
Copa del Rey
Barcelona - Atlético de Madrid. Como en los viejos tiempos
El partido fue un viaje en el tiempo a aquellos días de Cruyff y Antic en los banquillos

Los años 90 fueron años de excesos goleadores entre el Barcelona y el Atlético. Partidos en los que tres goles de Romario no garantizaban la victoria a los azulgrana y cuatro de Pantic tampoco se la garantizaban a los rojiblancos. Tiempos de fútbol sin medida y de espectáculo asegurado. Tiempos en los que Ronaldo, el brasileño, era capaz de invadir él solo el estadio de La Peineta donde el Atlético jugaba de prestado la Supercopa de su presentación cuando aún no lo había convertido en su casa y rebautizado como Metropolitano.
A esos tiempos en los que el Cholo Simeone era un guerrero del centro del campo regresó el partido. Un viaje en el tiempo con premio para el espectador. Los tiempos del quiebro de Caminero a Nadal para el gol de Roberto Fresnedoso.
Eran años en los que Barcelona y Atlético de Madrid se jugaban los títulos. Como ahora. Pero entonces, sobre el césped, Simeone no hacía tanta exhibición de sus supersticiones como hace ahora. Cambió el traje y la corbata negros por el chándal en la primera eliminatoria de Copa contra el Vic. Quizá le parecía excesivo para un campo de césped artificial donde se juega el fútbol de siempre. Porque en el fútbol de siempre el entrenador vestía con chándal. «Arreglao pero informal», que diría Martirio.
Nada de traje y corbata como se veía en la NBA. Señal de elegancia y de respeto, aunque Pat Riley combinara los trajes de Armani con la manía de masticar chicle de manera ostentosa. U «ostentórea», que diría Jesús Gil y Gil, aunque aquel era otro asunto muy diferente. Y con el mismo uniforme que vistió en Vic se presentó Simeone en el estadio de Montjuïc.
Pero los homenajes se hacen al pasado lejano –tan lejano como que era otro siglo– y al más reciente. Y de eso se encargó Sorloth, que había dado al Atlético su primera victoria en 18 años en campo azulgrana, la primera también de Simeone en el banquillo. Lo hizo sobre la bocina en la última jornada antes del parón navideño. Y repitió en la ida de semifinal de Copa. También en el añadido, aunque no fuera para ganar sino para refrescar la memoria a los que vivieron aquellos duelos de los años 90. Estaban Hansi Flick y Simeone en los banquillos, pero podían haber estado Johan Cruyff y Radomir Antic. «Una locura», resumió con precisión Julián Álvarez, que había empezado todo antes de que el reloj marcara el primer minuto de partido.
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