¿El mejor?

Messi acaba con la última excusa contra él

La conquista del Mundial tras un largo y duro camino mete a Leo ya sin discusión en la foto histórica de los reyes del fútbol junto con Maradona, Pelé, Cruyff y Di Stéfano

Leo Messi, después de ganar la final del Mundial de Qatar a Francia
Leo Messi, después de ganar la final del Mundial de Qatar a FranciaMartin MeissnerAgencia AP

Por las redes sociales circulan imágenes y vídeos de muchas partes del mundo celebrando el triunfo de Argentina en el Mundial de Qatar. En algunos de esos lugares lo que estaban celebrando era la victoria de Messi, porque la figura del pequeño futbolista ya trasciende la camiseta que vista o lo que es capaz de hacer con la pelota. Primero llegaron los éxitos y a partir de ahí, el fenómeno; tal y como sucede con otros deportistas como Nadal, Federer o Tiger Woods. Leo no necesitaba ganar el Mundial para demostrar nada, pero ese triunfo en Qatar sí da más lustre a lo que ya era una trayectoria impresionante. De todos los futbolistas que han intentado colarse en los últimos 30 años en la foto del clásico póquer de los reyes de la historia (Di Stéfano, Pelé, Johan Cruyff y Maradona) Messi es el único que aguantó el tipo y que se ganó el sitio. Ya era innegable antes por los títulos, los goles y los años en la cima, pero ahora tampoco queda la excusa de «no ha ganado un Mundial».

Pelé lo hizo en tres ocasiones y ese récord hoy parece imposible de batir. Otro de los cuatro magníficos no lo conquistó nunca aunque jugó una final: Johan Cruyff; y Di Stéfano no llegó ni a disputar uno. El neerlandés tiene como valor añadido la revolución que supuso la forma de jugar de Países Bajos y del Ajax, y la «Saeta» formó parte y lideró a uno de los mejores equipos de la historia, del Real Madrid de las cinco Copas de Europa seguidas. Muchos de los que le vieron lo defienden como el más grande porque era un jugador capaz de abarcar todo el campo. Si la «Naranja Mecánica» era el equipo del fútbol total, Di Stéfano era el futbolista total.

A Messi se le «exigía» levantar la copa de las copas por la eterna comparación con Maradona, cuya actuación individual en México 86 seguramente sea la mejor que jamás se ha visto. Para los ojos de un niño que presenciara aquello por televisión, es imposible que nada lo supere; igual que los de la generación de Michael Jordan consideran una blasfemia decir que LeBron James está por ahí.

¿Quién es mejor? La mirada de cada uno terminará por decantar la balanza a un lado o a otro de estos cinco genios.

Messi ya tiene el título y derribó el principal argumento de los «negacionistas». Sus años y su esfuerzo le han costado. Cuando menos quiso ser Maradona, más lo fue. Leo empezó mal su andadura con la Albiceleste: en su estreno ante Hungría en un amistoso en 2005 le expulsaron al minuto de salir.

Es una anécdota que se convirtió en una premoción porque durante los años posteriores era el chico que se salía en Europa con el Barça (nunca jugó la liga argentina) pero con la Albiceleste (con la absoluta, porque sí fue oro olímpico en Pekín 2008) no conseguía ganar. Su caso seguramente sea de manual para los psicólogos deportivos: se esperaba tanto de él y él se exigía tanto, que no se centraban en lo importante o no aceptaba que esto es un deporte de equipo y él solo no podía triunfar. Las finales perdidas no hicieron más que aumentar esa sensación de angustia. Tras la del Mundial de 2014 el propio Leo admitió que estuvo meses sin dormir bien. Después de una de las dos de la Copa América, la de 2016, soltó aquello de «la selección se acabó para mí, lo intenté todo, pero no se dio». Fue una retirada «interruptus». A Qatar su equipo llegaba mejor que nunca y era Scaloni, el entrenador tranquilo al menos de puertas para afuera, el que notaba la presión. «Les voy a contar una charla con Leo. Después de empatar con Brasil (y asegurar la clasificación para el Mundial, en noviembre de 2021), sentía que lo que venía era difícil y la desilusión podía ser fuerte. Entonces, antes de que volviera a París, me senté a hablar con Messi, le planteé el tema y me dijo: ‘’Seguramente va a ir bien y, si no, no pasa nada a intentarlo’'. Eso me dio un envión anímico», desveló el seleccionador argentino ya como campeón. «Sentía ansiedad y con esa charla me descargué», añadió. Y descargada, con el «lo vamos a intentar» más que con el «lo tenemos que hacer porque el mejor juega con nosotros», Argentina se sobrepuso a la derrota inicial ante Arabia Saudí y tocó la gloria.