Tenis

Alcaraz abusa de Tsitsipas y está preparado para el gran desafío de Djokovic en Roland Garros

El número uno del mundo se luce también ante Tsitsipas (6-2, 6-1 y 7-6 [7/5]) y se mete en semifinales, para vivir el partido más esperado ante Djokovic

Spain's Carlos Alcaraz plays a shot against Greece's Stefanos Tsitsipas during their quarterfinal match of the French Open tennis tournament at the Roland Garros stadium in Paris, Tuesday, June 6, 2023. (AP Photo/Jean-Francois Badias)
Carlos Alcaraz hace una dejada en el partido de cuartos de Roland Garros ante TsitsipasASSOCIATED PRESSAgencia AP

Hubo un momento en el primer set en el que Stefanos Tsitsipas intentó dar un revés y tuvo que saltar, pero la bola subió tanto que pasó hasta por encima de su raqueta, y tocó en el marco y el griego apartó la cabeza y el gesto que hizo era como si le hubieran disparado. El que estaba al otro lado con la raqueta cargada era Carlos Alcaraz, que sumó un nuevo triunfo por aplastamiento en este Roland Garros (6-2, 6-1 y 7-6 [7/5]) y ya tiene delante el gran desafío: las semifinales contra una leyenda, contra Novak Djokovic, el tenista que parece inmortal en los Grand Slams, sin importar como llega.

Parece preparado para intentarlo Carlos y Tsitsipas da fe de ello. Si el mito de Djokovic gana partidos casi antes de empezar, por el respeto que infunde, también empieza a hacerlo este chico que, recordemos, acaba de cumplir 20 años. Sí, 20. En apenas dos temporadas en el circuito los rivales ya salen condicionados contra él. El griego, que sabe lo que es jugar dos finales de Grand Slam, que lleva años en el «top 10», que ha vivido mil batallas y ganado a los mejores, tenía un 0-4 en contra antes de empezar, que se convirtió en un 0-5 sin que nada pudiera hacer. Salió condicionado, como si la figura de Carlos fuera la peor de sus pesadillas Es fácil decirlo a posteriori, con el resultado en la mano, pero la verdad es que la cara del heleno desde el comienzo hacía prever lo peor para él. Era como si fuera al paredón. El tenis no tardó en confirmar esas sensaciones. Al tercer juego ya encontró el break el español, para vivir un primer set en el que hizo lo que quiso. Después, también.

Se siente capaz de todo Alcaraz en París y si en el punto descrito al principio ganó por el efecto de su golpe, muchas otras veces lo hizo por aplastamiento. Su intensidad y su velocidad de bola eran demasiado para Tsitsipas, a quien en el último punto del primer parcial casi le dobla la mano una derecha del murciano. Antes, habían venido dos dejadas seguidas ante las que ni arrancó. Eso fue con 5-2, después de que desde el 0-1 con el que empezó no encontrara la manera de hacer daño al español. Intentó dominar él con su derecha y sólo lo logró en ocasiones, porque la norma era que estuviera a merced de Carlos, que trataba de machacar la zona del revés, o que sacaba y se iba a la volea o que tiraba de habilidad. Mostró prácticamente todos los golpes que existen en este deporte, y además con el acierto que le da la seguridad que tiene en sí mismo en estos momentos. No ha habido quien le haga dudar y por eso su fe le lleva hasta a correr a por pelotas imposibles o a quemar la bola.

Tsitsipas, en cambio, estaba en el polo opuesto. La desesperación lleva a la precipitación y totalmente descolocado, el griego perdió el plan y empezó a jugar sin orden. No se serenó lo suficiente en el descanso del primer set, y arrancó el segundo con una nueva rotura. Es otra de las características que va sumando Carlos a lo mucho que ya tiene. No hace tanto entraba como en un agujero negro y fallaba tres o cuatro seguidas, pero eso cada vez se ve menos y el número uno del mundo no da un respiro a quien esté delante.

Ni con 6-2 y 1-0, ya con esa rotura, aflojó para seguir martilleando, al ataque a la mínima oportunidad o desde el fondo cuando el punto se alargaba o con passings de derecha en carrera cuando el heleno lograba dominar. En este Roland Garros, el murciano está haciendo que jugadores fantásticos parezcan uno más. Lo hizo con Musetti y lo repitió con Tsitsipas, que ya no sabía ni por dónde le venían: si se metía muy atrás para ser más conservador, llegaba la dejada, y si intentaba jugar de tú a tú, terminaba desbordado. Sólo con algunos golpes de inspiración lograba sumar, pero puntos aislados.

El griego sacó pronto la bandera blanca. Tenía conversaciones con su banquillo, larguísimas hasta en esta época en la que el coaching está permitido. A lo mejor la solución era simple: que no había solución. Cedió el segundo set con una doble falta y en el tercero parecía resignado hasta que se despistó un momento Carlos y con 5-3 y servicio para ganar logró la primera rotura y forzó el tie break, pero no fue más allá. Es tal vez la muestra de que lo visto anteriormente no era normal, porque Tsitsipas es un jugadorazo, pero...