Fútbol

Real Madrid-Athletic (1-1): Benzema se va, pero se queda

Karim Benzema se despidió del Real Madrid en el partido contra el Athletic en el Santiago Bernabéu. Marcó un penalti y fue sustituido muy emocionado. Su legado queda

MADRID, 04/06/2023.- El delantero francés del Real Madrid Karim Benzema en el calentamiento previo al inicio del partido de la última jornada de Liga que el Real Madrid y el Athletic disputan este domingo en el estadio Santiago Bernabéu de la capital. EFE/ Mariscal
Real Madrid - AthleticMariscalAgencia EFE

En las inmediaciones del Santiago Bernabéu un niño tomaba algo en una cafetería con la camiseta del Real Madrid con el número nueve y el nombre de Benzema debajo. El año que viene, hoy ya, esa camiseta quedará antigua comercialmente y sólo tendrá un valor sentimental que ese niño aún no podrá valorar. Verá pasar otros delanteros, verá más goles y más títulos y comprará o le comprarán otras camisetas.Y no sabe, no sabe aún que Benzema que se ha ido, quedará.

Porque el fútbol no es más que eso: futbolistas que ves, aplaudes, te enfadan y pasan y que, sin que te des cuenta, van dejando algo. Una camiseta que queda pequeña, pero no se tira, tres goles al PSG que fueron un milagro, una jugada en la línea de fondo de un campo que ya no existe y que es inolvidable.

Así que cuando en el minuto 72 del partido contra el Athletic el árbitro señaló el penalti a favor del Real Madrid, el Santiago Bernabéu lo celebró porque era lo que estaba esperando: un motivo para empezar de verdad a decir adiós, para crear el último recuerdo. Benzema lo tiró, lo marcó lo celebró y fue sustituido. Se marchó con el público en pie, sin prisas, aplaudiendo con las manos en alto, tocándose el corazón y abrazándose, primero a Modric, no podía ser otro, y después a Ancelotti. Se va con 31 goles en su última temporada, con 35 años, el último de aquel verano inaudito en el que llegaron Cristiano Ronaldo, Kaká o Xabi Alonso. Ha sido Benzema, contra todas las apuestas y contra la opinión generalizada el último que ha dejado el club, el que más ha ganado en trofeos y el que más recuerdos y legado deja.

Benzema no era conocido por los aficionados, era muy callado y no parecía que encontrara su sitio en un club como el Real Madrid que no permite dudas ni pasos atrás. Frente al volcán que era Cristiano Ronaldo o la radicalidad con la que se expresaba Mourinho, Benzema pasaba en una zona gris, con muchos detalles futbolísticaos y pocos goles. Perfecto para alimentar tertulias acerca de si el delantero del Real Madrid podía acabar las temporadas con unos registros que no consideraban suficiente.

El vértigo de Bale en ataque sacó aún más a Benzema del foco y, aunque sin ser nunca urgente, el aficionado se polarizó entre benzemistas y antibenzemistas. El talento era innegable y la sutileza con la que jugaba en una posición donde casi todo es apresurada le diferenciaba de casi todos los delanteros del mundo. A su favor jugaba, además, su frialdad y su mentalidad. No lo parecía, daba la impresión de ser más frágil, pero pocos han confiado en él como si mismo. Y cuando dudó, cuando se quiso quejar y pensar en marcharse, cuando pensó que no le daban la importancia que debía tener y quiso hablar con el presidente, su familia le aconsejó: hagámoslo, pero antes a correr en el campo.

Se marchó Cristiano esa noche en Kiev, hablando cuando no debía porque su ego esa vez no ayudó al resto del equipo. Se fue Bale sin apenas hacer ruido, porque su tiempo había pasado y cuando se quiso dar cuenta ya era demasiado tarde. Se fueron marchando todos los que empezaron y coincidieron con Benzema, agotados por el físico o la presión o la edad, mientras él, sin embargo, renacía para sostener, levantar y llevar de nuevo a la gloria a un equipo que perdió a su máximo goleador y cuyo fichaje para sustituirlo y liderar, Hazard, nunca rindió. Por eso ayer, su despedida del Bernabéu no fue ni despedida.

Los mejores momentos de Benzema llegaron cuando no se esperaban y fueron alucinantes. El año pasado fue increíble, con un nivel goleador, fubolístico y de liderazgo que llevó al Real Madrid a los títulos y a él al Balón de Oro. Su adiós sobre el césped en su casa, con un gol y con el público de pie, borra lo extraños que han sido los últimos días del delantero francés, más introvertido que otras veces y sin negar la oferta de Arabia Saudí y sin decir que se iba.

No fue la única despedida. Asensio, en un final acorde con su carrera, fue suplente y salió en la segunda mitad, pero no acabó el partido. Ancelotti también quiso que se llevara una ovación sentida del Bernabéu, una de esas que tanto le ha regateado durante sus años en el club. Su presente no siempre ha sido agradable. Su memoria sí lo será.