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El Barcelona, un alma en pena, no puede con el Slavia (0-0)

El remate de Messi al palo
El remate de Messi al palolarazon

Ni el Camp Nou sirvió al Barcelona para encontrarse y reconocerse en este comienzo de temporada difuso del conjunto de Valverde. El juego ha aparecido de forma contadísima en los poco más de dos meses de competición que se llevan, pero los resultados, al menos en la Champions, estaban saliendo. La mentira suele tener las patas muy cortas en el fútbol también y llegó el día en el que no fue suficiente con la pegada. Que tuvo ocasiones el Barça contra el Slavia de Praga, sí, y algunas claras, como el larguerazo de Messi; pero eso no es suficiente, en ningún momento hubo sensación de control, de mandar en el partido, de imponerse al rival. Hasta Leo acabó desenchufado durante un rato y desacertado al final, con muchas pérdidas, aturullado, como todo el equipo, incapaz de empujar a su área al conjunto checo para vencer aunque fuera por narices. El empate no es un drama a nivel clasificatorio, pero sí es un aviso: le quedan dos partidos al Barcelona y si falla en el próximo contra el Borussia Dortmund, en el Camp Nou, tendría que jugárselo todo en su visita al Inter de Milán. Un escenario que daría miedo, y más con este Barça que está hecho un flan.

No llegó la esperada reacción del campeón de la Liga después de la derrota del pasado sábado ante el Levante. Mérito, por supuesto, tuvo el Slavia de Praga, que demostró que lo que había sucedido hace quince días no fue casualidad. Es un conjunto bien armado y bien valiente. Suicida, dirían algunos, porque se va muy arriba a presionar al rival y tira la defensa casi al centro del campo. Ese escenario puede ser un caramelo para Messi, pasador impecable, pero estuvo muy junto el equipo checo, replegado, y los desmarques de ruptura que intentaban los azulgrana no encontraban conexión. Tampoco hicieron bien la presión los locales después de pérdida. Otra vez dio la sensación de ser un conjunto demasiado partido, desordenado, que sufría en cada transición o con cada pérdida, como una de Piqué nada más empezar. Tuvo un arranque horrible el canterano, aunque después se mejoró algo. Las aproximaciones del Slavia despertaron pronto el runrún en la grada, que se mantuvo durante todo el encuentro. Porque no encontraba la manera el Barcelona de ser peligroso, de colar esa pelota a la espalda de los rivales. Sólo en una jugada rápida lo logró Messi, que se marchó desde el centro del campo tras un amago con el cuerpo y estrelló la pelota en el larguero. Eso y un par de córners posteriores fueron la amenaza de los barcelonistas, ya en los cinco minutos finales previos al descanso.

La primera dificultad la tuvo Valverde con la lesión de Jordi Alba, que le llevó a cambiar a Semedo de banda, cuando el portugués estaba siendo de lo más potable con sus subidas por la derecha. La entrada de Ansu Fati tampoco tuvo el efecto esperado y la presencia de Rakitic por Busquets no supuso un cambio sustancial. Quien más, quien menos pensaba que Messi iba a terminar metiendo un pase, pero el argentino no pudo primero y casi ni lo intentó después. Tampoco acertó en el remate más claro, tras un pase de Ansu Fati. Lo paró el portero Kolar, igual que había detenido otra entrada de Sergi Roberto, otro mano a mano. Fueron acciones claras, pero aisladas. El Slavia nunca le perdió la cara al partido, aunque tampoco se lo creyó mucho ni aprovechó el tembleque de su rival para dar una estocada.

El partido acabó en el área de Ter Stegen con los defensas pasándose la pelota sin encontrar la manera de salir. Semedo, un instante antes, ni tuvo prisa para sacar de banda. No había forma de reactivar al alma en pena que pisaba el Camp Nou.