Seguridad Social
Escrivá evitará recortes en la pensión de los baby boomers para contar con los sindicatos
Escrivá ultima su mecanismo de equidad intergeneracional, que no rebajará la pensión de los futuros pensionistas pero sí alargará su vida laboral
En apenas unos días deberemos saber qué fórmula plantea el ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, para sustituir al derogado factor de sostenibilidad de las pensiones. De hecho, el día 15 de noviembre era la fecha planteada para tener listo un acuerdo con los agentes sociales sobre el nuevo Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), aunque la sustitución de este último forma parte de la segunda pata de la reforma de pensiones, por lo que se incluirá en el proyecto de ley mediante una enmienda, y su aplicación no arrancaría hasta 2027.
Sobre las variables que contendrá el MEI hay más incógnitas que sobre la fórmula de la Coca-Cola aunque existe la certeza de que, si Escrivá no quiere provocar otro cisma en el Gobierno de coalición y contar con el respaldo de los sindicatos, el mecanismo deberá plantear ajustes mucho más moderados respecto al que aprobó el PP y en cualquier caso estos no podrán afectar a la cuantía de la pensión inicial.
La idea que planteará Escrivá es que el MEI no tenga un carácter corrector, al menos de entrada. Su aplicación no supondrá una merma en el cálculo de la pensión inicial. En tal caso, servirá para determinar mediante «proyecciones más certeras» la evolución de la salud financiera del sistema de pensiones de la Seguridad Social. «Una vez realizado el análisis, habrá que tomar las decisiones pertinentes, pero en ningún caso se tratará de un factor que incluya la esperanza de vida para recortar la pensión inicial», reveló en una información publicada por LA RAZÓN el pasado verano una alta fuente del Ejecutivo.
El problema es que ese no es el ajuste que espera Bruselas. La Comisión Europea ha advertido en numerosas ocasiones que ligar las pensiones al IPC «en ausencia de medidas compensatorias» es hacer el harakiri al sistema de pensiones, que quedaría en la insolvencia para los restos y a expensas de las transferencias de los Presupuestos para parchear, vía impuestos, las brechas abiertas. La mejor baza, como ha sugerido la UE, sería ajustar las pensiones iniciales, en línea con la entrada en vigor del derogado factor de sostenibilidad.
Sin embargo, tras la rectificación del propio Escrivá, parece claro que no habrá tijeretazo en la pensión inicial. Y es que, al referirse el pasado julio al futuro de las pensiones de los ‘baby boomers’, las personas nacidas entre 1958 y 1977, Escrivá apuntó que produciría un «ajuste», aunque «moderado», sobre la pensión de los ‘baby boomers’ o un retraso en su edad de retiro. «Es un ajuste bastante moderado. No verán mermada su pensión, podrán elegir entre un ajuste pequeño en su pensión o alternativamente podrían trabajar algo más. Tenemos todavía que concretar los detalles”» explicaba en una entrevista en TVE tras la que le llovieron las críticas a diestra y siniestra.
Un día después, el ministro se disculpaba: «Hay que dar certidumbre y ayer no tuve el mejor día y no transmití esa certidumbre al hablar de algo que aún está por definir». Además, aclaró que el objetivo es asegurar a los pensionistas «su poder adquisitivo de forma permanente». Tras el acto de contrición, explicó en el Pacto de Toledo que el MEI no era «muy sustantivo» que se diseñaba «por si acaso» y que que «igual» no llegaría nunca a aplicarse. «Es verdaderamente secundario en conjunto e incluso puede ser algo inocuo para el futuro, ya lo verán», dijo.
Con ese nuevo tablero, parece que el MEI servirá de radar para identificar de forma más precisa la salud del sistema de pensiones y que las medidas quirúrgicas dependerán de las decisiones políticas que tome el Gobierno de turno en función de la situación económica y laboral del momento.
Los expertos apuntan a que el mecanismo, que medirá el aumento de la tasa de dependencia por la jubilación de la generación del baby boom, con un aumento de los nuevos pensionistas muy superior al de nuevos cotizantes al sistema, debería establecer una corrección, aunque se podría modular si las personas que se jubilan retrasan proporcionalmente su edad de jubilación en función de este mecanismo. En cualquier caso, habría que establecer un «índice de solvencia del sistema de pensiones» que definiera el grado de respaldo del sistema sobre la previsión de futuras cotizaciones y vincular la edad ordinaria de jubilación a la evolución de la esperanza de vida para cada grupo de edad. Concretamente, a la esperanza de vida restante al llegar a la edad de jubilación.
Así, si la esperanza de vida se incrementara en un año respecto al periodo de medición anterior, la edad de jubilación debería incrementarse en un año. Si la esperanza de vida se redujese, se reduciría la edad de jubilación en esa misma fracción de tiempo, manteniendo un umbral mínimo de edad legal de jubilación. El efecto inmediato del aumento de la esperanza de vida debería ser el incremento automático de la edad de jubilación, con la opción de elegir jubilarse sin que se les aplique ese retraso en su edad ordinaria de jubilación, a cambio de un ajuste (actuarial) en el importe de su pensión. Como el aumento de la edad legal no va a producirse, al menos en el marco de esta reforma de las pensiones, los tiros van por otro lado.
En cualquier caso, según los expertos consultados, la fórmula de cálculo no debería ser igual para todo el universo de trabajadores, sino que debería tener en cuenta las diferentes carreras laborales, siendo menos gravosa para los periodos de cotización acumulada superiores a 41 años y 6 meses, y especialmente aquellos con más de 44 años y medio trabajados.
Los sindicatos recelan del MEI y del hecho de que, si no hay acuerdo en el diálogo social antes del 15 de noviembre para concretar el contenido de dicho mecanismo, el gobierno podría tener «vía libre» para aplicar recortes en el cálculo de pensiones, en la edad de jubilación o en la revalorización.
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