyos, el actor y director José Luis Gómez ha construido su nuevo trabajo «Unamuno: venceréis, pero no convenceréis», un monólogo íntimo sobre una de las figuras más relevantes de la Historia de España, novelista, pensador, poeta, profesor, traductor, dramaturgo. Se estrena en La Abadía con motivo de su 23º aniversario y del VIII centenario de la Universidad de Salamanca, que también colabora con el montaje y a donde llegará en octubre. Un trabajo en la línea de «Azaña, una pasión española», en el que Gómez interpreta un Unamuno frente al espejo en pleno torbellino del comienzo de la Guerra Civil. Una reflexión sobre sus últimos meses de vida, de reclusión, soledad y desencanto. Tiempo de «desnacer», destituido como rector vitalicio y viudo, rechazado por el bando nacional y por el republicano. Un «español desterrado en España», como él mismo dijo.

«El trabajo parte de sus textos, a los que hemos añadido nexos entre unos y otros para hacer un relato intrahistórico de ese tiempo y de las grandes cuestiones de Unamuno en esta época de guerra, desde su inicial apoyo al Alzamiento, hasta el discurso del 12 de octubre y su muerte pocos meses después. Un trabajo de una extrema complejidad, que viene de largo –explica Gómez–, que se aceleró al interpretarlo en la película de Manuel Menchón, “La isla del viento” (2015), que examina algunos de los temas esenciales de su pensamiento y ese discurso, histórico por su trascendencia y ejemplo de coraje civil y factura intelectual. Un hombre solo, viejo, se atreve a enfrentarse al dragón del fascismo echando fuego por la boca con la plana mayor franquista delante de él. Inerme, lanza ese discurso que es parte central de este trabajo». Y prosigue: «Al leerlo me llamaron la atención dos cosas, su apoyo al golpe militar y el acto del Paraninfo ¿Cómo era posible? Para mí, este acto había sido, en su sentido más profundo, algo humano y religioso, un acto supremo de expiación que es necesario para entender su figura, acusada de contradictoria. Golpea su profunda honradez humana e intelectual, aún llena de contradicciones. Como él mismo formula, “quién no se contradice es que nada dice”. Me preguntaba, ¿por qué en todos sus escritos y cartas, exonera a Franco? He rastreado mucho sobre esto –explica Gómez– porque para mí era una pregunta central. En un momento de ficción se le interroga, ¿por qué ha hecho esto?».

Circunstancias particulares

Según Gómez, «ese proceso de intertextualidad obedeció a circunstancias particulares. La idea era hacerlo con Manuel Menchón, pero no pudo, así que recurrí a Pollux Hernúñez, de raíz unamuniana y unido a Salamanca y al asesoramiento inestimable de Jean-Claude Rabaté y Colette Rabaté, académicos y grandes expertos en el escritor». Continúa: «Al trabajar, parto de una idea, un actor pretende traer su voz al presente mientras se arregla en su camerino delante del espejo, entonces se le aparece don Miguel, que le pregunta, ¿qué hace usted disfrazado de mí, a quién se le ocurre? El espectáculo es un actor que se desdobla en dos y se establece el diálogo en una especie de juego de espejos dialéctico». Y como esto resulta tan absorbente, «sería una pretensión imposible dirigirme y dirigirlo –explica–, así surgió la idea de ofrecérselo a Carl Fillion, para coodirigirla».

Así, este trabajo también resalta la importancia que da Miguel de Unamuno a la lengua: «Pocos escritores como él han dicho de manera tan rotunda lo que ésta significa», dice Gómez y añade: «De entre mis amores patrióticos, el más encendido es el de la lengua española. Nuestro Cervantes hizo más por su España, hoy, con su pluma en el ''Quijote'', que con su espada en Lepanto» y en el discurso del octubre, cuando se hablaba del Imperio español: «El único imperio que hay es el de la lengua española, es el único que ha perdurado».