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Brexit

Boris Johnson y el Brexit: ¿Qué va a pasar con la Premier, la Fórmula Uno o la Ryder Cup?

La separación va a ser inevitable y la Liga más valioso del mundo teme por su producto

Sergio García, con la última Ryder
Sergio García, con la última Ryderlarazon

Al final, todo es política y es imposible evitar que cualquier actividad no sea, al final, una toma de posición política. Por supuesto, también el deporte, que por, por supuesto, se va a haber afectado por el Brexit, ahora que Boris Johnson ha barrido en las elecciones del Reino Unido.

La Premier presume de ser la Liga más comercial del mundo, la que mejor maneja sus derechos internacionales y la que ha invadido el mercado asiático, por el que tanto pelea La Liga Santander estos años. Sin duda el Brexit va a afectar a su comercialización porque va a afectar a su producto. Por ejemplo, los jóvenes: los clubes ingleses habían perfeccionado su “scouting” y se hacían con las estrellas más prometedoras de las grandes potencias europeas. O por lo menos, las tentaban. Ahora según, el el artículo 19 del Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores de la FIFA sólo permite el traspaso de jugadores menores de edad entre 16 y 18 años en el territorio del Espacio Económico Europeo. Piqué no podría empezar en el United; Brahim tampoco podría haber ido o Cesc no hubiese empezado su carrera allí. Es una ventaja para el resto de países, que ahora veían cómo la tentación del dinero de los millonarios dueños de los clubes ingleses les obligaba a gastar y gastar para retener a sus promesas.

Además, se complicaría mucho la burocracia a la hora de fichar jugadores de la Unión Europea. La Premier tiene unos requisitos más duros para los extranjeros, como, entre otras cosas, haber jugado un determinado número de partidos con sus selecciónes, Y más cuestiones que ahora sí afectarían a los europeos. De Gea, por ejemplo, no podría haber fichado el United.

En realidad el fútbol inglés lleva mucho tiempo intentando reducir el número de extranjeros en sus equipos y con la excusa del Brexit es probable que lo consiga. Lo que no está claro es si ahora, cuando el fútbol de las islas ha vuelto a recuperar el prestigio, les merece la pena. La temporada pasada, el Liverpool ganó la final de la Champions contra el Tottenham y el Chelsea se llevó la Europa League. Y esta campaña, los cuatro de la Champions han pasado a octavos. Ha recogido el testigo del fútbol español, en parte por el potencial de las figuras y entrenadores extranjeros.

Si la Premier no se sabe a qué atenerse (como gran parte de la población, aunque haya votado a favor), en la Fórmula Uno lo que tienen es pavor a lo que pueda suceder: “Es una preocupación para nosotros y debería serlo para todos aquellos que viven y trabajan en esto Somos escuderías de Fórmula 1, que viajamos para disputar carreras al menos 21 veces al año, circulamos dentro y fuera del Reino Unido. Las personas que trabajan para nosotros entran y salen del país”, aseguró el jefe de Mercedes Toto Wolff. Al menos 6 escuderías tienen ahí su base y 4.200 empleos de la competición están allí. Habrá que cambiar toda la infraestructura, habrá que repensarlo todo de nuevo. Es un terremoto para un negocio sólido y que mueve millones por todo el mundo.

Los problemas de movimiento van a afectar a la Fórmula Uno, a los hinchas del fútbol, que ahora tendrán que volver al papeleo para pasar la frontera y van a dificultar a todos la vida. Pero hay algo más, algo que se rompe cuando el recién elegido primer ministro pueda llevar a cabo su plan: es el sentimiento de pertenecer a una misma unión, ser parte de algo, juntos. Y eso, sobre todo, en el deporte, lo representa la Ryder Cup, el mítico torneo de golf, en el que europeos (también británicos) se enfrentan a Estados Unidos bajo una bandera y se produce un hermanamiento que pocas veces se ha visto entre las islas y el resto del continente.

Es verdad que la Ryder, que empezó como un enfrentamiento entre británicos y estadounidenses en 1927, se lleva jugando en la modalidad actual, con europeos, desde 1979, principalmente por el empeño de Seve Ballesteros. Ya en la última edición, de 2018, se vivió con incertidumbre, con la sensación de estar viviendo algo único, como algo contra corriente, una unión fraternal de todos los europeos frente al Brexit. Ahora va a ser inevitable. En 2020 toca Ryder, en septiembre, en Wisconsin. A ver cómo es el ambiente de los ya no tan europeos.