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Un experimento fallido

En un campo vacío, Zidane jugó con cuatro delanteros, empezó ganando, el Legia remontó y Kovacic evitó que el desequilibrio de la alineación le pasase más factura.

El centrocampista galés del Real Madrid, Gareth Bale (c), celebra con sus compañeros haber marcado el 1-0 contra el Legia de Varsovia
El centrocampista galés del Real Madrid, Gareth Bale (c), celebra con sus compañeros haber marcado el 1-0 contra el Legia de Varsovialarazon

En un campo vacío, Zidane jugó con cuatro delanteros, empezó ganando, el Legia remontó y Kovacic evitó que el desequilibrio de la alineación le pasase más factura.

Como no había público, el partido de ayer en Varsovia tenía pinta irreal, de entrenamiento entre semana, más un ensayo que un asunto serio y dio la impresión de que así se lo tomó el Real Madrid, Así le fue. Fue un equipo experimental el que se plantó en el campo vacío del Legia y la prueba casi le estalló a Zidane en las manos. Fue ganando con comodidad, pudo perder, estuvo a punto de ganar en el último segundo y al final empató, pero dejó pocas alegrías y muchas preguntas que no tienen respuesta. No pierde este Madrid, que siempre encuentra un nervio de orgullo para encerrar al rival y luchar por la victoria, pero que no termina de hacer una actuación convincente.

El Legia no había marcado un gol en la competición hasta que se enfrentó al Madrid y ahora, tras el doble enfrentamiento, suma cuatro tantos y un punto con el que no contaban ni los polacos más optimistas. Se habla mucho del empuje de la afición: ayer quedó demostrado que los gritos incansables de los terribles hinchas de Varsovia distraen más que ayudan a sus jugadores.

Sin público, todo fue extraño. Se oían las quejas de los futbolistas, las instrucciones que se daban entre ellos, sus lamentos y los gritos de ánimo de los pocos aficionados blancos que pudieron entrar en el campo y elegir el mejor sitio de la grada por el mismo precio. Todo eso dio a la escena un aire fantasmal, que nunca se fue y que se contagió el Madrid mucho más que el Legia. Con todo, el equipo español se puso con 0-2, pero después se dejó remontar, desordenado, algo apático, fuera de lugar durante gran parte del choque. No tuvo su mejor día Zidane, que pensó en un partido de dominio abrumador, con un solo sentido de ataque: hacia la portería del Legia y desequilibró al equipo, como ya había hecho en otros partidos donde la diferencia con el rival era abrumadora. Pero ayer el desequilibrio pesó más que la calidad de los jugadores.

Como Morata se merece minutos, el entrenador francés decidió que era el día para dárselos, pero no a cambio de restar un futbolista de ataque. Quitó a un hombre del centro del campo y sin ningún disimulo ni ningún complejo, jugó con un 4-2-4, que suena a fútbol antiguo, cuando no había precauciones y todo era morir o matar. Parecía que iba a matar el Madrid y después casi se muere.

Kovacic y Kroos defendían el centro del campo y la defensa jugaba adelantada para hacer el equipo lo menos largo posible. Morata y Bale empezaron echando una mano a los de atrás, pero luego les pudo el instinto. Benzema fue quien mejor entendió el papel de los delanteros. Había que juntarse, había que llenar los huecos entre los centrocampistas y los delanteros. El francés fue de los más dinámicos y de quien partieron las mejores combinaciones. Sin embargo, fue sustituido después. Su toque y el constante movimiento de Bale dieron impulso al Real Madrid en la primera parte y con eso se bastó para marcar dos goles. El primero nada más empezar, con todos fríos y acostumbrándose al vacío, menos Bale. Hizo el tanto y parecía que la historia ya se había acabado.

Abusó el Madrid de los centros laterales, como viene haciendo toda la temporada. Ayer lo hizo más quizá porque al ver a cuatro delanteros en el área, el cuerpo te pide poner balones ahí. Benzema quería el balón al suelo y Kovacic dio un paso adelante para marcar el ritmo del equipo. El croata se marcó uno de sus mejores partidos en el Real Madrid. Tenía un día duro y cumplió, además, con el tanto que evitó la derrota y sumó al Madrid su vigésimo séptimo partido sin perder.

El trabajo de Mateo y de Kroos a su lado, sin embargo, no fue suficiente para tapar todos los agujeros de lo que después a punto estuvo de ser un naufragio. El Legia fue más inteligente de lo esperado y supo aprovechar que el equipo de Zidane vio el partido ganado con sus dos goles de ventaja y que ayer tampoco estaba estructurado para hacer frente a casi nada.

El Legia marcó un tanto antes del descanso y se vio con ánimo para todo. Al Madrid, en cambio, el ánimo se le escapó en el desorden. Cuando las cosas se empezaron a poner en contra, no supo hacer frente a las adversidades. No había tapones en el centro del campo, no había tampoco modo de crear fútbol, más allá de los centros al área.

Ocurrió lo lógico: el Legia remontó y el Madrid recurrió a la épica. Volvió a tocar el equipo Zidane para jugar con tres centrales y atacar a la desesparada. Por lo menos, el equipo recuperó el pulso y con Lucas Vázquez y sin Benzema, se ordenó posicionalmente, ocupando todos los espacios. Sólo con esa variación, empató y no ganó de milagro.

. Ficha técnica:

3 - Legia: Malarz; Bereszynski, Padzan, Rzezniczak, Hlousek; Moulin, Kopczynski, Odjidja Ofoe (Jodlowiec, m.86), Radovic (Prijovic, m.77), Guilherme; y Nikolic (Kucharczyk, m.69).

3 - Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal, Varane, Nacho, Coentrao (Marco Asensio, m.77); Kroos, Kovacic, Bale, Cristiano Ronaldo; Morata (Mariano, m.85) y Benzema (Lucas Vázquez, m.64).

Goles: 0-1, m.1: Bale. 0-2, m.35: Benzema. 1-2, m.40: Odjidja Ofoe. 2-2, m.58: Radovic. 3-2, m.83: Moulin. 3-3, m.85: Kovacic.