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MotoGP
Pecco Bagnaia, el alumno de Rossi y el orgullo de Italia
Pecco, que creció viendo a Valentino y aprendió en su Academia, devuelve la gloria a Ducati con su título de MotoGP
Pecco Bagnaia empezó, como la mayoría de pilotos, destrozando de niño el jardín de su abuela con una minimoto que era casi más alta que él. Sus primeros recuerdos sobre dos ruedas le llevan también a las motos que compraba su padre y que le dejaban maravillado. Alguna Aprilia y sobre todo Ducatis, la marca de la que se enamoro y en la que ahora reina.
En el día «D» en Valencia amaneció agarrotado y no se quitó la presión hasta que vio que Quartararo entraba cuarto en meta y el título era suyo. Admitió que fue la carrera más difícil del año y una de las más complicadas de su vida. Corría con todo un país sobre sus hombros y cargando con el peso de la historia. Su título de MotoGP significa recoger el testigo de Rossi después de trece años sin títulos italianos en MotoGP; y el de Agostini, que hace cuarenta años fue el último italiano que ganó sobre una moto del país de la pizza, con la MV Agusta. Cualquiera hubiera temblado y, para colmo, los dos mitos estaban en Valencia para empujarlo a la gloria.
El Pecco niño creció también viendo en la televisión las batallas de Valentino, y reconoce que lloró como todos los italianos cuando en 2006 perdió el título con Hayden en la curva 2 del circuito Ricardo Tormo. Ese fue el lugar elegido como primera estación para la celebración del título, una especie de ajuste de cuentas con el destino del que Bagnaia no recordaba casi nada unos minutos después: «Es como si mi cabeza estuviera en otro lado, pensando en lo que acababa de conseguir», reconocía bañado en champán tras ser asaltado literalmente por todo su equipo cuando atendía a los medios en la sala de prensa.
Bagnaia es el primer campeón del mundo de MotoGP surgido de la Academia de Valentino. De ese Rancho cerca de Tavulia en el que dan vueltas y vueltas todos los de la pandilla hasta que ya tienen que parar porque se hace de noche. De esa cantera ha salido Pecco, que sentía que su triunfo era también el de todos los chicos que forman parte de esa Academia. «Es increíble la ayuda que dan, la pasión que tienen. Se ve en el rendimiento de todos pilotos. Nos apretamos unos a otros y nos hacemos mejores», explicaba Pecco, al que nunca le sabrá mejor un noveno puesto como el que finalmente rescató en Valencia.
Al principio tuvo un cuerpo a cuerpo con Quartararo, para evitar que el francés se enganchara al grupo de cabeza. Una acción en la que se tocaron y la Ducati perdió una de las aletas laterales. Por suerte tenía mucha ventaja en la clasificación y nunca vio peligrar su felicidad.
Bagnaia es el primer piloto que sale campeón después de haber firmado cinco ceros, aunque los compensó con siete victorias, algo que con Ducati había conseguido solo Stoner, otro nombre mítico conectado a este chico de 25 años que tiene cara de bueno y de no enfadarse nunca. En su box, tan nerviosas o más que él estaban su prometida, Domizia, y su hermana, Carola, que es parte del staff de Ducati y lo acompaña en todas las carreras. Ellas son parte de ese entorno que le ayudó a mirarse a sí mismo y entender por qué estaba cometiendo tantos errores. «No trabajo con un psicólogo porque creo que la gente que te puede ayudar son los de alrededor. Me han servido los consejos de mi novia, mi familia, los de la Academia, del equipo...».
La carrera del fin de fiesta en Valencia la ganó Rins para hacer un poco más dulce la despedida de Suzuki, que se va del Mundial para siempre.
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