Fútbol
Sin prisioneros en la guerra civil que vive el Sevilla
El relevo de Pepe Castro por Del Nido júnior en la presidencia del club se sustancia entre una fractura social inmisericorde
«¡Pepe Castro, dimisión!». Antes, en el descanso y al final de cada partido en el Sánchez-Pizjuán, cualquiera que sea el resultado, la grada estalla contra el presidente. Un ritual que se repite desde hace más o menos un año y que en las últimas semanas, también ayer, se extendió al resto del consejo de administración. «¡Directiva, dimisión!», bramó el gentío sabiendo que Castro, tras diez años en el cargo, será historia dentro de poco. Puede que esta misma tarde.
El lunes 4 de diciembre se celebra la junta general de accionistas del Sevilla, la segunda del año tras la extraordinaria de julio, en la que el vicepresidente, José María del Nido júnior, ascenderá en el escalafón según el pacto suscrito en 2017 por su padre... que desde el día mismo de la firma se mostró contrario a cumplirlo. Pensaba Del Nido Benavente, entonces recién salido de la prisión en la que cumplía condena por sus prácticas corruptas en Marbella a las órdenes del clan Gil, que su hijo sería el peón que le facilitaría su vuelta al poder. Y se equivocó. Acuciado por una deuda con el fisco provocada por los apaños paternos, Del Nido Carrasco se ha arrogado la representación de las acciones de su familia hasta 2027, algo con lo que su progenitor no está de acuerdo... pero los distintos magistrados que han entendido el asunto, sí.
El último varapalo judicial para Del Nido padre llegó el pasado jueves, cuando el juzgado le denegó las medidas cautelares que solicitaba para votar en la junta de hoy por la remoción del consejo de administración. Desde los días previos, cuando el runrún ya anunciaba que esta vez tampoco se saldría con la suya, sus partidarios recrudecieron la presión sobre Castro y sobre las familias Guijarro, Alés y Carrión, que lo apoyan con sus acciones. Los domicilios y negocios de todos ellos han sido pintarrajeados y vandalizados. La consejera Carolina Alés, hija del venerado presidente que ahormó el Sevilla del siglo XXI, fue asaltada el pasado miércoles por la noche por unos encapuchados que profirieron insultos y amenazas. Los victimados no volverán a poner la otra mejilla: interpondrán denuncias penales contra Del Nido Benavente por incitación a la violencia, delito de odio con agravante de género e injurias.
Esta querella es una más en el millar de pleitos que se han cruzado las partes en los últimos años: por administración desleal Del Nido Benavente, que además ha impugnado las últimas juntas de accionistas; por no respetar el pacto el grupo de Castro, que también intenta auspiciar la compra del paquete de acciones del fondo inversor estadounidense 777 Partners, que se ha sumado a la estrategia opositora con su 11 por ciento del capital social, un volumen lo suficientemente grande como para provocar un vuelco definitivo si cambiase de bando.
Más allá del evidente afán de poder y dinero, de hecho, en esta guerra se juega también una forma de gobernar el Sevilla: por un lado, Del Nido júnior quiere persistir en el modelo de las familias sevillistas de toda la vida que mandan desde la conversión del club en sociedad anónima. Por otro, Del Nido sénior busca acaudillar, como testaferro, el desembarco de capital extranjero.
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