Macroeconomía
El Gobierno sopesa una rebaja de la previsión de crecimiento por la ralentización económica y la nueva variante de la covid
El BCE y el Banco de España recuerdan que “todas las previsiones se han hecho pensando en que la crisis sanitaria está finalizando, y no es así”. La Comisión Europea y el FMI también han recortado su previsión para España, al 4,6% y al 5,7%
El Gobierno se mantiene imperturbable en su hoja de ruta económica. Ninguna de las llamadas de atención realizadas por organismos, instituciones y bancos al parón en el crecimiento de este año y el que viene han convencido a los gurús económicos del Gobierno ni a quien los lidera, la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño. El Ministerio actualiza sus previsiones según marca el ciclo económico, en abril con el Programa de Estabilidad, y en octubre, con el Plan Presupuestario. Pero la presión que están ejerciendo las últimas actualizaciones dentro y fuera de España, sumadas al encarecimiento de la energía, los problemas de suministros y de transporte y el encarecimiento de los costes de producción y de la materias primas -que han elevado la inflación hasta el 5,4%- pesan como una losa para queel Ejecutivo prepare ya una rectificación, al menos de manera interna «sin anuncio oficial», para evitar «problemas y pánicos innecesarios», informaron a LA RAZÓN fuentes gubernamentales. Sin embargo, la aparición de la nueva variante surafricana del coronavirus puede hacer saltar por los aires incluso la peor de las previsiones y forzar una rectificación a la baja o, al menos, a «ajustar los objetivos económicos a la nueva situación, incluida la rebaja de la deuda y el déficit, que son la verdadera prioridad, no si bajamos o no la previsión», inciden estas fuetes.
Desde el Ministerio de Asuntos Económicos siempre han esgrimido los llamados «indicadores de alta frecuencia», datos como los gastos con tarjeta bancaria, la afiliación diaria a la Seguridad Social y otros indicadores semanales o mensuales que «permiten observar la evolución económica a corto plazo», y en esos indicadores «nos basamos para mantener nuestra previsión».
Sin embargo, la propia Calviño admitió la semana pasada que el Gobierno está «revisando las previsiones económicas cada día», pero «lo importante» es tener una perspectiva «lo más sólida posible. Podemos estar discutiendo de cifras, pero yo no creo que eso vaya a cambiar la realidad, que no es otra que una recuperación fuerte en marcha, con unos Presupuestos que nos dan estabilidad», recalcó. Eso sí, recordó que hay que actuar «con prudencia», mantener un mercado con una recuperación «muy intensa» y «cumplir» los objetivos de déficit y deuda.
No lo tienen tan claro ni el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, ni el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, que admitieron este fin de semana durante el XXVI Encuentro de Economía de S’Agaró, la dificultad de realizar proyecciones económicas en el contexto actual. «Todas las previsiones se han hecho pensando en que la crisis sanitaria está finalizando y no es así», dijo De Cos, por lo que situaciones como la nueva mutación del coronavirus ponen en duda que «la pandemia sea ya cosa del pasado» y, por tanto, «las previsiones deben actualizarse», y hacerlo a la baja, ratificó Luis de Guindos.
En esta tesitura, la estimación de cerrar este ejercicio con una subida del PIB del 6,5%, tal y como calcula el Ejecutivo, se sitúa cada vez a mayor distancia de las cifras que manejan la mayoría de entidades, que se mueven en una horquilla de crecimiento entre el 4 % y el 6%. Esta rebaja sustancial de sus anteriores apreciaciones las basan en la presión que ejercen factores como el imparable incremento de la inflación, la fuerte subida del precio de las materias primas o el temor a una nueva ola, que contribuyen a ralentizar el crecimiento económico español.
