Tenis

Nadal multiplica la épica por mil: se lesiona, sigue jugando y gana a Fritz en los cuartos de Wimbledon

El balear amagó con la retirada en el segundo set por un dolor abdominal, pero siguió jugando, limitado, sobre todo en el saque y terminó venciendo por 3-6, 7-5, 3-6, 7-5 y 7-6 [10/4]

Rafael Nadal celebra su victoria ante Taylor Fritz en Wimbledon
Rafael Nadal celebra su victoria ante Taylor Fritz en WimbledonKirsty WigglesworthAgencia AP

El camino de Rafa Nadal en Wimbledon sigue... Pese a todo. Cuando su tenis iba hacia arriba, su físico fue hacia abajo y una lesión abdominal le impidió competir al cien por cien en los cuartos contra Taylor Fritz. Pero su cabeza continuó ahí. Parecía un milagro que siguiera jugando, y lo hizo para vencer por 3-6, 7-5, 3-6, 7-5 y 7-6 [10/4]. De entre los partidos épicos del español, éste está en el “top”.

El encuentro de Nadal contra Fritz dejó varias imágenes significativas. La primera, claro, el gesto de dolor del español: después de un saque, el balear se agachó y, desconsolado, no podía ocultar el sufrimiento. Algo se rompió en la zona del abdomen, donde lleva casi todo el torneo con una tiras kinesiológica de esas que alivian el trabajo de la musculatura. No quiso dar pistas, dijo que era por unas agujetas. Tras ese momento, se sentó en la silla, se lamentó, pidió la presencia del fisio y se fue al vestuario a tratarse. Y en medio de todo eso, su padre, Sebastián Nadal, diciéndole desde la grada, de forma vehemente, que lo dejara, que se acabó lo de pasarlo mal, que abandonara. Fue tremenda esa escena.

Pero Nadal volvió al césped de Wimbledon y siguió jugando, pese a que la zona es muy delicada para un tenista, sobre todo para el saque. El zurdo ya servía sólo poniendo la pelota, sin poder imprimirle demasiada fuerza, pero sí trataba de jugar con algunos efectos para molestar. Lo intentó. Y no sólo eso. Vaya si lo hizo. Ganó dos juegos al servicio nada más regresar y la verdad es que empezó a moverse mejor. Y se generó una pelota de break y se llevó el segundo parcial. Tampoco es fácil para quien está enfrente ver a un rival limitado y jugar con toda normalidad.

No es que ahí ganara el partido, pero seguro que ahí empezó a no perderlo. Verse 0-2 abajo en esa situación era tener delante un muro demasiado grande hasta para él. Pero con el 1-1...

Nadal había decidido continuar con lo que tenía, que no era su potencial completo, pero estaba confiando en que su leyenda pudiera jugar a su favor, en que su rival, también con un vendaje en la pierna, temblara viendo que lo tenía todo a favor. Nunca se sabe lo que puede pasar en los partidos. Es su mentalidad. De alguna manera siguió jugando siendo un poco más directo, y le funcionó bien la derecha paralela, que suele ser un termómetro interesante para saber si su tenis fluye. Aunque es verdad que no era sólo una cuestión tenística. Podía correr Rafa, no se movía quizá como siempre, pero si llegaba a dejadas o a los ángulos. Y jugó muy bien con los cortados. Extraordinario. Sabía que tenía que sufrir con su saque.

Una rotura de Fritz en el tercer parcial le dio una ventaja que no soltó. En el descanso de ese set, decía el manacorense que no con la cabeza, en dirección a su palco. Volvió el fisio, charló con él. Poco podía hacer, al tratarse de esa zona. Las caras de Nadal eran un poema. Se le nota mucho cuando le pasa algo así. Resoplaba, la ceja arriba, la cabeza apoyada en la valla... Quizá esta vez le dolía más porque se veía cada vez mejor de tenis sobre hierba y de nuevo se cruzaba una lesión en su camino.

Pero el partido no había terminado y comenzó el cuarto set con una rotura a favor. ¿Y si aguantaba y llegaba al quinto? El factor mental en esas situaciones es la clave. Resistió Nadal hasta el 4-3, salvando muchos puntos con dejadas fantásticas. Tenía que tirar de recursos, tampoco se podía meter en una pelea encarnizada. Cada turno de servicio era duro hasta que Fritz consiguió el contrabreak para ponerse 4-4. Aparentemente el estadounidense había hecho lo más complicado, pero Rafa se siguió agarrando a la pista e incluso tuvo una opción de break en un punto disputadísimo que Taylor supo aguantar y resolvió con una derecha a la línea al límite.

Se puso 5-4. Le tocaba sacar a Nadal. Parecía que Fritz había hecho lo más difícil... Pero no. Con Nadal enfrente no hay que fiarse jamás. Al resto podía hacer daño y lo hizo para volver a ponerse con una rotura por delante. Y lo confirmó después. Sorprendentemente, habría quinto set en un encuentro que parecía destinado a morir en tres o antes.

Se fue Nadal al vestuario a cambiarse y se quedó Fritz esperando. Con cara de concentración, pero debía estar con nervios. Lo rozaba, pero eso contra el balear es estar todavía lejos. Empezó a depender el estadounidense demasiado de meter el primer saque. Si la pelota se ponía en juego, en un porcentaje alta ganaba el español. Hasta el 3-3 no llegaron las hostilidades, las primeras dificultades para Taylor. Salió de un 15-40, con una bola que tocó en la cinta y pasó. Sobrevivió a la tercera bola de break. Pero a la cuarta, una derecha paralela de Rafa y una dejada le dio la ventaja. Ya lo tenía enfilado. Hasta sacó el puño.

Pero en el thriller en el que se convirtió el encuentro, el norteamericano no había dicho su última palabra. Podía seguir apretando a Nadal con el saque, no estaba tan lejos. La cabeza era la clave. Y aguantó ahí arriba y eso hizo que su raqueta se activara otra vez e igualara el choque y resistiera después para ponerse 5-4. Al resto, para ganar el partido. Cabeza dura de Rafa, 5-5. 6-5, segunda oportunidad. En blanco el isleño, firme. “Vamos”, llegó el grito.

Un tie break final para un partido inolvidable. Ya no había lugar para lesiones ni para nada. Merecía la pena tratar de hacer unos saques más potentes. Entramos en territorio Rafa. Comenzó restando un primer saque y allí ya se veía que el milagro estaba a la vuelta de la esquina. Consistencia desde el fondo, una derecha angulada... 5-0. Un poco más de suspense, pero ya no se le escapó. Increíble.