Tenis

Nadal y el final de las incógnitas

Rafa está mejor de lo que esperaba «El temor es cómo asimilará la carga de los partidos, pero los entrenamientos le han convencido de que puede ser competitivo», asegura Moyá

Nadal, en un entrenamiento en Brisbane
Nadal, en un entrenamiento en BrisbaneDARREN ENGLANDAgencia EFE

En Brisbane, a 16.920 kilómetros de Manacor, Nadal es feliz. Así se transmite desde su entorno y así lo reflejan las imágenes que llegan desde Australia. Antes, durante y después de las sesiones de entrenamiento, cogido de la mano con su hijo, firmando autógrafos, haciéndose fotos, participando en eventos promocionales... Rafa volverá a jugar un partido el 2 de enero en un ATP 250 donde sólo compitió en 2017 y su reaparición es el gran argumento del circuito en el arranque del curso.

Más de allá de Carlos Moyá y Marc López, dos de sus entrenadores, quienes han compartido pista con él se han visto sorprendidos gratamente. En Manacor, en Kuwait, en Brisbane... Gasquet, Struff, Ruusuvuori, Fils, Rune... todos hablan y muy bien del estado de forma de Rafa. De los dos días a la semana en agosto con sesiones de 20 minutos a las casi tres horas de pista actuales. Nadal está para competir y eso ya es mucho tras estar más de once meses de baja y ser intervenido del psoas y de un viejo problema en la cadera. «Estar aquí ya es una victoria porque estoy mucho mejor de lo que esperaba hace un mes», asegura el propio Nadal.

«Ha sido una progresión lenta, en la que han surgido dudas y en la que ha habido momentos complicados porque no acababa de mejorar. A veces había que dar un paso atrás, ralentizar, pero poco a poco hemos podido ir avanzando, los problemas se han ido solventando y ahora está prácticamente preparado para intentarlo, pero las dudas las hemos tenido todos y él, el primero. Ha sido el momento más complicado que he vivido con él», comenta Moyá.

«Ha habido que frenarle en muchos momentos porque cuando él entra a pista es un animal competitivo. Gran parte de mi trabajo y del equipo ha sido pararle. Pararle en cuanto a carga de entrenamiento, en cuanto a horas de trabajo y en cuanto a intensidad. Los entrenamientos en las últimas semanas, por ejemplo en Kuwait, han ido mucho mejor de lo que él mismo podía esperar. Llegó allí pensando que no iba a ser competitivo, que no iba a estar a la altura y salió convencido de que lo podía ser», relata «Charly».

El 2 de enero debutará –después de hacerlo en el cuadro de dobles junto a Marc López– y el mayor temor del equipo es la asimilación de las cargas de los partidos. No tanto en Brisbane como pensando en el Open de Australia. Partidos a más de 30 grados, con un elevadísimo porcentaje de humedad, a cinco sets... «Hay que tener en cuenta que Rafa va a pasar de entrenar, que es algo que está muy bien, a competir. Y es imposible tener las mismas condiciones en un entreno que en un partido. Jugar al mejor de cinco sets, ganar, descansar, volver a la pista a los dos días… Esa es la duda que tengo ahora mismo, sobre todo para un Grand Slam. Pero tenemos tiempo hasta Melbourne. Si el Abierto de Australia empezara mañana mismo, el miedo sería real, pero todavía falta tiempo. Faltan más entrenamientos exigentes, falta jugar en Brisbane... creo que le va a situar en las condiciones suficientes para poder aguantarlo, pero es un temor que está ahí», asegura Moyá.

La referencia a ese «temor» contrasta con la inscripción del ganador de 22 Grand Slams en el cuadro de dobles de Brisbane. Si Rafa no se viera lo suficientemente preparado no se habría aventurado a jugar en el doble con Marc López. Es la mejor señal posible de que está para competir y lo que persigue es ganar tiempo en pista con partidos de verdad. «Nos interesa que juegue partidos, que pueda ir ganándolos para completar el nivel necesario que le lleve a estar en las mejores condiciones posibles en Melbourne», apunta Moyá.

Y todo servirá para ir despejando incógnitas, pero de una forma muy paulatina. Nadie mira más allá de Brisbane y del siguiente partido. El sueño es doble: Roland Garros y los Juegos Olímpicos. Pero para eso quedan cuatro meses y como dice Moyá: «En ese tiempo y tratándose de Rafa puede pasar de todo».