Divisas

La fortaleza del dólar y la inflación sacuden Iberoamérica

Tras las revueltas de Ecuador, Panamá, Perú y Argentina se ven golpeados por la crisis mientras El Salvador se sitúa al borde de la quiebra

Un grupo de vagabundos en Buenos Aires. La pobreza se ha disparado con una inflación camino del 90%
Un grupo de vagabundos en Buenos Aires. La pobreza se ha disparado con una inflación camino del 90%larazon

En los tugurios de Panamá la Vieja, que aún queda alguno en pie en una zona reconvertida en «chic», se recuerda con orgullo cuando los gringos salieron corriendo allá en vísperas de la Navidad de1989. Entonces, los marines desembarcaron en la capital para capturar al general Manuel Antonio Noriega con el pretexto de que era el cabecilla de un narcoestado. En su ofensiva, denominada «Operación Causa Justa», a alguna lumbrera del Pentágono no se le ocurrió otra cosa que meter a sus hombres en El Chorrillo, el por entonces barrio más peligroso de Iberoamérica, lo que es mucho decir. Cuentan los viejos del lugar, entre acordes de rumba y salsa, que en El Chorrillo había en esa época más munición y armas que en todo Texas. Ni que decir tiene que EE UU logró con facilidad sus objetivos y que el barrio fue arrasado sin contemplaciones, pero los marines las pasaron canutas. Sirve el recuerdo para remarcar que los panameños, por costumbre pausados y pacíficos, muestran su sangre caliente con cuentagotas, pero cuando lo hacen es mejor andarse con cautela.

Como ahora, con la crisis económica galopante de un país que ha pasado a disputarse con Costa Rica el título del más rico de Centroamérica a no tener ni para llenar el tanque de gasolina. El desbarajuste económico que ha disparado los precios y sacado de nuevo la vena a los panameños y a media Iberoamérica se compensa solo a medias por la fortaleza del dólar, ya que es la moneda de referencia aunque sea el Balboa la divisa oficial. El Balboa, o sea una moneda de oro con un valor de novecientos ochenta y siete y medio miligramos de peso, ochocientos veintinueve milésimos de fino y divisible en cien centésimos, convive con el dólar americano y sus múltiplos y divisiones son de curso legal en la República, por su valor nominal igualmente a la moneda panameña. Gracias a eso, en Panamá y Ecuador, dolarizado también, la crisis no cobra tintes de tragedia.

La subida sostenida del dólar pone en peligro a las economías más débiles y en especial a aquellas cuya divisa pierde paridad con el dólar. Casi 7 billones de dólares estadounidenses están en manos de 149 países, según el Fondo Monetario Internacional. La principal moneda del comercio mundial se usa como referencia para el pago de materias primas o alimentos como el trigo o el petróleo. Los países que importan gran parte de sus materias primas, como es el caso de los centroamericanos, se ven afectados negativamente porque están pagando más por la misma cantidad que hace un año, sobre todo si no están dolarizados.

En Panamá, las cosas se desmadraron por la inflación. El detonante fue la huelga docente el pasado 6 de julio. Desde entonces, más de 800.000 estudiantes están sin clases en protesta contra el alto costo de la vida, pese al inicio de un diálogo con el Gobierno para solventar la crisis. Esa huelga extendió las protestas y el bloqueo en la principal carretera nacional por el alto coste de la vida. La revuelta se ha traducido en el desabastecimiento de alimentos y combustibles, millones de dólares en pérdidas, saqueos y episodios de violencia. El Gobierno de Laurentino Cortizo logró sentar a los sindicatos, gremios e indígenas el 21 de julio en la llamada mesa única de diálogo en la que se negocian la rebaja del precio de los combustibles y los alimentos de la canasta básica mediante control de precios. Los empresarios han quedado excluidos y acusan a esa mesa de hacer «brujería económica» y tratar de aplicar el control de precios para sortear la inflación cuando lo que traerá es «más escasez y precariedad».

Los sindicatos exigen la rebaja «en un 30%» del costo de la canasta básica, que alcanza alrededor de 1.600 dólares. El Gobierno ofrece la congelación de precios de 17 productos y alimentos.

Mientras, la principal arteria del continente, la Panamericana, sigue bloqueada y se agudiza la escasez de productos en la capital panameña. El desabastecimiento de alimentos, combustible y algunos medicamentos han hecho que ya se hable de «emergencia alimentaria» en el país, con los lineales de frutas y verduras de los supermercados vacíos y la preocupante escasez de arroz, el «pan» de Centroamérica.

En su informe de abril, el FMI reconoció que aunque Latinoamérica y el Caribe tienen menos vínculos directos con Europa, espera que la región se vea más afectada por el alza de los precios y el endurecimiento de las políticas fiscales. En concreto, pronosticó una inflación para el conjunto de la región del 13,7% en 2022 y del 10,1% para 2023, frente al 12,1% registrado en 2021.

