Macroeconomía

China mira al consumo interno y la inversión para remontar su vapuleada economía

Pekín se enfrenta al reto de fomentar el gasto de unos hogares inclinados de siempre al ahorro

La gente pasea por un distrito comercial de Pekín (China)
La gente pasea por un distrito comercial de Pekín (China)MARK R. CRISTINOAgencia EFE

La economía china ha vuelto a rugir desde que, hace tres meses, el Gobierno comunista levantara de manera abrupta su política de «cero Covid». Durante casi tres años de estrictas restricciones, la directiva causó estragos en las empresas y cadenas de suministro del país, situando el crecimiento en su nivel más bajo en décadas. La caótica reapertura provocó entonces una oleada vírica que infectó a cerca del 80% de la población. Una vez superado este mal trago y eliminado su mayor lastre, Xi Jinping se enfrenta al reto urgente de reactivar una economía maltrecha.

Tras obtener el respaldo para un tercer mandato de cinco años como presidente del Estado en la reunión anual de la Asamblea Popular Nacional, Xi nombró a su aliado y confidente, Li Quiang, como primer ministro, quien en su discurso de debut sorprendió a empresas e inversores con una retórica rebosante de promesas de atraer inversión extranjera y mejorar el entorno empresarial.

Conforme al modelo socialista de mercado, el Gobierno chino desempeña un papel directo en la gestión económica a través de sus planes quinquenales, que fijan objetivos, estrategias y metas. Este año, el gigante asiático quiere que su economía crezca al menos un 5%, un objetivo modesto en comparación con años anteriores, lo que refleja las numerosas vulnerabilidades subyacentes a las que se enfrenta, en forma de deuda de los gobiernos locales, un consumo gripado, un descenso de las exportaciones, un declive demográfico, un aumento del desempleo y una grave crisis inmobiliaria.

«Alcanzar ese objetivo de crecimiento del producto interior bruto (PIB) sobre la elevada base actual de la producción económica china no es tarea fácil y requiere redoblar los esfuerzos», declaró Li Qiang. China hará uso de una serie de combinaciones de políticas en el apalancamiento de las políticas macro, el avance de la reforma y la innovación, y la prevención y desactivación de riesgos, dijo Li, añadiendo que el país enriquecerá, ajustará y mejorará mientras las implemente. Li destacó que el desarrollo de China está respaldado por múltiples ventajas, «como un vasto mercado, un completo sistema industrial, abundantes recursos humanos, una sólida base para el desarrollo y, lo que es más importante, una notable fortaleza institucional».

Pekín se fijará como objetivo el aumento del consumo interno y el restablecimiento de la confianza empresarial, incluidos el turismo, la restauración y los servicios minoristas, para beneficiarse de un repunte, y aspira a lograr una subida del 3% en su índice de precios al consumo. Asimismo, se prevé la creación de unos 12 millones de nuevos empleos urbanos para 2023, siendo una de las principales prioridades para sacudirse los resquicios de la estricta estrategia contra el coronavirus.

En cuanto a la confianza empresarial, el gigante asiático ha prometido un entorno comercial «en el que se tratará por igual a las compañías de todas las formas de propiedad, protegiendo los derechos y los intereses de los empresarios conforme a la ley, fomentando la competencia leal entre entidades de todo tipo».

No obstante, China se enfrenta a un desempleo juvenil récord y, aunque ha conseguido mantener los precios a un nivel razonable, el mundo en general está lidiando con la inflación más alta en décadas. Para un gobierno obsesionado con preservar la estabilidad social, equilibrar el crecimiento económico con la creación de empleo para los nuevos licenciados universitarios y mantener el aumento del índice de precios al consumo, estas son prioridades más importantes que maximizar la rentabilidad de los inversores. Al fijar un objetivo de crecimiento fácilmente alcanzable, el gobierno se libera para centrarse en estas cuestiones con mayores implicaciones para la máxima prioridad del Régimen: mantener su control del poder.

Teniendo en cuenta la fuerte recuperación económica de China en los dos últimos meses, el modesto objetivo del PIB mencionado es un claro paso hacia la búsqueda de la estabilidad económica. Al resistirse a la tentación de fijar un objetivo de crecimiento ambicioso, Pekín está creando las condiciones para intensificar sus «reformas estructurales» a lo largo de 2023.

Con un Gobierno central poco dispuesto a estimular la economía, unas municipalidades que se aprietan el cinturón y un sector exportador que se enfrenta a vientos en contra, el único motor de crecimiento que queda es el consumo. Pero es difícil impulsarlo entre los 1.400 millones de ciudadanos del país. Los hogares chinos son grandes ahorradores: en general, guardan alrededor de un tercio de sus ingresos. Liberar ese ahorro no ha sido fácil: el Gobierno chino ha intentado el llamado reequilibrio de la inversión al consumo durante casi 15 años.