Educación
¿Por qué invertir en ciencia y tecnología?
El conocimiento es uno de los indicadores fundamentales del progreso de un país
Recientemente el responsable de Ciencia, Universidades e Innovación de la Comunidad de Madrid, Eduardo Sicilia, lo expuso de modo muy claro: «Los países no invierten en ciencia porque son ricos, son ricos porque invierten en ciencia». Y tanto los hechos, como las cifras, lo demuestran. Los países con el producto interior bruto más alto, coincidentemente, son aquellos que dedican más de un 2,5% de su PBI a ciencia e innovación. Al mismo tiempo, si miramos la lista de aquellos con mayor inversión en start-ups, allí también están los más ricos… Y algunas sorpresas: sí están los esperados, como Estados Unidos, China, Alemania, Francia… pero también podemos encontrar naciones como Estonia, Israel o Colombia. ¿Por qué?
Colombia, desde lo político y económico, apostó por facilitar, promocionar y apoyar con dinero iniciativas tecnológicas, lo que ha hecho que se convierta en una de las naciones más importantes del sur del continente en este sentido.
Estonia, por su parte, se ha convertido en una nación conectada gracias a las apuestas por este tipo de ecosistemas. De hecho a menudo se habla de E-stonia: casi todos los servicios públicos están disponibles en línea. Se puede votar en elecciones locales o nacionales desde el ordenador, recibir recetas digitales en un smartphone o iniciar un negocio online sin moverse del salón.
Y finalmente está Israel: Waze, Mobil Eye, Frutarom… hay más de diez start-ups que se han vendido por más de mil millones de euros. No por nada es conocida como la Nación Start-up.
Como destaca Manuel García Sañudo, CEO del grupo Arquimea (ver entrevista), en el entorno de inversión en ciencia y tecnología, la transferencia tecnológica es fundamental. Para comprender qué es exactamente este termino, hablamos con Tomás Isakowitz, director de transferencia tecnológica de la Universidad de Pensilvania (una de las 20 universidades más importantes del planeta desde hace décadas). De acuerdo con Isakowitz, la transferencia tecnológica es, básicamente, la conversión de una idea inicial, en un avance, luego en un prototipo y finalmente en un producto o recurso tangible, que sirva a la sociedad. En la Universidad de Pensilvania se conecta a los científicos con áreas legales, de marketing y con inversores para que sus avances lleguen a buen puerto.
Y entonces nos cuenta la historia de Gatorade. «Hasta 1965 los atletas apenas bebían durante eventos deportivos. Aquel año, el entrenador del equipo de fútbol americano de la Universidad de Florida, Dwayne Douglas, le preguntó al especialista en enfermedades renales Robert Cade, por qué los jugadores perdían mucho peso durante los entrenamientos y partidos pero orinaban tan poco. Cade dedujo que los jugadores sudaban tanto que no les quedaba líquido. La solución inicial era darles agua con sal, para reemplazar los electrolitos que estaban perdiendo en el sudor, y con azúcar para mantener una cantidad estable en sangre sin alterar el estomago. El brebaje era tan malo que ni los propios científicos pudieron beberlo, hasta que la mujer de Cade sugirió ponerle zumo de limón y entonces nació Gatorade, que significa ayuda para los caimanes (nombre del equipo de fútbol de la universidad). A los pocos años una empresa privada compró los derechos de este brebaje y cada año le paga a la universidad un 20% de los beneficios, suficiente para mantener numerosos proyectos de investigación».
Y como esta hay muchas otras historias de universidades que han hecho innovaciones y obtenido grandes beneficios: la vacuna contra la hepatitis B, el pendrive o Google son algunos ejemplos.
Pero…¿Cómo saber en qué hay que invertir? García Sañudo da algunas claves. Entre 2017 y 2021 impulsaron unos 250 proyectos de I+D+i con más de 315 M de euros. Solo en 2021, Arquimea, a través de su filial Kaudal, impulso 95 proyectos de I+D+i. Pero la clave de esto está en los sectores. Donde destacan proyectos vinculados a la industria 4.0, la energía y medioambiente, salud, sector agroalimentario o educación.
