
Titan Desert 25
De recortador de toros y criador de pollos para McDonald's a ganador en la Titan Desert
Fran Herrero ganó la primera etapa y fue líder de la carrera. Antes de la bicicleta, los toros fueron su pasión

"A mí lo que me llamaba la atención y me apasionaba eran los concursos de cortes de pequeño Yo veía lo que hacían y los veía como héroes, me quedaba flipado. Decía ‘‘¿cómo puede hacer eso con ese bicho?’’, dice Fran Herrero (Carbonero el Mayor, Segovia, 34 años). Ahora corre la Titan Desert, en la que ganó la primera etapa y fue líder dos días, pero ha vivido muchas vidas en una. Antes de subirse a una bicicleta fue recortador de toros y ahora la compagina con su trabajo en la granja familiar de pollos. «Empecé a entrenar con vacas, me gustaba mucho. Es una sensación difícil de describir, esa adrenalina cuando pasa el toro cerca de ti y esa tranquilidad a la vez de que ha pasado. Se convirtió en una adicción que me duró ocho años. De hecho el que es drogadicto lo es para toda la vida y esa adicción la tendré para toda la vida», cuenta.
Tan seguro está de lo que dice que dos semanas antes de viajar a Marruecos para participar en la Titan Desert estuvo en una capea con sus amigos. Y cayó. «Estuve cortando unas vacas. Era un día que tenía de descanso, dije a mi novia que no iba a salir, pero esto es como la droga, te lo ponen delante y no lo puedes evitar», confiesa. Empezó muy joven como recortador. «Hasta los 20 fui un bala perdida, luego a los 19 o 20 empecé de recortador. Estuve ocho años de mi vida cortando toros», dice. «Ganaba dinero, pero no mucho. No estaba valorado. Hay gente que no encuentra sentido a su vida y a mí me daba ganas de vivir, igual que ahora la bici. Yo estaba con amigos, iba a echar la tarde con la vaca para entrenar, luego iba a concursos a ver si hacía un buen puesto. Era bonito, pero llegó un año en que ya estaba andando bastante con la bici, un año duro en el que perdí un amigo que le mató un toro, un primo mío que cortaba conmigo también tuvo una cogida que le reventó una pierna totalmente. Esa pierna no quedó igual y yo pensaba que me gustaba la bici y la bici puede ser para toda la vida», asume ahora con la madurez que da ser padre de un niño de poco más de un año. «Puede haber una lesión, pero la bici puede durar muchos años. Tomé la decisión y estoy supercontento».

«Me acuerdo del año que empecé que hice solo cuatro concursos y el último lo gané. Y lo metí todo en el armario. Vino mi madre un día lo vio y claro, yo no trabajaba ni nada, y me dijo ¿y esto? Pues de los concursos, mamá. Qué mal le sentó. Si le digo que vendo droga no le sienta tan mal. Ella lo pasaba muy mal», asegura. Su madre nunca fue a verlo; su novia, sí y ahora que sufre tanto viéndolo en la bici no se lo explica. Porque en la bici tampoco tiene miedo. «En ocho años con los toros no me cogió y cuando empecé a montar en bici en nueve meses me rompí dos veces la clavícula, luego el sacro, porque no tenía miedo y me tiraba sin conocimiento», cuenta. «No controlaba porque acababa de empezar, yo soltaba freno y, si llegaba, bien, pero al final en esta vida aprendes. Hay gente que aprende bien y otros que aprendemos a base de hostias. Si no tenía miedo a los toros no voy a tener miedo a las bicis», reflexiona. En la bici empezó como entrenamiento complementario en su época de recortador. «Empecé a montar en bici para estar en forma y fue de esto que te apuntas a una marcha, a la que estaba más cerca de tu pueblo, y empiezas a quedar por delante de gente que lleva entrenando toda la vida. Y dices ¿esto cómo puede ser? Me empecé a picar y cada vez quería ir más rápido. Con 26 años empecé a montar tres o cuatro veces por semana, el año siguiente ya cogí un entrenador y todo fue superrápido», explica.
Pero de la bicicleta de montaña no se vive, y mientras trabaja en la granja de pollos que tienen su padre y sus dos tíos. La lleva él con uno de sus tíos y un operario y tienen 115.000 pollos, que venden a un matadero que funciona como proveedor de McDonald’s. «Mi trabajo es de 9 a 13 y luego por la tarde suelo entrenar. Cuando estoy quitando los pollos para que los carguen en los camiones me toca trabajar por las noches, que es cuando se los llevan, y siempre tienes que estar pendiente de ellos, los fines de semana y por la noche, que no trabajo, pero siempre tengo que ir a ver cómo están. Es un trabajo muy sacrificado», añade.
Con los pollos se gana la vida; con la bicicleta, la gloria.
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