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Opinión

El Atlético o cuando sin rumbo, no hay milagro

El del Cholo Simeone es un equipo que no se encuentra, cada partido es una ruleta rusa

Simeone da indicaciones desde la banda
Simeone da indicaciones desde la bandaAlberto R. RoldánLa Razón

De un disparate a otro y tiro porque me toca. Es la cruda realidad en la que transcurre la temporada del Atlético. Tiene pinta que para algunos se nos va a hacer larguísima. Y es que así van transcurriendo las jornadas en un equipo absolutamente incapaz de controlar un partido, independientemente del rival o de la competición que este jugando.

Es igualmente cierto que en algunos partidos muy concretos el equipo merece algo más. Así sucedió ante el Brujas, el Real Madrid o el Cádiz. Pero es que en otros muchos encuentros, los rivales no rascaron algo más de milagro. Así sucedió ante el Athletic Club, el Girona o el Betis. La terca realidad es que, salvo ante el Getafe, en la primera jornada, y frente al Celta, los de Simeone no han vivido un partido donde no se suplique por el pitido final para ganar por la mínima o se rece por un alargue prolongado para intentar ganar a la heroica.

Cada partido se ha convertido en un brindis al sol, donde varía el sistema, los jugadores titulares o la posición de los mismos. El que un día juega en el medio, el próximo partido es central. Otro pasa de carrilero a ejercer de mediapunta o de segundo delantero a actuar como interior. El que no jugaba en los diez primeros partidos de la temporada, ahora es un fijo y el que empezó con el puesto garantizado, juega hoy los minutos de la basura.

Los más dramáticos, se agarran a la estupidez histórica del «Pupas» para explicar cómo se deja de ganar el pasado miércoles en el minuto 99 y se pierde el sábado en el mismo minuto. Cuando cada partido es una ruleta rusa, estas cosas pasan.

La situación actual del Atlético no se debe a la mala suerte. El del Cholo es un equipo que no se encuentra. Nadie reconoce a este grupo y, aunque se quiera menospreciar el valor de la plantilla, el problema no es ya cómo compite con equipos de mayor presupuesto y sí lo fácilmente que equipos menores le ponen en problemas con demasiada frecuencia.

En Oporto tocará vivir otro parto con el fin de encontrar un mínimo consuelo en la humillación europea, pero cuando no se sabe ni cómo se va a jugar, ni quién va a hacerlo, el camino hacia el éxito es demasiado pronunciado.