Referente en Europa
Arquimea es una empresa 100% española que lleva la tecnologia y la innovación en su ADN. Esto es precisamente lo que le ha llevado a repetir por segundo año consecutivo en la lista de las 1.000.empresas con mayor crecimiento en Europa, del Financial Times. Esta «reconoce aquellas empresas que fueron lo suficientemente resilientes para sobrevivir a un colapso en la demanda causado por las restricciones del coronavirus, las fricciones comerciales debido al Brexit y una restricción de la cadena de suministro global de larga duración».
Manuel García Sañudo, CEO de Arquimea
Hablamos con Manuel García-Sañudo, CEO de Arquimea para que nos cuente cuales son las claves del éxito de esta compañía tecnológica y altamente innovadora. Es ingeniero de minas por la Universidad Politécnica de Madrid, graduado en Stanford University School of Business y Executive MBA por la IE Business School. Antes de incorporarse a ARQUIMEA, residió en Palo Alto un año, donde estuvo inmerso en distintos programas de innovación, tecnológicos y de gestión.
«Es el segundo año consecutivo que entramos en esta lista. El año pasado en el puesto 114 y este año en el 160. Como casi en todo, la dificultad de llegar siempre es inferior a la de mantenerse y en ARQUIMEA hemos superado ambas, explica a LA RAZON García-Sañudo respecto a la inclusión de la compañía en la lista de las mil empresas europeas de crecimiento rápido elaborada por el “Financial Times”-. Mantenemos unos ratios de crecimiento elevados, pasamos de 36 millones de facturación en 2019 a duplicar la cifra en 2020. En 2021 volvemos a duplicar facturación, así que esperamos estar de nuevo en la lista el próximo año.
Tras ser un espectador privilegiado del entorno de inversión de California, ¿Qué tiene de especial la ciencia española?
Los principales actores de la ciencia en España, nuestros ingenieros, científicos e investigadores, que los tenemos y muy buenos, tienen una capacidad de resilencia admirable. Viven de manera casi permanente en un entorno financiero muy limitado e incierto. Esto no favorece ni el avance de la investigación ni la transferencia de la tecnología, es decir, convertir los avances tecnológicos y científicos en soluciones a los problemas de la sociedad. No invertir en ciencia y tecnología, y lo hemos visto con la pandemia, es parar el motor que impulsa los países, dejando limitado el crecimiento a una inercia que, en el caso de España, es muy inferior a la de otros países. Si esa inercia es pequeña y no es capaz de movilizar, el país se para. Tenemos que fortalecer las medidas públicas que fomentan la investigación, incrementar la inversión en I+D+i pública y privada, para alcanzar el 3% del PIB y equipararnos a niveles de los países de nuestro entorno. Hay dos vías simultaneas, incrementar la inversión pública y favorecer la inversión privada en el ecosistema investigador. En este último año hemos dado un paso atrás al no permitir las deducciones a lainversió n en I+D de aquellas empresas que tributen por debajo del 15%. En España necesitamos un estimulo constante y cualquier medida en contra frena el ecosistema innovador y provoca una disminución de velocidad que luego es muy difícil de recuperar.
¿Cuáles son los sectores más interesantes en el presente y para el futuro?
Vivimos en una época en la que hablar de hace dos años es hablar de la prehistoria y hablar de los dos próximos años es hacer un ejercicio imposible de adivinación. Todo lo que tenía desarrollo hace dos años, como turismo y transporte, se ha parado y sin embargo las que estaban en pausa, como la ganadería y la agricultura, han despegado como una forma de dar solución a una dependencia alimentaria que tenemos de otros países. Nos hemos dado cuenta de que tenemos que producir el 60% de nuestras necesidades. También ha pasado y pasa en la energía y algo similar con el sector de la Salud, que con la pandemia ha puesto en evidencia su relevancia.
¿Qué podemos aprender de estos últimos años?
La transferencia de la tecnología es fundamental. Nosotros en ARQUIMEA desarrollamos tecnologías que luego aplicamos de modo transversal a distintos sectores. Se trata de elegir donde involucrarnos, donde estan los problemas para buscar una solución. Pero también aplicamos el concepto de «fail fast & cheap» . La I+D implica un alto número de fallos, pero estos deben identificarse rápido y al menor coste posible para poder dedicar el tiempo, el esfuerzo y el dinero a aquellos proyectos que se demuestren exitosos.
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