Las protestas se han dado en prácticamente todos los países iberoamericanos en mayor o menor medida. El precio de los combustibles ha sido el detonante en la mayoría de ellas, con los transportistas y los grupos indígenas al frente, como en el caso de Ecuador, que logró sofocar a finales de junio 18 días de disturbios, que dejaron seis muertos, con un acuerdo por el que el Gobierno del presidente Guillermo Lasso se comprometía a bajar 15 céntimos el precio de los combustibles. En Perú, el presidente Pedro Castillo lleva su primer año en el poder sacudido por el descontento. A las protestas de la oposición conservadora se unieron pronto las de los trabajadores, transportistas y agricultores por el alza de precios de los combustibles y los fertilizantes. Perú paga la gasolina más cara de la región, según un estudio de Bloomberg. El galón de gasolina (3,78 litros) cuesta hasta 6,2 dólares seguido de Brasil (5,8 dólares), Chile (5,4 dólares), Paraguay (5,3 dólares), México (4,6 dólares), Argentina (3,7 dólares), Ecuador (2,6 dólares), Colombia (2,3 dólares) y Bolivia (2,1 dólares).

En el Salvador, la Asamblea Legislativa, controlada por el presidente Nayib Bukele, ha congelado los precios de los combustibles hasta finales de agosto, con el objetivo de amortiguar las alzas. Pero el país se enfrenta a desafíos aún más graves. La agencia calificadora Moody’s redujo a inicios de mayo la nota de El Salvador ante la posibilidad de un impago de la deuda que el país debe amortizar en 2023 y 2025 y la falta de un «plan creíble» para enfrentar la situación. El Salvador debe pagar en enero de 2023 un total de 800 millones de dólares en eurobonos y en enero de 2025 otros 800 millones, de acuerdo con el Registro Estadístico de las Emisiones de Valores de la República de El Salvador de la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF). Sin entrar en detalles de las fuentes de financiación, Bukele ha asegurado que «El Salvador tiene suficiente liquidez, no solo para pagar todos sus compromisos a su vencimiento, sino también para comprar toda su propia deuda (hasta 2025), por adelantado».

En Honduras, numerosos sectores han exigido la reducción del costo de los combustibles. Una de las últimas medidas adoptadas por el Gobierno de Xiomara Castro ha sido la congelación temporal del precio de la gasolina regular y del diésel, para así aliviar el impacto derivado de la crisis internacional.

En Costa Rica no ha habido protestas masivas por el alto costo de vida, pero el precio de los combustibles alcanzó máximos históricos de unos 1,5 dólares por litro de gasolina. Sin embargo, el presidente Rodrigo Chaves se ha negado a tomar medidas para bajar el impuesto a los combustibles, argumentando que no quiere crear un hueco en las finanzas estatales.

Ante un dólar fuerte exportando inflación a los países emergentes, solo los que viven de las remesas de sus familiares en EE UU y Canadá ven mejorar su situación.

La economía mexicana, por ejemplo, recibió 22.412,6 millones de dólares en remesas del extranjero durante los primeros cinco meses del año. En Centroamérica, las remesas en dólares son vitales para gran parte de la población. Entre enero y mayo de 2022, la remesa promedio individual fue de 382 dólares.

La dependencia importadora de Iberoamérica de su vecino del Norte hace que, sin embargo, la balanza de un dólar fuerte sea más que contraproducente para el Sur.

En Argentina, el fortalecimiento del dólar se suma a los desequilibrios macroeconómicos permanentes y potencia la debilidad del peso, producto de una inflación del 71% interanual en julio que se encamina al 90% a cierre de año, la escasez de divisas internacionales, las expectativas de devaluación, el déficit fiscal y el caos político. En Argentina la duda ya es si la inflación tocará los tres dígitos, apuntando a una nueva megacrisis. El país austral tiene vigente un programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para refinanciar la deuda por 40.000 millones de dólares, pero en el último mes el deterioro ha dejado deprimido hasta al presidente Fernández.

El deterioro ha hecho que se dispare el tipo de cambio paralelo (37% en el mercado negro o «dólar blue» y hasta 34% en lo tipos de cambio financieros) y que la prima de riesgo esté por encima de los 2.600 puntos básicos. Argentina aplica un fuerte control cambiario para autorizar dólares al tipo de cambio oficial, por lo que proliferan tipos de cambio paralelos en el mercado bursátil y el mercado negro. La fortaleza del dólar ha provocado también que los productores agropecuarios retengan en los campos la cosecha para exportación, unos 10.300 millones de dólares, ante la expectativa de un el tipo de cambio más favorable.

En Chile y Colombia, países muy expuestos a la volatilidad de los mercados de materias primas, también han saltado las alarmas mientras en Brasil y México la situación tanto del dólar como de la inflación parece de momento controlada. Habrá que ver hasta cuándo.