Vuelve McNamara Superstar
Icono de la Movida y una de las figuras más transgresoras del espectáculo español, expone 16 obras pictóricas en Madrid
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McNamara ha vuelto. O, al menos, una de sus facetas, la del pintor que ha eclipsado en los últimos años al músico/intérprete. El icono de la Movida y excompañero musical de Almodóvar llevó a cabo hace unas semanas, en el Museo Lázaro Galdiano, una performance con Mario Vaquerizo y sus Nancys Rubias, durante el acto de presentación de una doble exposición en torno a la figura de Warhol. Y ahora es él, a quien el rey del Pop Art le llegó a decir que era una estrella, quien acapara todo el neón. La galería My Name’s Lolita Art (Almadén, 12) expondrá 16 de sus pinturas hasta finales de julio. Aunque el cartel de la exposición lleva por título «Flash & The Pan», el artista decidió cambiarlo un día antes por «Sweet Bitter Color». Fabio de Miguel/Fabio McNamara lo explica en unas declaraciones exclusivas para LA RAZÓN: «“Sweet Bitter Color” es dulces y amargos colores. Porque son una gama de tonos, unos más dulces y otros más fuertes, amargos. ¿Como la vida, que es agridulce? Claro, totalmente». Siempre que se alude a sus obras se habla de arte pop e iconografía religiosa, pero ¿cómo definiría él lo que hace? «Lo de Pop Art está ya muy manoseado. A mi pintura la llamaría “hago lo que me da la gana cuando puedo y cuando me dejan”. Y cuando no me dan el coñazo la vecina, o uno que llama, o un galerista que me dice no le pongas esto o lo otro porque es muy llamativo o muy escandaloso. Al artista –enfatiza– no se le puede decir ni pío, nada más que pagarle cuando le tienes que pagar porque se han llevado tu obra, y punto».
Costus y Bowie figuran entre sus referentes, aunque con el paso de los años su paleta y universo se han ensanchado: «Uno se aparta de lo que ya ha visto y hecho mucho. Cuando tienes 67 años no puedes pintar lo que pintabas con 20. Si pintas siempre los mismos rollos, estás apañado». ¿Le interesan como inspiración Rosalía y Damien Hirst, por citar dos extremos culturales? «Rosalía no sé quién es. Damien Hirst sí, porque lo he oído mucho. ¿Sus cuadros son unos que el tío cobra mucha pasta por colgarlos en las galerías estas caras y tal, y que le subastan? Pues que le aproveche, pero no me explico cómo puede tener tanto predicamento. A lo mejor –apunta– es que ha hecho un pacto con Satanás, porque esa es ahora la tónica de todos los artistas. Artistas famosos que veas que se han hecho ricos y que tampoco es para tanto, es porque han hecho un pacto con Satanás», concluye categórico.
¿Se considera McNamara un ser libre? «No –tajante–, porque para ser libre ahora mismo habría que poner una bomba atómica a todo este planeta menos a los santuarios marianos y cristianos, que es donde está la luz y la protección de Dios. Y los antros del demonio, destruirlos». ¿Y la pintura le da para vivir? «Sí, claro. Sigo vivo y seguiré estándolo hasta que Dios se harte de mí y me diga: “Mira, Fabio. Tú ya has hecho mucho más de lo que deberías, y lo que has hecho ha sido tan divino que ya no te puedes superar ni te pueden superar. Es el momento de que dejes en paz a todo el mundo y vengas a dar un poquito de color al cielo, que le queremos dar otro toque, como más supersónico, más ideal”».
Un tuneado a CampanoLa exposición incluye una pintura de Miguel Ángel Campano (pintor adscrito a la «generación de la renovación de la pintura española», fallecido en 2018) que McNamara, con un par, ha tuneado. Es la pieza más cara: «Era una tela de cuadros verdes y grises que es con la que envuelven en la India a los cadáveres que tiran al Ganges. Como era un poquito siniestro, con tantos grises y de tonos fríos, y con ceniza pegada con el pie, y Miguel Ángel era mucho más divertido y sarcástico, cogí un spray fosforescente y le di mi toque y mi estilo, y quedó una obra maestra única, de dos artistas que siempre se han admirado. Creo que él estaría encantado».
Ramón García Alcaraz, el culto propietario y fundador de My Name’s Lolita Art, abierta desde 1996, define la relación con McNamara como «una experiencia religiosa» y asegura que quedó «fascinado» por «las emociones que irradia su obra». Y destaca que esta exposición es «una deuda que la galería tenía con la Movida». Cumplida queda.