De la pista al seminario
Atletas de élite que como Edoardo Santini cambiaron el éxito por servir a Dios
El hombre más guapo de Italia deja las pasarelas para ser sacerdote. Una decisión que ya tomaron ilustres deportistas que en la cima de su carrera no dudaron en cambiar sus trofeos por un alzacuellos
Está considerado el hombre más guapo de Italia pero no ha dudado a la hora de dar el paso más trascendental de su vida. Edoardo Santini, de 21 años, ha anunciado en sus redes sociales que deja la pasarela para iniciar un nuevo camino en su vida: quiere ser sacerdote.
En una emotiva publicación en Instagram, el joven Castelfiorentino expresaba sus motivos y su recorrido hasta la actualidad. ''Ha pasado mucho tiempo que siento la necesidad de investigarlo. El año pasado di el primer paso y les dije a algunos la verdadera razón de mi cambio, necesitaba un tiempo para mi. Este año, en la víspera de mi 21 cumpleaños, me siento listo para compartir mi decisión'', explicaba Santini en la publicación. Ahora estudia teología y sirvo en dos parroquias de la diócesis florentina mientras espera su ingreso en el seminario.
Sin embargo, el caso de este joven modelo no es único. Mientras muchos sueñan con tener la fama y el prestigio de futbolistas como Leo Messi o de tenistas como Rafa Nadal, atletas famosos renunciaron a todo por su fe. Conocían a la perfección lo que es estar en la élite, saborear triunfos, ganar mundiales y ser reconocidos por la afición. Pero también tuvieron clatro que hay llamadas más grandes que vale la pena seguir. Estos son algunos ejemplos de atletas que escribieron una brillante página en la historia del deporte y que no dudaron en dejarlo todo para servir a Dios:
CHASE HILGENBRICK
El defensa central estadounidense Chase Hilgenbrick jugó en varios equipos de su país y de Chile, donde también hizo carrera. Pero un día a los 26 años de edad anunció su retiro para ordenarse sacerdote, y sin dar mayores explicaciones se sumergió en la religión. Hoy es capellán en un templo estadounidense.
PHILIP MULRYNE
El delantero de Irlanda Philip Mulryne no pudo destacar en el Manchester United porque delante de el había jugadores de la clase de David Beckham, Ryan Giggs, Roy Keane, Paul Scholes, Andy Cole o Peter Schmeichel. Vagó por otros equipos hasta que se retiró de las canchas a los 30 años. Ya sin él balón de por medio, se metió a un seminario y hoy en día es sacerdote católico. Dice que una de las causas para abrazar la religión es que se cansó del alcohol y las mujeres.
ANDREA JAEGER
Fue todo un prodigio en el mundo del tenis, con apenas 16 años se consagró como número dos del ránking WTA tras ser profesional desde los 14. Jaeger llegó incluso a jugar una final de Roland Garros y otra de Wimbledon, sin embargo, con solo 22 años colgó la raqueta harta de las molestias en su hombro.
La estadounidense, pese a su juventud, tomó una decisión que asombró a propios y extraños del mundo del tenis. Un año más tarde de su retiro creó la Fundación Silver Lining para luchar a favor de los niños con cáncer y más tarde en el año 2006 se puso los hábitos como monja de la Iglesia Anglicana-Dominicana.
SHELLY PENNAFATHER
Ahora conocida como la Hermana Rose Marie de la Reina de los Ángeles, dejó el baloncesto universitario e ingresó como monja de clausura. Pennafather fue toda una leyenda del baloncesto universitario femenino acumulando 2.408 puntos y rompiendo el récord histórico de Villanova tanto para mujeres como para hombres.
CARLOS BALLBÉ
En España también hay casos en los que su vocación religiosa fue más fuerte que su pasión por el deporte. Carlos Ballbé, tras ser olímpico en Londres 2012 jugando al hockey, tampoco dudo en ponerse el alzacuellos. En diciembre de 2006, tenía 21 años, la carrera de Periodismo encarrilada, el sueño de ser reportero de guerra y un asiento reservado en la élite del hockey europeo. También un puñado de pretendientas y una fobia enfermiza al compromiso. Entonces, la muerte de su abuela María hizo que todo aquello, de pronto, le supiera a poco. A partir de aquí asegura que comenzó a recibir señales. En junio de 2007, a unos días de partir con la selección a disputar el Europeo y el Champions Trophy, contrajo una mononucleosis que le dejó fuera.
