Liga de Campeones
Mbappé desborda a la Real Sociedad
Él solo despertó al PSG con un gol y un remate al larguero. La Real, que
había dominado, se vio desbordada de repente y llegó el segundo, de Barcola
El PSG es mucho más que Mbappé, pero sobre todo es Kylian Mbappé. En apenas cinco minutos el «7» del equipo francés revolucionó a su equipo y asustó un poco a la Real, que se había dejado el miedo en el vestuario. En cinco minutos marcó un gol y mandó un balón al larguero, con la ayuda de Remiro, que podía haber dejado la eliminatoria muy complicada para el equipo donostiarra.
Fue más listo que nadie Kylian para ir a buscar en el segundo palo la pelota que habían disputado de cabeza Marquinhos y Zubeldía. Metió la espinilla, o lo que fuera, para enganchar la pelota en el aire y ponerla en la red. Fue a buscar la pelota donde no había nadie y tampoco nadie lo siguió. Aprovechó que Traoré, el que debía vigilarlo, estaba siendo atendido fuera del campo para acudir a ese espacio letal donde empezó a ganar el partido para el PSG.
Nada a partir de entonces fue lo mismo. Estuvo cerca de marcar el segundo en un disparo desde fuera del área que Remiro desvió al larguero con los dedos. No llegó el segundo gol, pero ahí estaba, esperando que la Real bajara la guardia para llegar.
Lo hizo de la mano de Barcola, después de una gran maniobra de Dembélé para comenzar la jugada y de un error de Traoré al defender al goleador. Se perfiló mal, intentó quitarle la pelota con el pie cambiado y le dejó todo el interior para penetrar, con un toque hasta el área pequeña. Remiro tardó en reaccionar porque se lo encontró antes de lo esperado en su terreno y no pudo evitar que se le colara entre las piernas la pelota que empujó Barcola con la puntera.
Doce minutos bastaban para que la Real se viera desbordada. Aunque no borran todo lo que la Real había hecho antes. Sin miedo, sin pensar en la diferencia de presupuesto ni de nombres. En el césped la Real competía y se acercó con peligro a la portería del PSG. Más cerca que nadie estuvo Mikel Merino en el final de la primera parte con un disparo que pegó en la parte superior del larguero.
También Mbappé había avisado antes de su gol con un disparo esquinado al que se anticipó Remiro para evitar el gol. Tapó portería y evitó el primero del PSG, aunque era inevitable comprobar la superioridad que proyecta Mbappé sobre cualquier rival. A esa velocidad y a esa exuberancia física que exhibe la acompaña habitualmente de tomas de decisiones correctas. Siempre sabe por dónde puede hacer daño y normalmente lo hace.
El francés había comenzado la semana dolorido por un golpe en el tobillo que no le impidió entrenar. Y Fabián ya avisaba en la conferencia de prensa previa al partido de que estaba en perfectas condiciones para el partido. Y no mentía.
Después de los goles se arrimó a la izquierda, buscando el camino que le había enseñado Barcola en el segundo gol. Y desde allí estuvo cerca de sacar algún centro que podía haber acabado de manera más dramática para la Real. Pero el equipo de Imanol puso más atención en la defensa para no repetir los errores que la habían condenado.
No estaba solo Mbappé. Lo acompañaba Dembélé y lo alimentaba Fabián. Luis Enrique, que dejó de llamarlo para la selección mucho antes de dejar el banquillo, le ha entregado el mando del PSG. Y Fabián responde con un juego preciso y con el ritmo suficiente para que Mbappé se sienta cómodo.
La Real siguió buscando el gol que no llegó. Estuvo cerca Pacheco, uno de los centrales, pero se le fue muy arriba la pelota que le había entregado Kubo. El japonés lo intentaba por los costados. También Barrenetxea, pero las decisiones del canterano no eran las más acertadas.
El plan tampoco pasaba por lanzarse al ataque de manera desbocada. Queda eliminatoria, hora y media de fútbol en San Sebastián para intentar la remontada. En su estadio y con su gente, aunque enfrente seguirá estando Mbappé. Decía Imanol antes del partido que no podía plantearlo en función de un futbolista porque si no, aparecería otro.
Pero en el PSG siempre aparece el mismo. Con vigilancia especial o sin ella, Mbappé es capaz de derribar a cualquiera. Lo hizo con la Real, pero el equipo donostiarra no renuncia. Queda una vida en San Sebastián y la esperanza de que allí las cosas sean diferentes. A ver qué piensa Mbappé.
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