Golf

Empieza el US Open: El hambre de Rahm y la amenaza saudí

El torneo estadounidense, que empieza hoy en Boston, puede ser el penúltimo «major» con la presencia de los mejores golfistas

Jon Rahm, practicando en The Country Club in Brookline, para el US Open
Jon Rahm, practicando en The Country Club in Brookline, para el US OpenCharlie RiedelAgencia AP

El calendario del golf, al contrario que el del tenis, acumula sus cuatro torneos del Grand Slam en cuatro meses consecutivos, de abril a julio: Augusta, PGA, US Open y British. «Si hoy es martes, esto es Bélgica», se titulaba la memorable comedia con Vittorio de Sica y Anita Ekberg, igual que se puede afirmar que si estamos en junio, llega el Abierto de Estados Unidos (US Open en vernáculo), el único título grande que figura en el palmarés de Jon Rahm.

El «León de Barrika» ganó hace un año en el campo californiano de Torrey Pines el decimotercer de sus catorce títulos profesionales, lo que anunciaba una hegemonía que no se ha plasmado en resultados. Desde entonces, sólo ha sumado un triunfo –hace seis semanas en el Abierto de México– y ha dejado algunas actuaciones decepcionantes, permitiendo que Scottie Scheffler le sople la primera plaza de la clasificación mundial y que un puñado de jugadores lo adelante en el favoritismo de las apuestas: principalmente, un Rory McIllroy pletórico en las últimas comparecencias.

El jugador vasco, primer español en ganar un título que se le resistió a Seve Ballesteros y a Chema Olazábal, compareció ayer en el exclusivo The Country Club bostoniano para hablar un poquito sobre sus ganas de revalidar el triunfo –algo que en este siglo sólo hizo Brooks Koepka en 2018– y mucho sobre la LIV Super League, el circuito saudí que ha engatusado con sus petrodólares a algunas de las estrellas del golf: «Para mí, jugar un torneo de tres días sin corte no es golf. Le veo el atractivo del dinero pero, ¿cambiaría mi vida por ganar 400 millones de dólares? Yo creo que ni un poco». El ganador en Boston, dicho sea para quien guste de las comparaciones, se embolsará 2,2 millones de euros contra los 4,5 que cobró Charl Schwartzel, número 126 del mundo, por vencer la exhibición de tres días de la semana pasada en Londres.

El sudafricano, por cierto, no participa en este US Open por no haber cumplido ninguno de los criterios de invitación, al contrario de algunas de las estrellas que sucumbieron al canto de sirena árabe. Aunque la PGA ha expulsado a los rebeldes, este torneo –también el British del mes próximo en Saint Andrews– observa su propia normativa y respetará los rankings aún vigentes, por lo que los 50 primeros de la clasificación IGF (Sergio García entre ellos) tomarán la salida. Cuando los vetados lleven unos meses sin jugar torneos oficiales, habrá perdido muchos puntos y no podrán jugar los «majors» a no ser que éstos cambien sus reglas.

Se trata, por tanto, de un torneo especial porque es posible que, dinero saudí mediante, la próxima temporada no se juegue al golf como se ha venido haciendo en el último siglo y los mejores jugadores se dividan entre dos circuitos estancos. Podemos estar ante la penúltima justa universal.