Sin nada que hacer, al recuperarse aceptó una propuesta para viajar a Medjugorje, localidad bosnia famosa por las supuestas apariciones marianas. Allí aumentó la intensidad de las señales y se convenció de que debía “cambiar el chip”. Según contó en el diario Marca, escribió a sus íntimos, primero, y al Terrassa, después, e hizo las maletas para pasar un año en un hogar del Opus Dei en Pamplona, escalón previo al seminario. Un camino que concluyó en 2016 con su ordenación como sacerdote.
LUIS FELIPE ARETA
Fue a tres JJOO, Roma, Tokio y México compitiendo en las modalidades de salto de longitud y salto triple. Sin embargo, en 1980 dio el salto al sacerdocio tras formarse en teología. Fue el principal dominador del salto de longitud y triple salto en el panorama atlético español entre 1959 y 1972. En Tokio consiguió un diploma olímpico al ser 6º en salto de longitud con una marca de 7,34m. En México logró acceder a la final consiguiendo su mejor triple salto con 16,20m, pero en la última ronda saltó lesionado quedando en el puesto decimosegundo. Precisamente otra lesión le impidió afrontar los Juegos Olímpicos de Múnich 1972.
“Me ordené en 1980. En ese momento fue como una especie de noticia, como si se me hubiera ocurrido de un día para otro, pero no. Fue un camino que comencé con 17 años cuando pedí la admisión en el Opus Dei, un día después de haber batido el récord de España absoluto de salto de longitud”, ha contado el propio Luis Felipe Areta.
CARLOS ROA
El portero argentino Carlos Roa hizo una buena carrera en su país natal y en Europa. Cuando llegó al Mallorca de la mano de Héctor Cúper comenzaron los problemas. El guardameta se negó a jugar los sábados porque en la iglesia adventista ese día es sagrado. Salió del Mallorca, se retiró para profesar su religión libremente pero a los pocos años volvió con la condición se no jugar los sábados, lo que cumplió hasta que se retiró.
KIRSTIN HOLUM
En 1998 en los Juegos Olímpicos de Nagano, en Japón, una velocista estadounidense de solo 17 años deslumbró al mundo del deporte. Más de uno se atrevió a pronosticar una carrera de éxito para Kirstin Holum y un futuro prometedor que habría llegado a su clímax en los Juegos Olímpicos de Invierno Vancouver 2010. Dios tenía otros planes para ella que decidió dejarlo todo y convertirse en religiosa.
En 1998 Holum quedó sexta en la competencia de velocidad de tres mil metros, en una disciplina dominada por atletas que en promedio están alrededor de los 30 años. En aquella oportunidad la ganadora de la medalla de oro fue la alemana, Gunda Niemann-Stirnemann, de 32. Por eso se esperaba que los juegos de Vancouver 2010 fuesen el momento cúspide en la carrera de Kirstin.
En declaraciones a Yahoo Sports, Kirstin Holum, que es conocida ahora como la hermana Catherine, comenta que “el patinaje de velocidad era una inmensa parte de mi vida. Todavía me encantaba el deporte, pero tuve este llamado increíblemente fuerte que me decía que era tiempo de seguir por un camino distinto en la vida”.
En dicha entrevista relató que fue en una visita al Santuario de Fátima donde decidió consagrar su vida a Dios: “Es curioso ver cómo ha cambiado mi vida. Tuve el maravilloso privilegio de competir en una olimpiada, y ahora soy bendecida sirviendo a Dios y a aquellos menos afortunados”.
Tras completar sus estudios en arte, incluyendo una tesis sobre las Olimpiadas en el Instituto de Arte de Chicago, Holum se unió a las Hermanas Franciscanas de la Renovación, quienes se dedican a “trabajar con los pobres, los indigentes y por la evangelización”.
“No me resulta fácil pensar que las cosas pudieron haber sido diferentes para mí y que pude haber participado de otras Olimpiadas, pero definitivamente no era el camino del Señor para mí y por ello no me arrepiento para nada del que tomé”, sentencia.
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