España, campeona del mundo
Las claves del título: de los cambios de Vilda a la fe de Olga Carmona
El seleccionador reinventó al equipo después de la derrota ante Japón y las futbolistas respondieron a lo grande
"La de Japón fue una derrota didáctica", explicaba Jorge Vilda antes de la final ante Inglaterra en la página web de la FIFA. «No estuvimos a la altura, no se reaccionó, pero al final estuvimos por encima», añadía el seleccionador español. Una derrota dolorosa que explica todo lo que ha sucedido después en este Mundial. Desde aquel día no le ha temblado el pulso a Vilda para tomar decisiones, algunas difíciles, pero que han hecho mejor a España durante el campeonato. La falta de capacidad de reacción y su aparente incapacidad para cambiar los partidos parecían problemas irresolubles para España que habían llevado a la rebelión de las 15. Pero el Mundial lo ha cambiado todo.
El 4-0 encajado contra Japón fue decisivo para el despertar de España en el Mundial. Parecía difícil recuperarse de un golpe como ése, pero a partir de ahí se vio la mejor versión de la selección y del seleccionador. España tenía un estilo y una personalidad definida de la que le costaba salir para buscar soluciones cuando no funcionaba el plan original y después de esa goleada ante las asiáticas parecía condenada a una insulsa despedida como le había sucedido a la selección masculina unos meses antes en Qatar en circunstancias parecidas.
Pero Vilda fue capaz de dar la vuelta al equipo desde la alineación y desde el juego. Ante Japón se echó de menos algún disparo lejano que abriera la defensa y a los nueve minutos del partido de octavos de final contra Suiza ya había marcado Tere Abelleira desde fuera del área. Ese era sólo un síntoma, pero el cambio era más profundo.
A España le había faltado contundencia, a pesar de que durante muchos minutos del campeonato ha sido Jenni Hermoso, la máxima goleadora de la historia de la selección, la que ha jugado de delantera. Pero Jenni no es una 9, es una mediapunta o segunda delantera, un lugar que no existe en el sistema de la Roja. Pero hasta eso lo ha convertido Vilda en una virtud del equipo español, que en ocasiones ha jugado incluso con dos delanteras, Esther y Alba Redondo, aunque Alba siempre parte desde el extremo derecho. Entonces Jenni juega como interior, un lugar en el que pierde presencia en el área, pero gana en capacidad de sorpresa y de asociación. Eso ha llevado a Alexia Putellas al banquillo en más ocasiones de las que le hubiera gustado a la mejor jugadora del mundo en los dos últimos años. No le importó mandarla al banquillo a la hora de partido contra Suecia para encontrar la solución que clasificara a España para la final. La ausencia de Alexia, también en el once de la final, se hace menos determinante por el nivel que ha exhibido Aitana en el Mundial.
Pero los movimientos más arriesgados los ha hecho Vilda en la defensa. Quizá la renuncia de las 15 después de la pasada Eurocopa le ha enseñado que no hay nadie imprescindible. Y así lo demuestran sus decisiones. Pocas tan arriesgadas y tan inusuales como cambiar de portera a mitad de campeonato. Misa se convirtió en una de las futbolistas básicas para Vilda después de la renuncia de Sandra Paños, la guardameta del Barcelona. La portera del Real Madrid acabó luciendo el brazalete de capitana contra Japón, pero desapareció después para dejar su sitio desde octavos a Cata Coll, la portera suplente de Sandra Paños en el Barcelona y que se estrenó como internacional contra Suiza.
Ivana Andrés, la capitana elegida por el seleccionador, estaba lesionada y después de la desastrosa actuación de Rocío Gálvez contra Japón, su lugar fue para Laia Codina, otra suplente del Barcelona. Se metió un gol en propia portería contra las suizas, pero compensó con uno en la portería contraria y con una actuación en la que demostró su fortaleza mental -el autogol no la sacó del partido- y una velocidad muy superior a la de sus compañeras de defensa y muy necesaria para un equipo que juega con la última línea tan adelantada, como demostraron las japonesas.
Esa fortaleza psicológica es el cambio que destaca el seleccionador. «A nivel mental se ha dado un paso más allá», admitía antes de la final. Y lo confirman las futbolistas. «Venimos de un año complicado, habían pasado muchas cosas, pero con el paso de los días ha cambiado algo en nosotras. Ha habido como un click y ha cambiado mucho todo», admitía la capitana, Ivana Andrés. Y se remite también al partido contra Japón. «Nos hizo más fuertes y nos unió», dice.
Pero quizá ninguna muestra de fortaleza mental tan evidente como la de Olga Carmona. Comenzó el partido contra Japón como capitana del equipo y lo terminó como una de las señaladas. Fue suplente contra Suiza y contra Países Bajos mientras la habitual lateral derecha, Ona Batlle, ocupaba el costado izquierdo para que Ohiane jugara por la derecha. Pero no cambió su compromiso con el equipo. «El fútbol es un deporte de errores y antes cuando cometía un error seguía anclada en él y no era capaz de seguir jugando, de relativizar que el error forma parte del juego. Ahora he mejorado muchísimo», admitía en una entrevista con la FIFA. Para eso lleva tiempo trabajando con una psicóloga deportiva. Después de dos partidos en el banquillo volvió a lucir el brazalete de capitana contra Suecia y, además, marcó el gol que llevó a España a la final. «Ése ha sido el momento del Mundial», dice Vilda. Aunque Ivana Andrés se va un poco más atrás. «El momento de decir ''ostras'' la estamos liando bien gorda y ahora sí que sí la vamos a liar fue en los cuartos de final contra Holanda», asegura Ivana Andrés.
Pero todo vuelve al partido contra Japón. «Entre nosotras hablamos, pero es verdad que nunca, nunca dejamos de creer en nosotras. El equilibrio es muy importante y no hay que dejar de creer y confiar por un partido que no haya salido», añade la capitana. De una derrota escandalosa, al título. Y del banquillo a convertirse en heroína del Mundial, que repitió brazalete y gol en la final. Un gol para la historia.
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