Testimonio

“En enero tendré que valorar si cierro el restaurante; el aumento del salario mínimo ha sido la puntilla”

Juan Carlos tiene a su cargo a siete empleados y la subida del SMI implicaría 500 euros más al mes en gastos. “Me parece bien que la gente cobre más, pero que a los pequeños empresarios nos rebajen los impuestos. Estamos asfixiados”, lamenta

Juan Carlos Contrera, hostelero segoviano
Juan Carlos Contrera, hostelero segovianoLa RazónLa Razón

Para Juan Carlos Contreras, los siete empleados que tiene a su cargo en el restaurante son parte de su familia, “así que cómo no me voy a alegrar de que cobren más, lo que ocurre es que el Gobierno no piensa en los pequeños empresarios para quienes la subida puede suponer el cierre del negocio o el recorte de la plantilla”, dice nada más comenzar la conversación con LA RAZÓN. Este segoviano lleva dos lustros al frente del Redebal, aunque a sus 55 años conoce bien el sector ya que suma más de tres décadas de experiencia. Bien es conocida por todos la crisis que atraviesan los hosteleros, “pero esto ya es la puntilla”, confiesa. Su restaurante es pequeño, tiene siete empleados fijos (cuatro a jornada completa y tres durante el fin de semana), aunque “solo he podido sacar a tres del ERTE y a media jornada, porque no hay trabajo”.

La determinación de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, para aumentar los 950 euros de Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta unos 1.000, contrasta con las reticencias de la vicepresidenta económica Nadia Calviño y la patronal para llevar a cabo la subida. “Puede que haya quien piense que esos cincuenta euros no son significativos, pero, por ejemplo, en mi caso, supondría unos 500 euros más, porque también aumentaría la cotización que debo pagar por cada empleado”, asevera Juan Carlos. Para él, lo ideal sería que al tiempo que impulsan el SMI lo compensen con un recorte de impuestos al empresario de manera proporcional a lo que ellos deban pagar por cada trabajador en nómina.

“Nunca me voy a negar a que los trabajadores cobren más, pero no a costa del empresario. Lo terrible es lo que no vamos a poder hacer. Si por ejemplo nos bajan un 3 o 4% de IVA ese dinero se lo pago yo directamente a los trabajadores, porque repercutirá positivamente en el negocio. No puede ser que nos suban las tasas de autónomos, el salario de los trabajadores y con ello los impuestos que pagamos por ellos y a los dueños del negocio no se nos aporte ninguna facilidad”, protesta.

Una gran responsabilidad

En la voz de este hostelero castellano se nota la fatiga, el cansancio y el enfado con los políticos. Ahora, factura el 20% de lo que hacía antes de la pandemia y de hecho, en enero se planteará la viabilidad de su negocio. “Si las cuentas no salen no me quedará más remedio que cerrar. Es duro asumirlo, pero bueno, tengo un buen currículum en lo mío y espero poder encontrar un empleo si llego a esa situación. En Segovia ya han cerrado el 15% de los negocios hosteleros y según las últimas previsiones otro 15% podría seguir los mismos pasos en los próximos meses. Es desesperante”.

Además, como en Castilla y León han tenido hasta hace unas semanas todo el comercio cerrado, su situación es aún más asfixiante. “Segovia es una ciudad turística, el 60% de los clientes son de fuera y ahora no viene casi nadie”, relata. Su mujer, María Luisa, trabaja con él y ambos llevan cuatro meses sin cobrar “ni una perra”: “Lo poco que ingresamos va para las nóminas de los empleados y para los proveedores a los cuales vamos pagando como podemos. Algunos nos están dejando que atrasemos las facturas por la confianza que tenemos con ellos, pero esto es insostenible. ¿Cómo vamos a sobrevivir si encima aumenta el gasto por empleado? Nuestros beneficios están a cero y he invertido todo el patrimonio de mi familia en el negocio. Ya no podemos más, hasta aquí hemos llegado”.

Juan Carlos siente una gran responsabilidad no sólo por los suyos sino por los empleados a su cargo “que también tienen familia y estamos todos en la misma situación. Ellos lo entienden, pero estoy desesperado”. Pronostica que, a partir de enero, si la subida del SMI se hace efectiva “no me quedará más opciones que reducir jornada de trabajo y personal. Es absurdo que por querer aumentar el salario de los trabajadores lo que van a conseguir es que se contrate menos, y todo por un puñado de votos”, lamenta.