Obituario

Adiós a Luis Suárez, un adelantado a su tiempo

En su momento, fue el traspaso más caro de la historia cuando lo fichó el Inter de Milán. Era toda una institución en Italia

Luis Suárez, con la camiseta del Barcelona
Luis Suárez, con la camiseta del BarcelonaEuropa Press

Tenía 88 años, pero seguía siendo Luisito, como si nunca hubiera dejado de ser ese muchacho de carácter entrañable que se marchó a Barcelona con sólo 19 años. Luis Suárez Miramontes (La Coruña, 2 de mayo de 1935) se ha marchado siendo todavía el único hombre nacido en España que ha ganado el Balón de Oro -antes lo conseguiría Di Stéfano y más recientemente Alexia Putellas-, a los que acompañó de otros dos Balones de Plata y uno más de Bronce. Suyo debía haber sido también el de 1964, cuando ganó la Eurocopa con España y la Copa de Europa con el Inter. Pero por esas cosas que pasan en las votaciones, el premio fue a parar a Dennis Law. A esos títulos suma también dos Ligas, dos Copas y dos Copas de Ferias con el Barcelona y una Copa de Europa más y tres ligas italianas con el Inter. Fue también el primer futbolista en ser campeón de Europa de clubes y de selecciones.

Luis Suárez era un adelantado a su tiempo. Un futbolista que emigró cuando los futbolistas españoles no salían de casa. La emigración española era la que se marchaba a Alemania, a Suiza o a Francia para ganarse la vida, no para ser la estrella alrededor de la que se podía construir un equipo legendario.

El Balón de Oro lo ganó con el Barcelona el mismo año en que perdió la final de la Copa de Europa contra el Benfica en aquella “final de los postes”. Aquel fue su último partido como azulgrana. Ya había firmado por el Inter y algunos dudaban incluso de que fuera a jugar. “Había gente que creía que no iba a jugar por miedo a lesionarme, pero el entrenador, Enrique Orizaola, me conocía bien y me hizo jugar. Ganar la Copa de Europa hubiera sido un colofón a mi etapa como azulgrana”, reconocía hace unos años en una entrevista concedida a los medios del Barcelona.

Había llegado al Barça como un complemento al fichaje por el club azulgrana de Dagoberto Moll, su compañero en el Deportivo. Aunque no tardaron en darse cuenta de su talento, sus comienzos no fueron fáciles. Platko, que era el entrenador en su segundo año en Barcelona, lo veía flojo físicamente y quiso que se fortaleciera golpeando un saco de boxeo durante media hora después de cada entrenamiento. “Después de una semana dando golpes fui a verlo a su vestuario y le dije 'Míster, yo encerrado en esa habitación no vuelvo a estar. Yo he venido a jugar al fútbol, no a boxear'”. Y no volvió a usar el saco.

Fue el polémico Helenio el responsable de que el Inter pagara los 25 millones de pesetas de la época que hicieron de Luisito el jugador más caro de la historia. Años después se le unió otro español, Joaquín Peiró, pero Suárez era el eje de aquel equipo que ganó dos Copas de Europa y dos Intercontinentales de manera consecutiva. Superó en las finales continentales primero al Real Madrid de Di Stéfano y después al Benfica de Eusebio. Aquella derrota del Real Madrid en la final del 64 forzó la despedida de Di Stéfano, que a la temporada siguiente se marchó al Español.

En Barcelona no había sido capaz de superar una polémica artificial con Ladislao Kubala, que era la estrella azulgrana en aquel momento. “Se había generado una situación de rivalidad entre Kubala y yo que en realidad no existía. Él y yo siempre nos habíamos llevado muy bien. pero la gente insistía en pitarme cuando él no jugaba. Yo le admiraba y no entendía por qué el público me silbaba y nos quería enfrentar”, se lamentaba Suárez. “Era muy extraño. En la calle la gente me felicitaba por mi rendimiento, pero en el estadio eran mayoría los que me silbaban. No me cuadraba”, añadía.

Sin esos silbidos es posible que nunca hubiera aceptado marcharse al Inter, pero Helenio Herrera, que ya era entonces el técnico interista, aprovechó ese malestar para pagar 25 millones de pesetas por él y convertirlo en el traspaso más caro de la historia del fútbol. El Barcelona, que durante la etapa de Suárez como jugador azulgrana se había trasladado del campo de Les Corts al Camp Nou, también necesitaba el dinero para sanear sus cuentas.

“Helenio Herrera fue una pieza clave en mi trayectoria. Con él aumenté muchísimo mi rendimiento. También me ayudó a crecer como persona. Tras dirigirme en el Barça, en Milán ganamos juntos dos Copas de Europa y dos Copas Intercontinentales, además de varias Ligas. Ahora todavía me paran por la calle en Milán los aficionados”, rememoraba Luis Suárez hace unos años en la web del Fútbol Club Barcelona.

Aunque tampoco pudo acabar su carrera en el Inter -jugó tres temporadas en la Sampdoria antes de retirarse-, siempre ha sido considerado una leyenda en el equipo negriazul. En el Inter vivió su primera experiencia como entrenador un año después de su retirada. En España el Deportivo fue su primer paso por los banquillos antes de que la Federación lo fichara para trabajar con las categorías inferiores. Como seleccionador sub 21 ganó en 1986 la primera Eurocopa de la categoría para España, un éxito que animó a Ángel María Villar, recién llegado a la presidencia de la Federación, a designarlo como sustituto de Miguel Muñoz al frente de la selección absoluta en 1988.

Suárez dirigió a la España de la Quinta del Buitre en plenitud, pero no consiguió los éxitos esperados. El tormentoso Mundial de Italia 90 lo dejó marcado después de un comienzo tambaleante contra Uruguay y los tres goles de Míchel contra Corea, España pareció enderezar su camino con la victoria ante Bélgica en el último partido del grupo. Pero después llegó la eliminación contra Yugoslavia en los octavos de final que dejó su camino marcado. Fue despedido a mitad de la fase de clasificación para la Eurocopa 92. el último gran torneo para el que España no se clasificó.

Su siguiente paso, su eterno refugio, fue de nuevo el Inter. Volvió a entrenarlo, fue director deportivo y asesor presidencial. Entre medias, un fugaz paso por la Liga española para hacerse cargo del Albacete, al que dirigió en el primer partido de la temporada 94/95 antes de dimitir. Aquel fue el único partido que dirigió en la Primera División española, donde nunca fue tan reconocido como en Italia. En los últimos años seguía ligado al fútbol como comentarista de la cadena Ser.