Transporte aéreo
El avión más grande del mundo sale de su letargo para combatir al coronavirus
El Antonov 225 Mriya ha transportado 100 toneladas de material médico en un solo viaje desde China hasta Ucrania
No es el avión más bonito del mundo. Y, seguramente, cuando fue concebido, sus diseñadores tampoco aspiraban a que fuera a serlo. Pero el Antonov 225 Mriya ocupará un lugar destacado en la historia de la aviación por tratarse del avión de transporte más grande del mundo. Pese a que empezaron a construirse dos, sólo se llegó a terminar uno en el año 1988. Y después de un largo letargo tras sufrir una actualización en 2018, ha vuelto a entrar en servicio. No ha sido la Guerra Fría entre la URSS Y EE UU para la que fue concebido la que ha puesto de nuevo en el aire a esta reliquia de la aviación sino una lucha contra el enemigo que ha puesto al mundo contra las cuerdas, el coronavirus.
El Antonov 225 Mriya aterrizó ayer en Ucrania con más de 100 toneladas de material médico procedente de China para proteger del Covid-19 a la república que lo alumbró el siglo pasado. En su inmensa bodega traía 12 millones de mascarillas, 260.000 gafas protectoras y 100.000 equipos de protección en lo que Volodymyr Zelenskiy, presidente de Ucrania, describió como el mayor cargamento aéreo de la historia. Hace un par de semanas, el avión ya realizó otro vuelo para abastecer de material sanitario a Polonia. En este caso, trajo 7 millones de mascarillas y diversos equipos médicos que los operarios del aeropuerto chino de Tianjin tardaron 15 horas en cargar.
Si alguna aeronave podía lograr ese récord, esa es el Antonov-225. Reservado para transportar cargas de gran tamaño, incluidos tanques militares, generadores eléctricos de 190 toneladas de peso, trenes e incluso fuselajes de aviones más pequeños, el avión puede albergar unos 250.000 kilos de carga en su bodega. Aunque, en origen, fue concebido para ayudar a los soviéticos en la carrera espacial que mantenían en la década de los 80 con EE UU. Su objetivo inicial era servir de plataforma para llevar al transportador espacial Burán. A tal fin, se le equipó con seis motores y se le dotó de una enorme envergadura de 88,4 metros y una longitud de 84 metros. De su tamaño da idea el hecho de que es tan alto como un edificio de ocho pisos (18 metros) y que su peso alcanza las 640 toneladas. Por comparación a sus dimensiones, el Airbus A380, el avión de pasajeros más gran del mundo, mide 79,8 metros de envegadura y 72,7 metros de longitud.
El tamaño del Antonov-225 no le permite operar en cualquier aeropuerto. Normalmente, lo hace en instalaciones secundarias donde no perturba el tráfico de otras aeronaves. Y es que, cada vez que despega forma unos torbellinos tras de sí que ningún otro aparato puede despegar hasta que no pasan al menos quince minutos. Para levantar el vuelo, necesita una pista con un mínimo de 3.500 metros de longitud.
Cuando el programa espacial soviético cayó en el olvido también lo hizo el Antonov-225. Pero en 2001 fue recuperado para el transporte de material y equipos que otros aviones no eran capaces de llevar. Así, se ha utilizado para transportar piezas de gran envergadura -algunas de hasta 41 metros de largo- y para enviar material de ayuda para misiones humanitarias.
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