Opinión

El clic que necesita nuestro mercado laboral

La Revolución Digital puede tener mayores consecuencias en el mercado laboral que la propia Revolución Industrial

La adicción a las nuevas tecnologías constituye una de las principales preocupaciones del nuevo Instituto de Estudios de las Adicciones IEA-CEU de la Universidad CEU San Pablo | Fuente: CEU
La adicción a las nuevas tecnologías constituye una de las principales preocupaciones del nuevo Instituto de Estudios de las Adicciones IEA-CEU de la Universidad CEU San Pablo | Fuente: CEUCEU

Asistimos al fin de un mundo -analógico, físico…- que no se acaba y al comienzo de otro que, pese a lo imprevisible e incierto que resulta, sin duda será digital. Y en ese paso del “off” al “on” nos jugamos nuestro futuro, cada día más presente. El teletrabajo, las reuniones por Zoom o Teams, las videollamadas, los webinar… no son sino señales de una revolución que estalló hace años, pero que la pandemia ha acelerado de manera vertiginosa. Hablamos de la Revolución Digital, con quizás mayores consecuencias en el mercado laboral que la propia Revolución Industrial. Y en ella, el capital humano es el principal punto débil en España, como se pone de manifiesto en un Informe recientemente presentado por el Consejo Económico y Social (CES).

Pese a la mejora experimentada a lo largo de los últimos años, aún nos encontramos muy alejados de los países más avanzados, sobre todo en cuanto a capacidades digitales sofisticadas así como en creación y atracción de talento digital. En primer lugar, debido a un nivel formativo medio todavía bajo, con menor peso además, en especial entre las mujeres, de las áreas denominadas STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas). En segundo lugar, por un descenso progresivo del peso del empleo en ocupaciones de cualificación media -como la hostelería o el comercio minorista-. En tercer lugar, dadas las tasas de empleo más bajas y los niveles de paro superiores.

Todo ello plantea problemas en la transición digital como consecuencia de la mayor exposición de algunos trabajos a una eventual sustitución y, sobre todo, de la necesidad de impulsar una fuerte adaptación de las personas para el adecuado desempeño de sus funciones. Sin embargo, el empleo ha mostrado una apreciable resiliencia, en parte gracias al rápido y fuerte crecimiento del teletrabajo, que apunta a la existencia de un potencial de digitalización de muchas ocupaciones.

No obstante, el Informe del CES considera que la digitalización puede ser una oportunidad para lograr una composición sectorial de la actividad productiva más equilibrada y sostenible, máxime en términos de crecimiento y empleo, siempre que se implementen políticas adecuadas para conseguirlo, en cuya concepción y gobernanza los interlocutores sociales deben tener un papel destacado.

Eclosión del teletrabajo

La implantación masiva del teletrabajo ha revelado insuficiencias en las competencias y nuevas capacidades y habilidades asociadas, y también ha subrayado la importancia de otras, de carácter transversal y relativamente independientes de conocimientos y capacidades técnicas o profesionales. En este mundo en el que se van derribando todas las barreras entre lo “offline” y lo “online”, el conjunto de la población activa ha de capacitarse desde el punto de vista digital para poder acceder a los puestos con mayor demanda y dotarse de mayor flexibilidad para transitar entre empleos y ahuyentar el riesgo de exclusión laboral.

Ello, a su vez, requiere un fuerte impulso en las políticas activas de empleo, con objetivos de medio plazo, que debería recogerse, entre otros, en la futura Estrategia Española de Apoyo Activo por el Empleo 2021-2024 y en el Plan de Acción 2021-2027 de Garantía Juvenil Plus.

Pero también se necesitan otro tipo de competencias, algunas de carácter transversal (las lingüísticas, la abstracción y la resolución de problemas), para adecuarse al nuevo entorno. Así como otras, ya dentro de las llamadas “soft skills”, donde entrarían la capacidad de adaptación y las habilidades sociales, que también estarían cobrando mayor importancia precisamente a raíz de la transición digital.

Cambio de enfoque

En paralelo, el Informe del CES subraya que España afrontaría un riesgo más alto de transformación digital y automatización por el mayor peso en su empleo de algunas de las ocupaciones más susceptibles de sustitución del trabajo humano. De ahí, la conveniencia de fomentar las vocaciones STEM y de cambiar radicalmente el enfoque de estas carreras en la educación y la formación profesional. Y es que hay que formar a los futuros profesionales para un desempeño donde puedan incrementar el valor del trabajo humano con el aporte de las “máquinas” y donde sean capaces de gobernar con eficiencia y seguridad la colaboración entre ambos.

Sea como fuese, la participación de los agentes sociales y la negociación colectiva, por su naturaleza y funciones, son los instrumentos que mejor pueden facilitar una adecuada gobernanza de las estrategias de adaptación tecnológica de las empresas dinamizando las relaciones laborales en un sentido proactivo, anticipándose tanto a los cambios como a sus efectos.

Las medidas orientadas al capital humano del Plan España Digital 2025 tratan de atender a la capacitación transversal de la población activa, pero está por ver si son suficientes, pues se requiere una efectiva coordinación con las estrategias que se han de adoptar en todo el sistema educativo-formativo.

Digitalización y supervivencia

La digitalización es una cuestión de supervivencia. Y la oportunidad que se nos presenta con el reparto de los fondos europeos resulta única, en la medida en que más de 3 de cada 10 euros de estas ayudas se destinarán a proyectos digitales.

Los grandes objetivos y directrices parecen bien planteados. Y las dotaciones presupuestarias, suficientes. Ahora bien, falta por ver cómo ejecutarlas, para lo que se requiere la máxima transparencia. En ello, y en el clic que necesita nuestro mercado laboral, nos va la vida. Digitalizarse o morir.