España

Análisis

Engaño 2050. Una excusa para el intervencionismo

España será un gran país en 2050 porque la agenda de Sánchez no se concretará. Sus 200 medidas no tienen concreción excepto para maniatar a los ciudadanos

El plan de Sánchez está lleno de inconcreciones
El plan de Sánchez está lleno de inconcrecionesPlatonIlustración

De buenas intenciones está el infierno lleno. El documento presentado por Sánchez como Plan 2050 («un gran dialogo nacional») es una colección de lugares comunes y brindis al sol cubierto con un débil revestimiento aparentemente científico y académico. Utiliza la excusa del academicismo para colar una agenda de intervencionismo, prohibiciones y altos impuestos y lo llama «diálogo». Es un insulto a los españoles, familias, empresas y autónomos, que han sufrido un 2020 durísimo y a los que no solo les han subido los impuestos, arruinado y encerrado, sino que encima el Gobierno les viene ahora con propaganda paternalista.

El objetivo del documento es claro. Al proponer objetivos estilo brindis al sol con los que cualquiera está de acuerdo, pero no concretar cómo, busca usar la propaganda argumentando que quien se oponga está en contra de aumentar la productividad, el empleo y el crecimiento. Es maquiavélico. Si no aceptas su punto de partida, por ejemplo, que la baja productividad de España es por los bajos salarios y la pobre competitividad de las empresas (pág. 53), que es una falacia, entonces es que te niegas a dialogar y no quieres que aumenten los salarios y el empleo.

Mucho más que maquiavélico. Al poner el documento como un trabajo de 200 expertos nos quieren hacer creer que si no estamos de acuerdo vamos en contra de la ciencia y la gente que realmente sabe. Curiosamente, estos expertos llegan a la misma conclusión sobre lo que es bueno para el país y es, casualidad también, que se aplique el programa del PSOE.

Defectos

No hay una sola referencia a eliminar gasto inútil y reducir la administración. Solo habla de «modernizar» y «aumentar la eficiencia» pero no da un solo dato. No tiene, sin embargo, reparo en encontrar medidas muy claras para los demás. Prohibir vuelos nacionales, imponer tasas por hora de uso de vehículos…. Y subir impuestos. Eso sí, ningún comentario de los expertos alerta de que esas subidas de impuestos puedan tener un grave impacto en empleo e inversión.

Es curioso que un documento que presume de más de 200 páginas de referencias académicas y científicas no incorpore ni una sola referencia a la metodología de cálculo empírica de sus pretensiones de objetivos a largo plazo. Reviste de sesudo informe académico lo que no deja de ser un programa electoral que se denomina a sí mismo transversal, pero, oh sorpresa, solo considera los argumentarios de la izquierda. ¿Dónde están Alesina, Deaton, Sowell, Mises, Hayek, Norberg, De Soto, Shellenberger, Rogoff, Reinhart, etc? Cuando cita a Acemoglu y muchos otros autores no es como demostración o explicación de una propuesta y su eficacia, sino como referencia tangencial. Las 200 páginas de referencias recibirían un suspenso en un trabajo académico por inflar la bibliografía para nada.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer, durante la presentación del proyecto España 2050
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ayer, durante la presentación del proyecto España 2050EUROPA PRESS/M.FERNÁNDEZ. POOLEuropa Press

Prohibición, intervencionismo, dirigismo y altos impuestos. Ese es el resumen del plan lanzado como una base, un punto de partida para lo que el Gobierno llama diálogo. 200 medidas que en realidad no incluyen concreción excepto para maniatar y amordazar a los ciudadanos. Más impuestos, completar pensiones con planes de empresa (a pesar de que anuncia grandes aumentos de impuestos), prohibición de vuelos cortos y tasas (más impuestos) por hora de utilización de coche.

«Este grupo ha trabajado durante casi un año de manera altruista y totalmente independiente, debatiendo, estudiando y movilizando todo el conocimiento científico disponible para arrojar luz sobre los grandes desafíos estructurales que España deberá afrontar y superar en las próximas décadas si quiere converger con los países más avanzados de la UE». Con estas frases tan grandilocuentes nos intentan convencer de que se incorporan todas las opiniones y análisis, mientras elimina toda referencia a cualquier pensador que no compre su dogma. Es más, la única referencia es a haber «mantenido reuniones» con «especialistas de organismos internacionales como el Banco Mundial».

Lo más preocupante no es que el Gobierno de España mueva todo su aparato de propaganda para un documento de buenas intenciones que no ha utilizado para nada la experiencia de las empresas y la realidad de los creadores de empleo y emprendedores. Lo que es realmente preocupante es que en Moncloa estén convencidos de que este documento es un ejercicio transversal y un pilar básico para el acuerdo.

El problema principal es que nos intenten hacer tragar con ruedas de molino. España es un 0,9% de las emisiones de CO2 del mundo. Que los expertos piensen que eliminar vuelos nacionales y freír a impuestos a los ciudadanos es la solución a los problemas climáticos con los que nos asustan en la introducción es simplemente alucinante.

Que ninguno de los expertos siquiera haga un análisis medio serio de desplazamiento de crédito y rentas de las medidas anunciadas ni considere que el aumento de impuestos va a suponer un escollo a empleo e inversión nos explica mucho del documento. Que no haya una sola voz que cuestione que la creación de organismos públicos para todo que propone el documento no es la solución más eficaz también resulta más que sospechoso.

España en 2050 será un gran país, entre otras cosas porque este documento se quedará como lo que es, una colección de ideas sin concreción, y porque ni Sánchez ni Redondo estarán en Moncloa. España en 2050 será un gran país gracias a sus emprendedores, empresas y autónomos, a las familias y a la realidad de que, si abandonamos el dirigismo que quiere Sánchez, llegaremos a nuestros objetivos antes y mejor. España necesita más libertad y menos intervencionismo. Lo contrario de lo que propone Sánchez.