Fútbol
El Atlético se derrumba ante el Levante
De Frutos marcó con la portería vacía en los últimos instantes con Oblak volcado a rematar y el Atlético, perdido en el campo
«¿Pero éste qué se ha creído?», se escuchó cuando Morales le hizo un caño a Ricard Sánchez, el canterano Atlético, en el borde del área rojiblanca. Las gradas están vacías, pero el espacio, también el acústico, lo llenan los suplentes de los dos equipos. La voz no daba crédito a lo que sucedía, a un partido que invirtió el guión previsto desde el comienzo, desde que Rochina levantó la cabeza y puso la pelota con su pie izquierdo a la carrera de Morales. El capitán del Levante la domó con un exquisito control y sólo falló en el mano a mano con Oblak.
Era un aviso de lo que venía. Un partido en el que el Levante no parecía un equipo que hasta hace nada miraba a la parte de abajo de la clasificación y el Atlético tampoco se parecía al equipo que arrasaba en las primeras semanas de la temporada.
Hace tiempo que el Atlético no tiene un día de paz. Parece cansado, ha perdido la inercia arrolladora y la frescura de las jornadas iniciales. La pandemia lo ha atacado con saña en las últimas semanas y ya nada es lo que era. Ni la seguridad defensiva, ni la contundencia ni los resultados.
Sobre todo lo resultados. En los últimos cuatro partidos sólo ha ganado uno y la seguridad que transmitía se ha desmoronado. El gol de Morales, otra vez el capitán del Levante, aceleró el derrumbe. Kondogbia, que ha llegado para aportar solidez en el centro del campo, entró flojo al balón que acabó en los pies de Morales y su disparo rebotó en Felipe antes de despistar a Oblak. El central brasileño había fallado ya ante Sergio León en el origen de la jugada. Lo siguiente fue mala suerte.
El Atlético tenía más nervios que fútbol y no encontraba la manera de hacerse presente en el área de Cárdenas, el portero de la Copa al que Paco López quiere dar minutos para que llegue preparado al partido de vuelta contra el Athletic.
Amenazó Giménez con un disparo lejano que despejó el guardameta del Levante y no hubo mucho más. Simeone cambió el sistema para que a Luis Suárez lo acompañaran Correa y Joao Félix, pero en lugar de sentirse más acompañado, se sintió más solo. Ni el argentino ni el portugués parecen pasar por su mejor momento físico y costaba más que le llegaran los balones al uruguayo.
El Levante se sentía cómodo en los contraataques con Morales, Rochina y Sergio León. Es un equipo trabajado y solidario. Rochina tiene un pie excepcional, pero el fondo físico no es una de sus virtudes. Por eso se esforzaba Sergio León en cubrirle las espaldas con interminables esprints mientras Rochina regresaba andando para recuperar el oxígeno.
Eso, que nunca ha sido un problema para el Atlético, ahora le falta. Y tampoco tiene la puntería de Luis Suárez para compensar. El máximo goleador del campeonato se entregó a la pelota parada para acercarse a la portería. No ha marcado en los tres últimos partidos y pudo haberlo hecho en el lanzamiento de una falta lejana, pero su disparo lo escupió el poste.
Eso fue antes de que a Correa le anularan un gol por un barullo en el área. Hay días que uno no está para nada y eso parece sucederle al Atlético. que atraviesa ahora uno de esos momentos en los que la falta de fe puede comprometer su futuro. Los cimientos del equipo son sólidos, pero si a los jugadores les asaltan las dudas todo se hunde.
Las circunstancias no ayudan. Giménez, que no jugó la semana pasada en Granada por unas molestias, acabó tendido en el suelo y asumiendo el cambio como única alternativa para su lesión.
Simeone cambió el dibujo con la entrada de Lemar, otro de los que han pasado por el covid. Regresó a los cuatro defensas de sus orígenes y después, con la entrada de Ricard Sánchez por Correa, animó a Llorente a marcharse hacia delante. Era un cambio ofensivo, aunque se marchara un delantero y no lo pareciera. Pero el físico de Correa no le permitía ir y volver como Llorente, que llega con más fuerza y regresa más fresco.
Simeone recurrió incluso a Dembélé, que jugó sus primeros minutos como rojiblanco junto a Luis Suárez. Pero el protagonista era Cárdenas, el portero del Levante, que despejó un disparo de Lemar que podía haber valido el empate. Hasta que Oblak subió a rematar y De Frutos encontró un gol de la nada en un contraataque que llevó él solo hasta que marcó a portería vacía.
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