Hay que recordar que en abril el Gobierno rebajó del 7,2% al 6,5% su predicción de crecimiento para este año, y desde entonces ha mantenido intacta esa idea, pese a que los indicadores apuntan con claridad en sentido contrario y niegan ya que se pueda mantener hasta final de año el acelerón vivido en el tercer trimestre. Incluso el INE dio un soberbio bofetón en la cara cuando redujo el crecimiento trimestral entre abril y mayo al 1,1%, lejos del 2,8% que programó en un principio, la mayor rebaja desde que se tienen registros. Esta incertidumbre fue corroborada por las proyecciones realizadas por la Comisión Europea (CE), que el pasado día 11 actualizaba su estimación para España, dejándola en el 4,6%, 1,4 puntos menos que en su cálculo anterior y por debajo de la media europea del 5%.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) también revisó a la baja en octubre su previsión, que pasó del 6,2 al 5,7 %.El Banco de España no actualizará la suya hasta diciembre, aunque ya ha anunciado que la rebajará -en septiembre pronosticaba una subida del PIB del 6,3% y según fuentes de la institución «se revisará ostensiblemente»-.
Pero estos tres grandes organismos no son los únicos que ven nubarrones en el horizonte y la rebaja suscita consenso entre las entidades privadas y de análisis económico. Por ejemplo, la veintena de entidades que componen el panel que elabora una vez cada dos meses la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) mostraron total unanimidad a la hora de recortar sus propias expectativas. La media de sus proyecciones bajó del 6,2 al 4,8 %, y trece de ellas coincidieron en valorar un aumento inferior al 5%.
Por su parte, Caixabank ha rebajado su previsión en 2021 en 1,3 puntos, desde el 6,3% que anticipó en su anterior pronóstico hasta el 5% actual; BBVA Research lo ha hecho hasta el 5,2%; y en el Consejo General de Economistas (CGE) recuerdan que el incremento del 2% del PIB en el tercer trimestre ha sido inferior al 3% estimado, lo que hace que la previsión baje hasta situarse en una cifra en torno al 5%. Así, esperan un incremento del PIB de alrededor el 2,5% en el cuarto trimestre. Según explican, el ensanchamiento de nuestro diferencial del IPC con Europa, ahora de 2,1 puntos, unido a nuestra menor productividad, empeora nuestra competitividad y puede perjudicar a las exportaciones, lo que «indice directamente en la bajada de las previsiones».
Pero las dudas se extienden igualmente a 2022, año en el que el Gobierno espera recuperar todo lo perdido en 2020 y volver al nivel económico prepandemia, por lo que se confía en crecer un 7%. Sin embargo, Bruselas ya habla de un 5,5% de incremento, el FMI lo limita al 6,4% y la OCDE lo sitúa en un 6,6%. El Banco de España tampoco prevé un corto avance del 5,9%. En cuanto a los panelistas de Funcas, rebajan esa estimación incluso dos décimas más, hasta dejarla en el 5,7%.
La situación es peor de la esperada, ya que el crecimiento proyectado para el próximo año incluye ya la inyección de liquidez correspondiente a los fondos europeos Next Generation, cuya ejecución según los panelistas rondará los 20.000 millones de euros, frente a los 26.000 millones que recogen los Presupuestos de 2022 -recuerda Funcas-.
Calviño, pues, fía todas sus esperanzas a la llegada de estos ansiados fondos europeos, ya consignados en los Presupuestos. En base a esto, sitúa a España como el país con mayor crecimiento en los próximos años gracias a las posibilidades que otorga el Plan de Recuperación y los 140.000 millones de euros de transferencias y créditos de los fondos europeos, que se destinarán a inversiones y reformas de transformación verde, digital, cohesión social y territorial, e igualdad de género. Esos 140.000 millones equivalen a las transferencias que España ha recibido de fondos estructurales desde que entró en la UE: «Imaginémonos lo que podemos conseguir invirtiendo bien estos recursos de aquí a 2026», dice.
Según defendió sin rubor en las jornadas de S’Agaró, “España es el país más avanzado en la ejecución del plan de recuperación” y uno de los primeros países en acordar las condiciones de ejecución y en pedir el primer recargo semestral, que se sumarán a los 9.000 de prefinanciación ya recibidos en agosto. Según la ministra, los fondos del plan ya se están canalizando hacia inversiones y recordó que el Gobierno ha transferido a las autonomías más de 10.600 millones. “Hemos conseguido poner en marcha un proceso de crecimiento más inclusivo, sostenible, justo, mirando al futuro”.
A poco más de un mes para finalizar el año, el Gobierno deberá ajustar y asumir cualquier desviación que se produzca aunque mantenga firme su previsión.
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