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El Athletic descabalga al Sevilla de la Liga con un gol de Williams en el último minuto

Los aspirantes al título de Liga se reducen a tres después del tropiezo de los de Lopetegui, que perdieron por la mínima contra el Athletic con un gol en el minuto 90

Iñaki Williams marcó en el minuto 90 el único gol del partido
Iñaki Williams marcó en el minuto 90 el único gol del partidoAFP7 vía Europa PressAFP7 vía Europa Press

La canción infantil inglesa «Diez Negritos», que inspiró el título de la novela más célebre de Agatha Christie, es una carrera de eliminación como esta Liga con cuatro aspirantes... como los que se fueron al mar, «el arenque rojo se tragó a uno y sólo quedaron tres». Fue más bien el tiburón rojiblanco el que deglutió al Sevilla, que vio cortada su racha de cinco victorias seguidas y, con ella, sus aspiraciones al título que alguna vez pudo albergar. El Athletic, que ganó con un gol a la contra de Iñaki Williams en el último minuto, se relanza de algún modo en la carrera por las plazas europeas, que aún le quedan lejos pero ya no tanto.

Vive el Sevilla uno de esos raros momentos en los que un deportista salta a la arena seguro (o casi) de que le va a ir bien. Por eso no se aturulla en los primeros minutos, cuando mide a su adversario hasta convencerlo de que tiene delante a un equipo de granito, que cualquier suma le va a costar un mayúsculo esfuerzo porque noventa minutos, en efecto, son «molto longo» contra la tropa de Lopetegui.

Mediada la primera parte, al toque de tambor, acelera el Sevilla y se percibe en la posición de los laterales, que emigran hacia el campo contrario para que Fernando cierre con los dos centrales. Ocurrió anoche de nuevo y esta vez hubo mayor protagonismo para Acuña que para Navas, aunque la primera ocasión fue una volea de Rakitic, que cazó un centro del campeón del mundo desde la derecha.

El duelo estelar del primer tiempo, sin embargo, fue el que sostuvo Unai Simón con En-Nesyri en dos jugadas surgidas del borceguí zurdo de Acuña, sendos centros de seda, uno a la cabeza y otro raso, que el marroquí remató con la mala uva que se gastan los goleadores en racha pero que el portero titular de España detuvo con dos manos de hormigón, porque el balón llegaba con mucha fuerza. El ariete sevillista tuvo una tercera oportunidad que no concretó porque, generoso en exceso, quiso devolverle la pared a Suso en lugar de buscar la malla.

El Athletic, privado de Raúl García antes del cuarto de hora, atacaba poco pero lo hacía con intención. Villalibre, muy móvil, era un veneno para la zaga sevillista y, además de un disparo centrado que repelió Bono, generó una falta al borde del área que Morcillo estrelló contra la barrera. No se jugaba gran cosa el equipo de Marcelino pero su sexto viaje en cuatro meses a Sevilla no era, ni muchísimo menos, a título de inventario.

El caso es que el reloj avanzaba sin novedad contable y Lopetegui movió el árbol para jugar con una doble punta, De Jong junto a En-Nesyri, en una variante táctica que no es muy de su agrado pero a la que estaba obligado porque el tiempo empezaba a apremiar. ¿Le pesaba la responsabilidad al Sevilla, que por primera vez desde que inició su loca remontada se veía de pleno derecho como un aspirante al título? A tenor de cómo masticaba las jugadas, con paciencia de copista benedictino cuando ya se disputaba el cuarto de hora final, diríase que no.

Pero el gol no llegaba y, lo que era peor, el conteo de ocasiones se ralentizaba porque, quién sabe, ni siquiera este Sevilla es inmune a la presión. Un tiro de Acuña que atajaba Simón, un par de chilenas intentadas por De Jong u Ocampos... se iban desinflando los locales a medida que su entrenador enloquecía con los cambios tratando de ganar por la vía del caos lo que no había conseguido mediante el orden prusiano que lo distingue.

Con Diego Carlos en el banquillo, Koundé de extremo derecho y Fernando en el punto de penalti para tratar de pescar un rebote, Joan Jordán era el último defensor sevillista a la altura del minuto 90, cuando Sancet condujo sin oposición, fijó al catalán, cedió a Iñaki Williams, que picó ante la salida de Bono. Así murieron las aspiraciones ligueras del admirable Sevilla, que, fiel a su bulimia aún querrá arañar la tercera posición para estar en la próxima Supercopa.