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Reserva Federal

Muere Paul Volcker, el economista que venció a los vértigos inflacionistas

Muere uno de los expertos más influyentes del último medio siglo. Fue presidente de la Reserva Federal de EE UU entre 1979 y 1987

Volcker, en una imagen de archivo junto al presidente Ronald Reagan. ©AP Photo/J. Scott Applewhite
Volcker, en una imagen de archivo junto al presidente Ronald Reagan. ©AP Photo/J. Scott ApplewhitelarazonAP

Murió Paul A. Volcker, acaso uno de los economistas más influyentes del último medio siglo. No tanto por sus aportaciones teóricas como por su trabajo en la trinchera, primero como funcionario del Departamento del Tesoro con John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson y Richard Nixon y luego como presidente de la reserva Federal como Jimmy Carter y Ronald Reagan.

Ya jubilado, pero todavía decisivo, fue consejero muy respetado del presidente Obama tras la hecatombe económica de 2008 y la multimillonaria inversión pública necesaria para rescatar el sistema. Hasta el punto que la llamada Regla Volcker, en la que recomendaba extremar las precauciones y atar corto a los bancos de inversión, acabó por ser la mejor definición de un tiempo en el que los gobiernos y los bancos centrales pelearon por recuperar una autoridad perdida en las últimas décadas.

Legado superlativo

Pero nada definirá mejor el legado superlativo del gran banquero que su desempeño junto a Carter y Reagan. Suyas fueron las tremendamente impopulares medidas para atajar la inflación, que en primera instancia provocaron la destrucción de millones de puestos de trabajo. Crucificado por las centrales sindicales y los políticos de la oposición, el enorme y apacible Volcker logró imponer su punto de vista. Los números acabaron por confirmar la bondad a medio y largo plazo de sus medidas. Desde entonces, tal y como ha relatado al New York Times uno de sus sucesores, Ben S. Bernanke, al frente del Banco Central, del que fue presidente entre 2006 a 2014, Volcker «vino a representar la independencia» y «personificó la idea de hacer algo políticamente impopular pero económicamente necesario». El año pasado, en declaraciones al diario neoyorkino, señaló que uno de los principales problemas de EE UU era el enorme poder que concentraban los sectores más ricos. De alguna forma fue de los pocos hombres capaces de desafiar la maldición pronunciada por Jean-Claude Juncker, de la que ha escrito en varias ocasiones el profesor de Ética y Economía Félix Ovejero, cuando comenta la célebre ocasión en la que el expresidente de la Comisión Europea reconoció que «sabemos lo que hay que hacer, pero no sabemos cómo ser reelegidos después de hacerlo».

Volcker, nieto de inmigrantes alemanes nacido en Nueva Jersey, siempre lo tuvo claro. Había que hacer lo correcto para la economía, con la vista puesta en el futuro, por más que fuese contra los intereses más inmediatos del votante. El campeón contra los vértigos inflacionistas no cedió nunca a las sirenas populistas. Hoy, llorado por tantos, su independencia, sus afanes por mantenerse al margen de la riña ideológica y las banderías partidistas, se antojan casi mitológicos.