Fútbol

El Sevilla ya es tercero tras ganar en Pamplona

Los goles de Diego Carlos y De Jong bastaron para derrotar (0-2) a Osasuna

Los jugadores del Sevilla celebran el segundo gol ante Osasuna en El Sadar
Los jugadores del Sevilla celebran el segundo gol ante Osasuna en El SadarVillar LópezAgencia EFE

El Sevilla se ha acostumbrado a ganar. En Liga, sumó contra Osasuna su sexta victoria consecutiva, la novena en las últimas once jornadas para colocarse tercero y, virtualmente, a un punto del Real Madrid. El duelo directo del sábado contra el Barcelona en el Sánchez-Pizjuán descartará o confirmará su candidatura a ese título que ya no tiene tan agarrado el Atlético. Por ahora, y según Pitágoras, es tan aspirante como cualquiera, por más que esta realidad genere sarpullido en el prudente Monchi y el temeroso Lopetegui.

El Sevilla ganó en El Sadar con poco suspense, diríase que sin despeinarse sin no fuera injusto para con el trabajo estajanovista que el equipo desempeña en cada partido. Y, también, porque sería faltarle al respeto a un Osasuna encomiable, que salió volcánico en la presión alta. A los tres minutos, Oier cabeceó al palo... y ahí acabaron los apuros para el Sevilla.

Fuera de ese susto inicial, el encuentro puede reducirse a los momentos en los que llegaron los goles del Sevilla, que atacó con la contundencia justa para marcar en el primer tramo de cada periodo y terminar con el suspense. Antes de los veinte minutos, cuando los visitantes ya gobernaban tiránicamente el partido, Joan Jordán puso un córner con mira telescópica en la cabeza de Diego Carlos que el coloso envió a la red. Cinco jornadas llevaba sin encajar Bono, bastaba con sumar una más para asegurar la victoria.

Nada más empezar la segunda parte, por si Osasuna albergaba tentaciones rebeldes, Munir galopó por la izquierda y su centro lo cruzó a la red De Jong en el primer palo con una parte incógnita de alguna de sus dos piernas. Tan poco ortodoxo fue el remate como eficiente su carácter narcótico, que sumió a los navarros en el dulce sopor de quien está resignado a su suerte.